La cumbre de Helsinki: algunas implicaciones para España

por GEES, 13 de diciembre de 1999

Sumario ejecutivo
 
En la cumbre del Consejo Europeo celebrada en Helsinki los días 10 y 11 de diciembre, se adoptaron unos objetivos de fuerza y capacidades militares que implican la constitución de un Cuerpo de Ejército de unos 50 mil hombres, capaz de ser desplegado rápidamente (en un máximo de 60 días) y de ser sostenido en una operación durante un año.  Dicha fuerza deberá estar plenamente operativa en el 2003 a más tardar. Sin embargo, el Consejo de Helsinki deja para fases ulteriores la definición de las posibles contribuciones nacionales de los países miembros de la UE a dicho Cuerpo de Ejército. El Ministro de Defensa español anunció en su día, con motivo del primer Consejo de Asuntos Generales de la UE ampliado a los ministros de Exteriores y de Defensa, que España aportaría 4.000 hombres a dicha fuerza europea. En el siguiente análisis se estudia la capacidad y la disponibilidad española para contribuir al empeño de una fuerza europea de despliegue rápido.
 
1.- Lo que España aporta hoy en día
 
El Gobierno español ha dado buenas pruebas en los últimos años de estar contribuyendo activamente a la paz y a la seguridad internacional mediante la participación directa de nuestros ejércitos en misiones de paz en sentido amplio, desde la monitorización de procesos de desarme en Centroamérica a la campaña aérea de Kosovo, pasando por el despliegue de la IFOR y SFOR en Bosnia. Según una respuesta en sede parlamentaria del propio Ministro de Defensa, las tropas españolas en misiones de paz suponían a finales de 1999 un total de algo más de 3.000 efectivos, de los cuales 2.800 estarían desplegados en la zona de los Balcanes.
 
Es decir, que en los Balcanes España mantiene directamente comprometidas el 1’80% del total de sus Fuerzas Armadas. Y si se tiene en cuenta que por cada soldados desplegado es necesario tener dos en suelo nacional (uno preparándose para salir y el otro de reincorporación tras su período de servicio fuera), los efectivos comprometidos en los Balcanes, directa e indirectamente, alcanzan la cifra de 8.400, es decir, el 5’4%  de nuestras FAS.

Ahora bien, la dimensión exterior del esfuerzo español sólo puede medirse si se pone en relación con la contribución que están realizando otros países, socios y aliados.  Así, y según los datos más recientes del IISS que se utilizan aquí por homogeneidad para el análisis, los miembros de la UE desplegaban en los Balcanes un total de 51.977 soldados en distintas misiones.  Los 2.800 hombres y mujeres españoles en la zona representan, por tanto, el 5’3% del esfuerzo emprendido por los miembros de la Unión Europea, tal y como puede verse en el Gráfico I.
Gráfico I

 
En el conjunto del esfuerzo de los miembros de la UE, España ocupa, por tanto, el 6º puesto, por detrás del Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Holanda. Como puede apreciarse en el Gráfico II, las tropas del primer contribuyente, el Reino Unido son 5 veces más numerosas que las tropas españolas, que se sitúan por debajo de la media aritmética de la UE (unos 3.350 soldados, aproximadamente la cantidad que aporta Holanda).
Gráfico II

 
2.- El objetivo de aportar 4.000 efectivos
 
El objetivo de fuerza manifestado por el Ministro de Defensa  de aportar al Cuerpo aprobado en Helsinki unos 4.000 soldados españoles, significa  contribuir con un 7 u 8% sobre el total, dependiendo si dicha fuerza la integran finalmente 50 o 60 mil hombres. Es decir, que España se compromete a aumentar en 2 o 3 puntos porcentuales su participación en misiones de paz desde su actual 5%. Un paso, en principio, acorde con las aspiraciones del Gobierno de querer jugar un papel más activo y presente en la escena europea.
 
Aún así, la contribución española resultaría sensiblemente inferior a las contribuciones que aporten los países del  llamado “grupo motor” de la defensa europea. Actualmente, como se veía en el Gráfico I, Italia prácticamente nos dobla, Francia nos triplica, Alemania nos cuadriplica y el reino Unido nos quintuplica. Es decir, con un 8% sobre el total del Cuerpo de ejército europeo, España seguiría estando a la cola de sus socios más importantes.
 
Fijar, no obstante, nuestra contribución en 5.000 hombres o, si se prefiere, en el 10% del total del Cuerpo europeo, nos situaría homogéneamente con nuestra participación sobre el total de efectivos de la UE, donde España, como puede verse el Gráfico III, cuenta con un 10% sobre el total.
Gráfico III
 
Una aportación de 5.000 soldados conllevaría que en total, unos 15 mil efectivos estarían comprometidos de alguna u otra manera con las misiones de paz que podría acometer la UE, lo que representaría  un 9’3% sobre unas FAS de 160 mil hombres. Esta cifra supone un notable incremento de nuestra actuación exterior en misiones de paz, pero significaría acercarnos claramente al esfuerzo que realizan los países más dinámicos de la UE en temas de seguridad y defensa, grupo en el que España aspira a consolidarse. España seguiría alejada de los británicos (que en la actualidad comprometen algo más del 20% de sus fuerzas armadas a las misiones en los Balcanes), pero estarían en consonancia con el esfuerzo que realizan otros aliados (como Alemania, con un 10% de sus fuerzas, Francia, con un 8%  o países con efectivos más reducidos, como Holanda y Bélgica, que comprometen al 16% y 11% de sus tropas totales respectivamente. Téngase en cuenta que se contabilizan las fuerzas desplegadas y las que están en rotación para estos cálculos.
 
