La creación de empleo y el mercado de trabajo
(Publicado en XX años, veinte temas", Círculo de empresarios, Madrid junio de 1997)
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1978-1987[1]
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1990
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1993
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1996[2]
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1997[3]
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Estados Unidos
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7,4
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5,8
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6,9
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5,6
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5,6
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Nueva Zelanda
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4,4
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9,2
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9,5
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6,1
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5,9
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Reino Unido
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8,4
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8,0
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10,3
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7,7
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7,3
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Holanda
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6,9
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7,0
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7,7
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8,2
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7,9
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Irlanda
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12,5
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13,5
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16,6
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12,4
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12,0
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Alemania[4]
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6,6
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6,2
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8,9
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10,3
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10,0
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Italia
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8,8
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11,0
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10,2
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12,2
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11,5
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Francia
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8,2
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8,9
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11,6
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12,4
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12,1
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España
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15,9
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16,2
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22,7
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22,6
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21,8
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Unión Europea
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8,3
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8,1
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11,1
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11,4
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11,0
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2. Causas del problema
Como es lógico, el problema del paro es España y en la Europa continental es hoy motivo principal de preocupación y análisis por parte de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional o la OCDE (2) Tampoco el propio Círculo de Empresarios ha dejado de abordar el delicado asunto de forma monográfica en diversas ocasiones (3). Entre los numerosos trabajos publicados recientemente se pueden recomendar algunos (4) y destacar que, a pesar de las lógicas discrepancias y puntos de vista distintos, todos coinciden en una conclusión: la penosa situación del empleo en España tiene su origen principal en el mal funcionamiento en el mercado de trabajo. Esto no significa olvidar los demás factores que determinan la capacidad de una economía de crear empleo, es decir, su ritmo de crecimiento: ahorro e inversión, fiscalidad sobre el empleo, sistemas de educación y formación, vivienda, revolución demográfica, empleo público, etc. Todos estos factores se entremezclan y retroalimentan para producir un resultado final muy poco brillante: la economía española crece poco y, además, crea relativamente menos empleo que otras economías con tasas de crecimiento similares. Esta situación no debería sorprendernos, pues es el resultado de la resistencia tenaz de la sociedad española a aceptar los principios básicos de la racionalidad económica: no existe otro crecimiento económico sostenido que el que resulta de la movilidad de los factores de producción en respuesta a las indicaciones de los precios que se forman en mercados competitivos. Es una evidencia histórica que los países que menos han perturbado este proceso son lo que han alcanzado mayores niveles de prosperidad, y viceversa. Como ya se ha señalado más arriba, en España hemos adelantado mucho, por ejemplo, en el camino de la apertura de mercados al exterior y en la libertad de movimientos de capitales, pero hemos mantenido una rigidez extraordinaria en el mercado de trabajo. El deficiente funcionamiento del mercado laboral impide, más que por ningún otro hecho, un crecimiento económico más rápido en España y, por tanto, la reducción de la brecha de prosperidad que todavía nos separa de otros miembros de
Los responsables directos o indirectos, es decir, los gobiernos intervencionistas y sus valedores, del desastre laboral en Europa y en España continúan buscando explicaciones diversas del mal comportamiento del empleo: las políticas monetarias restrictivas, la competencia de los países emergentes, la innovación tecnológica, la globalización financiera, etc. Ninguno de estos motivos exculpatorios resiste el menor análisis y hoy el consenso general solvente es que un factor determinante de la creación de empleo es la evolución de los costes laborales, incluidos las contribuciones empresariales a
Para concluir, queremos creer que los españoles vamos aceptando poco a poco que las peculiaridades de nuestra legislación laboral han supuesto un elevado coste en términos de crecimiento económico y de empleo, y que esto se reflejará en el acuerdo sobre la reforma laboral que se está concentrando en estos días del mes de abril de 1997.
Nuestro relativo optimismo sobre la posibilidad de que este acuerdo rompa de una vez el nudo gordiano del coste de despido improcedente no puede ocultar, sin embargo, un cierto escepticismo. Escepticismo que se deriva de un hecho innegable: en estas negociaciones como en todas la celebradas en los últimos 20 años no ha estado presente ningún representante de todos aquellos que no tienen ningún derecho adquirido que defender, es decir, los parados y semi-parados, fundamentalmente los jóvenes. Mientras los intereses de estos cientos de miles de españoles excluidos del mercado laboral no ocupen un lugar prioritario de los líderes políticos y sindicales, nuestro país seguirá siendo un ejemplo mundial de cómo hacer todo lo legalmente posible para desincentivar la incorporación de los jóvenes y las mujeres al mundo del trabajo.
Nuestra esperanza reside, una vez más, en que la presión de la competencia internacional acabe, en el largo plazo, rompiendo nuestros rígidos esquemas laborales y sindicales. Cuando esto ocurra, los españoles podremos comprobar que la flexibilidad y la reducción de los costes laborales benefician claramente al conjunto de los trabajadores y, por tanto, a la prosperidad de todos. A pesar de todo lo que se opone a ello, en España, como en el resto de Europa, se irá imponiendo gradualmente la libertad de fórmulas de contratación y de rescisión entre el trabajador y empleador, los contratos laborales pasaran a ser contratos mercantiles sometidos a la ley común, y la situación normal de nuestra sociedad será la de pleno empleo. Salvo, tal vez, para los laboralistas y los negociadores eternos de reformas laborales.
1. "Legislación social básica". Editorial Cívitas. Decimocuarta edición, Madrid 1995.
2 La OCDE ha dedicado al mercado de trabajo y al paro dos números recientes de sus Economic Studies: el núm. 21 del invierno de 1993 y el núm. 26/1 de 1996. En este último es especialmente interesante el trabajo de Stefano Scarpetta, "Assessing the role of labour market policies and institucional settings on unemployment: a coss-country study". El FMI ha dedicado una parte importante de sus últimos Economic Outlook al problema del paro en Europa
3.Círculo de Empresarios. Boletín 57, diciembre 1993. "el mercado de trabajo español: reforma y creación de empleo". Y también en julio de 1993, un Documento Círculo: "La reforma del mercado de Trabajo" donde se exponía la posición institucional del Círculo sobre el tema. Dos años después, en julio de 1995, otro Documento Círculo: "Un año de reforma laboral: un camino apenas iniciado".
4. En Cuadernos de Información Económica, enero de 1997, Julio Alcalde. "La dimensión y los problemas del empleo en España". En el número de marzo de 1996, Carlos Sebastián: "La persistencia del paro: causas y remedios" y Juan Francisco Jimeno, "Los efectos visibles de la reforma laboral de 1994". Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, Joaquín Trigo; "La creación del empleo estable en España: Requisitos institucionales", Madrid, 1996.