La división en Perú: las provincias contra Lima

por Pedro Fernández Barbadillo, 14 de abril de 2011

Una visión superficial de los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, celebrada el día 10, haría creer que estamos ante una división entre partidarios del populismo y partidarios del liberalismo económico, pero hay otra división más profunda que muestra la escisión de Perú en dos países.
 
Ollanta Humala, del Partido nacionalista Peruano, camuflado bajo la marca electoral de Gana Perú, y Keiko Fujimori, de Fuerza 2011, han vencido en casi todo el país, salvo en Lima y El Callao, donde Pedro Pablo Kuczynski ha sido el primero. Con cerca de nueve millones de habitantes, Lima y Callao suman en torno a un tercio de la población del Perú, que supera los 28 millones de habitantes, y es donde mayor es la concentración de sectores sociales beneficiados por la pujanza económica. De ahí el voto a Kuczynski, primer ministro y ministro de Economía durante la presidencia de Alejadro Toledo (2001-2006).
 
Perú ha conocido una década de crecimiento innegable, gracias a la seguridad jurídica y a los tratados de libre comercio con la mayor parte del mundo desarrollado. En 2004, el porcentaje de la población que se encontraba en la categoría que los estadísticos consideran pobreza era del 48,6%; en 2009, ese porcentaje bajó al 34,3%. En el último año y medio sin duda se ha reducido un poco más. Los Gobiernos de Toledo y Alan García (2006-2011) han triunfado en la reducción de la pobreza, pero han fracasado en la reducción de las desigualdades y en la erradicación de las mayores injusticias, como la corrupción, la delincuencia y el atasco judicial. En numerosas partes del país siguen muriendo niños por falta de alimentos o de medicinas y se añora el orden público que trajo Alberto Fujimori durante su dictadura (1990-2000). Al final de sus mandatos, la labor de gobierno tanto Toledo como García recibía una aprobación en torno al 30% por parte sus compatriotas.
 
La candidatura de Ollanta ha obtenido un 31,7% de los votos (4,4 millones) y la de Fujimori un 23,5% (3,3 millones). Es decir, el 55% de los peruanos se reconoce en el discurso de que el crecimiento económico ha beneficiado sólo a una parte de la sociedad y en que la oligarquía política no se ocupa de lo que importa a la gente que vive fuera de Lima. Otro factor importante en estas elecciones ha sido la promesa de Toledo y de su partido, encabezado por Carlos Bruce, candidato a vicepresidente primero, de despenalizar el aborto y el consumo de drogas, así como de legalizar el matrimonio homosexual. Los demás candidatos dejaron claro su compromiso con la cultura de la vida y recibieron el apoyo tanto de la Iglesia católica como de los grupos evangélicos. Por errores como éste, Toledo pasó de una intención de voto del 30% a un resultado de sólo la mitad de las previsiones de las encuestas.
 
De nuevo, se confirma la regla de que la gente no decide su voto únicamente por motivos económicos.
 
Dos meses más de campaña
 
La segunda vuelta se celebrará el 5 de junio, un período excesivamente largo en el que se repetirán, como en otras ocasiones, todo tipo de acusaciones, calumnias, infamias y campañas contra los dos candidatos supervivientes.
 
Los tres candidatos liberales, Kuczynski (18,5%), Toledo (14,6%) y Luis Castañeda (9,8%) han reunido un 44% de los votos. ¿A quién preferirán el 5 de junio esos seis millones de peruanos?
 
Ollanta Humala ha disimulado su perfil nacionalista e indigenista, pero sus vínculos con el socialismo del siglo XXI son inocultables. El boliviano Evo Morales se apresuró a felicitarle la noche del domingo, antes de que se hubiese contado siquiera la mitad de los votos. Además, el partido de Humala es el que más dinero ha gastado en la campaña (se ha negado a explicar sus finanzas) y ha contado con asesores brasileños enviados por el Partido de los Trabajadores, de Lula. Keiko es hija de Alberto Fujimori y desempeñó el papel de primera dama cuando sus padres se divorciaron. Fue elegida congresista por Lima en 2006 gracias a 690.000 votos, la mayor votación jamás recibida por un parlamentario peruano, y se ha centrado en un asunto muy popular: la lucha contra la delincuencia.
 
Ambos candidatos se han comprometido a respetar los principios de las reformas económicas aplicadas desde los años de Fujimori, pero en el caso de Humala bien cabe pensar que son palabras al viento, dadas su ideología y su programa de hace cinco años. Kuczynski ya está escogiendo candidato: acaba de subrayar que la campaña de Humala está financiada por caracas y ha puesto condiciones a Keiko Fujimori para respaldarla.
 
Al final, vencerá el candidato cuyo bloque político-mediático sea capaz de crear entre los peruanos más rechazo a su rival. Pero, ¿cuánto tiempo puede mantenerse un sistema político que se basa en el miedo?