3.- Voluntad y disponibilidad
 
Desde el punto de vista de disponibilidad de efectivos, no parece que comprometer una cantidad en torno al 10% del total de las FAS pudiera representar un problema. Sin embargo no sucede lo mismo en lo referente al gasto que implicaría multiplicar casi por tres nuestra aportación desde los niveles actuales.
 
En Bosnia nuestras agrupaciones se han venido gastando una cantidad que oscilaba en torno a los 25.000 millones de ptas. al año, lo que, grosso modo, significa que un soldado español en Bosnia cuesta al año unos 17-18 millones de ptas. Más o menos un millón y medio al mes. Por tanto, si se tratase de un contingente de 5.000 efectivos, el coste de la operación en un año podría elevarse a cerca de 90 mil millones de ptas. Bosnia supone  algo menos del 3% del presupuesto de Defensa de 1999; teniendo en cuenta el escenario presupuestario de aquí al 2003, cuando fuese efectivo el Cuerpo aprobado en Helsinki, el coste de nuestra participación, caso de que dicha fuerza se llegara a utilizar durante un año, podría representar entre un 7 y un 8% del presupuesto de Defensa.
 
La proporción sobre el total de nuestro presupuesto de Defensa del coste de la participación española en la fuerza europea, por tanto, no es baladí, particularmente si se aspira a cubrir ese 10% del total del contingente a disposición de la UE. Ahora bien, esa elevada proporción sobre el presupuesto, superior a lo que se gasta en  otros países, tiene dos causas evidentes: por una parte, el presupuesto de defensa español está por debajo de la media del gasto de defensa en la UE. De hecho, como puede observarse en el Gráfico IV, el gasto del Ministerio de Defensa español representa el 4% tan sólo del total de gasto en defensa de la UE. Francia gasta seis veces más, el Reino Unido cinco, Alemania cuatro e Italia tres. A la fuerza, lógicamente, cualquier incremento en la partida de misiones de paz acaba en una sobrerepresentación de dicha partida con relación a los gastos generales y, sobre todo, en relación con los países que gastan más en términos absolutos.
Gráfico IV

 
Pero esta desproporción comparativa se ve reforzada, en segundo lugar, porque el despliegue español conlleva un coste por soldado sensiblemente superior  al coste por soldado de nuestros aliados. Así, Francia despliega el triple que España gastando solamente un poco más del doble, saliéndole cada soldado en la zona por el 0’80  de lo que cuesta cada español.
 
En ese sentido España debe aprender a gastar mejor su dinero en las misiones encomendadas a las FAS. Sin ese elemento de racionalización del gasto ningún aumento en las partidas para las misiones de paz va a llevar aparejada automáticamente una mayor capacidad para participar en las mismas. Dicho de otra manera, el rendimiento del posible aumento del gasto no es una función lineal ni proporcional al aumento que se haga en el mismo.
 
5.- Por una nueva ambición europea
 
El Gobierno español ha hecho de su participación en el grupo motor de la defensa europea un objetivo estratégico, correctamente. Sin embargo, en este terreno, la comparación con nuestros mejores socios resulta claramente desventajosa. Aunque España cuenta con un PIB per capita inferior al de la media europea, lo cierto es que contribuye a la riqueza colectiva de Europa con casi el doble de lo que aporta a la defensa agregada de todos sus miembros. Tanto en el montante del gasto total, como en el gasto de defensa per capita, como en inversión por militar, España ocupa la última posición dentro del grupo de cinco países que ha impulsado los acuerdos militares de Helsinki.
 
Precisamente para compensar estas diferencias España debe dar credibilidad a su política con una participación que supere ostensiblemente la contribución que actualmente aporta a las misiones de paz.  Ya vimos que España aporta hoy a los Balcanes el 5% del despliegue de los miembros de la UE; quedarse en 4.000 efectivos en la nueva fuerza europea supondría participar con un 8%, un salto importante. Pero aún lo sería más si gracias a una racionalización de sus estructuras y gastos, nuestro país contribuyese con un contingente del 10% del total al Cuerpo de Ejército.  Eso haría que España fuese un contribuyente neto a la defensa europea, un punto y medio por encima de su participación en el PIB europeo agregado, ciertamente, pero esa es también la situación de dos socios como Francia y el Reino Unido, cuya contribución a la defensa es muy superior a la que hacen con su PIB a la riqueza europea.