La alianza Bush-Uribe se consolida

por Martín Gurría, 9 de diciembre de 2004

En las relaciones internacionales como en las relaciones entre las personas las palabras pero sobre todo los gestos son muy importantes. En el 2001, José Maria Aznar fue el primer líder que visitó George Bush en su viaje a Europa. Se inició allí lo que sería una intensa colaboración entre los dos países. La primera visita bilateral del recientemente reeligido Bush ha sido para entrevistarse con su principal aliado en América Latina, el colombiano Álvaro Uribe. Bush da muestras de que es un buen amigo de sus amigos; a los que no son sus amigos no les devuelve ni una llamada.
 
La administración Bush ha aplaudido los éxitos de Uribe en su lucha contra la extrema izquierda revolucionara, FARC-ELN, y los paramilitares de las AUC (Autodefensas Unidas de Colombia), organizaciones narco-terroristas tal como señala el Departamento de Estado en Washington y otros organismos internacionales. Uribe ha devuelto la confianza a una ciudadanía que empezaba a perder la esperanza. La razón del éxito son las nuevas políticas ejercidas y el apoyo de los Estados Unidos. Por primera vez en años, el gobierno colombiano ha puesto a los terroristas a la defensiva; no obstante la victoria no esta cerca, como dice Uribe “la culebra todavía está viva.”
 
La victoria de Bush y el control republicano en el Congreso son cruciales para que la ayuda americana siga llegando y consolidar la paz en Colombia. Desde que se aprobó el Plan Colombia, los Estados Unidos han gastado más de 3.000 millones de dólares, principalmente en ayuda militar y policial, destinada a combatir tanto el tráfico de estupefacientes como a los grupos terroristas, ambos intrínsicamente ligados entre si. 
 
La administración Bush certificó que el gobierno colombiano no violaba los derechos humanos de sus ciudadanos, requisito previo para dar apoyo militar. Durante la década de los 90, la Administración Demócrata liderada por el presidente Clinton (1993-2001), fue más reticente a proveer la certificación. Por otro lado, Europa, viciada por el marxismo, jugaba y juega una política de comprensión y tolerancia con los terroristas. Colombia se enfrentó por muchos años sola contra el peligro. Hoy Colombia es el tercer receptor de ayuda militar de los Estados Unidos después de Israel y Egipto.
 
La ayuda internacional es fundamental para el fortalecimiento del Estado y de las Fuerzas Armadas. El efecto inmediato es que el Estado puede, y lo está, recuperar el monopolio de la seguridad y de la justicia de  los grupos de justicia privada. El aumento del poder del Estado va paralelo a la disminución de la inseguridad, la violación de los derechos humanos y a la presencia de los grupos terroristas.
 
Los enemigos de Colombia son los enemigos de España y de los Estados Unidos. Es de interés estratégico para la comunidad internacional que Colombia sea un estado fuerte y próspero. La región andina es la zona más inestable y explosiva del hemisferio.
 
Una Colombia débil tiene efectos desestabilizadores para sus vecinos; una Colombia fuerte es una garantía de que las aventuras pro-cubanas del presidente Hugo Chávez de Venezuela son contenidas,  y que la región no se convierta en un nuevo frente que desvíe la atención de los EEUU de los campos de batalla del terrorismo islámico y de la proliferación de armas de destrucción masiva. También, es una garantía de que el Acuerdo de Libre Comercio con los EEUU puede seguir progresando en un momento de retroceso y de vuelta a anticuadas políticas económicas en la región.
 
Pero lo más importante es que una Colombia fuerte es la  garantía de que sus ciudadanos podrán disfrutar de su democracia en paz, libre del chantaje terrorista.
 
Washington entiende la importancia estratégica de una Colombia fuerte y segura. Condoleeza Rice, la recién nombrada secretaria de Estado es clara: 'Apoyamos totalmente los esfuerzos que el presidente Uribe está realizando en Colombia para finalmente terminar con el narcoterrorismo”. El pasado Junio, el Senado en Washington autorizó doblar la presencia militar en Colombia hasta 800 hombres y  a 600 el número de civiles contratados por el Pentágono, enfocados a luchar las FARC en el sur del país. Por el frente económico, el gobierno americano esta inmerso en intensas negociaciones para aumentar la relaciones comerciales entre los dos países.
 
No obstante, la situación en Colombia no puede abstraerse de la situación internacional. La intensidad de la participación americana en la lucha contra las guerrillas terroristas dependerá en gran medida de la situación  en Irak y de que no se extienda el conflicto a Irán u otros escenarios internacionales.
 
Por otro lado, en febrero de 2003 los gobiernos de Colombia y de España, entonces dirigido José María Aznar, el más firme aliado de la política de seguridad desplegada por el presidente Uribe, firmaron un Protocolo de Cooperación militar. Sin embargo, la victoria del socialista José Luis Rodríguez Zapatero en abril pasado, ha abierto una brecha ideológica entre los dos países.
 
El cambio de política no tardó en llegar. La primera señal fue la aprobación en una comisión del Congreso de una moción que pedía la revisión del protocolo de cooperación militar e instaba al gobierno de Zapatero a impulsar una “política más proactiva en defensa de los derechos humanos” en Colombia poniendo freno a los acuerdos llegados con el gobierno del PP. Las relaciones entre los dos países, a diferencia de las relaciones con la Venezuela del “Gorila Rojo”, continuarán pero en una intensidad mucho menor. En los próximos meses veremos cuanto.