La globalización depredadora

por Florentino Portero, 20 de marzo de 2002

(Del libro La globalización depredadora de Richard Falk. Traducción de H. Bebia. Siglo XXI. Madrid, 2002. 271 páginas. René Passet: Elogio de la globalización. Salvat. 160 Págs. Joaquín Estefanía: Hij@, ¿Qué es la globalización?. Aguilar. 206 págs.
Publicado en El Cultural, 20 de marzo de 2002)

Los ciudadanos de nuestros días son conscientes de estar viviendo en los umbrales de una nueva época. La caída del Muro de Berlín y la descomposición de la Unión Soviética puso fin al mundo bipolar y a la Guerra Fría. Los ordenadores dejaron de ser un instrumento útil para convertirse en la columna vertebral de cualquier empresa. Internet dejó de ser una red de comunicación militar para convertirse en un medio extraordinario de conocimiento y de comunicación, en un mercado gigantesco capaz de provocar una crisis bursátil por la desmesura en la cotización de las empresas dedicadas al mundo digital. La tecnología avanza a un ritmo extraordinario inundando las familias de teléfonos móviles, permitiendo el descifrado del código genético y la clonación de seres vivos, provocando cambios radicales en la conducción de la guerra. Las distancias se acortan ante las facilidades de transporte y comunicación. La información acerca a los pueblos y los perfiles de las distintas civilizaciones se difuminan ante la presión de fenómenos culturales de variopinto origen y naturaleza.

Según la perspectiva desde la que nos acerquemos a este proceso revolucionario usaremos unas u otras categorías. Entre las más citadas está la de “globalización”. Se utiliza en referencia a la progresiva integración de los mercados. Desaparecido el bloque soviético y desacreditada la ideología comunista, el liberalismo emerge como ideología de referencia. En su dimensión económica, y desde organizaciones internacionales como el FMI o el Banco Mundial, se presiona en favor de la imposición de economías de libre mercado y de la reducción de aranceles.

Frente al proceso globalizador han surgido grupos radicales, continuadores de otros de signo antiliberal y comunista en décadas pasadas. Son una válvula de escape, a menudo violento, de actitudes incompatibles con las sociedades democráticas. Versión finisecular de aquellos viejos ludistas que liberaban su impotencia destruyendo los telares avanzadilla de la Revolución Industrial. Su presencia es llamativa por la agresividad que manifiestan y los destrozos que provocan en sus algaradas. A menudo estas minorías, capaces de alterar el curso normal de conferencias internacionales, se confunden con el mal llamado “movimiento antiglobalización”, del que sólo son una de sus expresiones.

Para otros muchos la globalización es un fenómeno “natural”, histórico, una característica de un tiempo nuevo. Como tal no es ni buena ni mala y estos atributos corresponderán a políticas concretas. Su principal preocupación se centra pues en los efectos de la imposición de doctrinas económicas liberales sobre estados en vías de desarrollo. Un buen ejemplo de esta corriente es el libro de Joaquín Estefanía. Un texto elegantemente escrito y editado, dirigido a un público no iniciado y con intención proselitista. Parte de una crítica a la economía liberal, que tiene sus raíces en los debates de la izquierda europea en las décadas pasadas. Con la revolución en curso, las políticas liberales se extienden por todo el planeta, en parte por la presión de los organismos internacionales especializados. Los mercados imponen entonces su voluntad, su racionalidad, sin que haya un contrapeso político, porque los estados, uno a uno, carecen a su juicio de la fuerza necesaria para defenderse. Para el autor, es necesario dotar a los pueblos de los instrumentos necesarios para contener la presión de los mercados y establecer organismos internacionales cuya misión no sea la de preservar la ortodoxia económica sino la defensa de los intereses de la ciudadanía. Hay en estas páginas una proyección al ámbito global de los postulados de la izquierda española de hace algún tiempo, acallados quizás por el rigor que desde Bruselas se nos impone a todos. Pero, si tan malo es el liberalismo ¿por qué no empezamos por desmontarlo en nuestra propia casa? ¿Por qué, bajo la dirección de un ex ministro socialista español, presionamos a los franceses en Barcelona para que pongan fin a sus monopolios? ¿Será el doble rasero la guía para la renovación de la izquierda europea?

