La constante iraní

por Florentino Portero, 7 de septiembre de 2010

 

(Publicado en ABC, 7 de septiembre de 2010)
 
Desde que la Agencia Internacional para la Energía Atómica confirmó la existencia de un programa nuclear secreto en Irán, este hecho se ha convertido en el factor determinante de la política en Oriente Próximo. Estamos ante una nueva situación radicalmente distinta de la precedente y caracterizada por la expansión del islamismo y la proliferación de armas de destrucción masiva.
 
El presidente Obama se comprometió a impedir que Irán accediera a la bomba nuclear al tiempo que apostaba por la vía diplomática. El tiempo se acaba y los resultados de su iniciativa, aún siendo importantes, resultan insuficientes. No podemos criticar al Departamento de Estado por no emplearse a fondo, porque sus funcionarios han trabajado duro. Sin embargo, potencias nucleares como Rusia, China e India han optado por impedir la aprobación de sanciones fuertes, tales como las aplicadas unilateralmente por Estados Unidos y la Unión Europa, al primar sus necesidades energéticas o sus intereses geopolíticos.
 
La AIEA ha reconocido que Irán puede tener material, todavía insuficientemente enriquecido, para varias cabezas nucleares. Tony Blair acaba de recordar que una quiebra así del régimen sería gravísima para la seguridad regional e internacional. Irán quiere dotarse de un escudo que le permita disputar el liderazgo del Islam mientras continúa promocionando formaciones radicales como Hizboláh o Hamás. Pero sus vecinos, como no cesan de recordarnos, no se quedarán de brazos cruzados, convirtiendo la cuenca mediterránea en un polvorín. Los estados árabes «amigos» nos piden compromiso y liderazgo desde Naciones Unidas, pero la vía diplomática se agota. El senador McCain lo expresó con claridad: sólo hay algo peor que una acción militar contra Irán, un Irán nuclear.