René Passet es un autor clásico en el debate sobre la economía liberal. Su obra es bien conocida entre nosotros y ha sido comentada en estas páginas. En Elogio... deja atrás su condición de profesor de economía para asumir su papel de dirigente “mundialista”. Si Estefanía proyecta hacia el ámbito global la perspectiva de un izquierdista español, Passet nos ofrece la de un “estatista” francés. No solo rechaza el modelo liberal, sino que tiene una clara alternativa: la de la experiencia jacobina. Son muchas las coincidencias entre ambos textos, incluida la de ignorar voluntariamente la responsabilidad de muchos estados en vías de desarrollo en haber llegado a las penosas situaciones en que se encuentran. Si por algo destaca Passet es por sus excesos retóricos y por su fe en la intervención del Estado.

Richard Frank, catedrático de Derecho Internacional en la Universidad de Princeton, es un autor prolijo con destacadas aportaciones al tema que nos ocupa. En La globalización depredadora trata de plantear un modelo de globalización alternativa, hecho desde el compro- miso ideológico y desde el rigor académico. Tras sus páginas hay muchas horas de lectura y de redacción así como un ejercicio de honestidad, al no rehuir aquellos aspectos donde los postulados más repetidos entran en contradicción. Es una obra solvente, aunque no de fácil lectura. Frank, como los autores antes citados, proyecta sobre sus propuestas su experiencia personal y nacional. No hay en sus palabras ni el rechazo a la economía liberal -aunque sí a sus políticas más ortodoxas-, ni la fe en el Estado de Estefanía o Passet. Acepta con naturalidad el fenómeno globalizador y busca en la propia historia norteamericana remedios para resolver los problemas derivados del excesivo peso de los mercados en los procesos de toma de decisiones. Como ciudadano de un Estado liberal exitoso ve en la sociedad, en la suma de voluntades individuales, el instrumento fundamental. La movilización ciudadana en pos de un orden más justo y la reafirmación del papel de los organismos internacionales son los objetivos para poder reequilibrar el peso de los mercados.

El Estado pierde importancia como sujeto del nuevo orden mundial y con él se diluyen muchas de las garantías democráticas que se habían conseguido. Corresponderá en el futuro a los organismos internacionales ese cometido, que en absoluto resultará fácil. Los teóricos de la globalización alternativa a menudo nos proponen unos valores que son rechazados por aquellos a quienes se quiere ayudar. Los derechos humanos tienen una carga de individualismo que es condenado por buena parte de las sociedades del planeta, incluso dejando a un lado los casos de simple autoritarismo. La defensa de esos derechos lleva a la injerencia humanitaria y al uso de la fuerza, como ocurrió en Kosovo, situación que, en un espléndido ejercicio de coherencia, no están dispuestos a estudiar. Para hacer frente al dictado de los mercados es necesario fortalecer el estado, pero ¿no es ésta acaso una de las instituciones más inequívocamente occidentales? El rechazo de la ortodoxia liberal no supone quedar al margen del “choque de civilizaciones” del que habló Huntington. En muchos casos intervenir en favor de los indefensos continúa teniendo una fuerte carga “colonial”, aunque sólo sea en el plano de las ideas. Éstas y otras contradicciones son estudiadas por Falk con rigor en un texto de lectura recomendada.

Dejando a un lado a los antiglobalizadores violentos, de muy escaso interés para comprender el tema que nos ocupa, es justo reconocer que durante estos últimos años se ha ido avanzando en el diseño teórico de modelos alternativos al proceso de globalización en curso. Sin embargo, estas propuestas apenas si tienen en común el punto de arranque: la denuncia de injusticias por el efecto del comportamiento de los mercados. Ni los presupuestos ideológicos de partida, ni los objetivos finales son compartidos. De lo que no cabe duda es de que el debate continuará, porque el proceso de cambio y globalización resulta imparable.

Biografía esencial
Amin, Samir: El capitalismo en la era de la globalización (Paidós, 1999); Los desafíos de la mundialización (Siglo XXI, 1998)
Beck, Ulrich: ¿Qué es la globalización? (Paidós, 1998). Un nuevo mundo feliz (2000).
Chomsky, Noam y otros: Los límites de la globalización (Ariel, 2002)
Dehesa, Guillermo de: Comprender la globalización (Alianza, 2002)
Friedman, Thomas: Understanding globalization (1996)
Giddens, Anthony: Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas. (Taurus, 2000)
Herzt, Noreena: El poder en la sombra (Planeta, 2002)
Rodrik, Dani: Has globalization gone too far? ( 2002)
Roma, Pepa: Jaque a la globalización (Grijalbo, 1999)
Sampedro, José Luis: Democracia y globalización (Destino, abril de 2002)
Schumann, Harald: La trampa de la globalización (Taurus, 1998)
Soros, George: Soros on globalization (1999)
Zaldívar, Carlos Alonso: Al contrario (Espasa, 2001)