Kosovo, crimen y castigo

por Manuel Coma, 19 de diciembre de 2007

(Publicado en La Razón, 19 de diciembre de 2007)

La Serbia de Milosevich pagó sus masacres e intentos de depuración étnica de albaneses a finales de los 90 con la cuasi independencia de Kosovo bajo protectorado internacional. Ante una situación que se eterniza, los americanos pretenden liquidar el asunto convirtiendo la realidad de hecho en situación de derecho. Europa vacila y España se resiste. Zapatero, converso al españolismo mientras haya elecciones, se refugia tras la varita mágica de la ONU, que todo lo legítima. No habrá reconocimiento sin bendición onusina. Ya se encargará Putin de sacarnos las castañas del fuego sin necesidad de dar la cara. Naciones Unidas, una vez más, son coartada para la inacción. Y el ocultamiento en este caso. No tendrá quien nos manda que apuntar al mal ejemplo de una secesión más.
 
La Unión Europea hace viable, económicamente, estos micropaíses. Y para los grandes sin dudas nacionales, este polvillo de estados no hace más que afianzar su supremacía sobre el conjunto.
 
Pero más allá de precedentes ya muy precedidos, no se debe premiar a Kosovo por aquello por lo que Serbia fue castigada. Su tratamiento de la minoría de los que los dominaron es entre muy malo y abominable, confirmando una vez más que en los Balcanes no hay buenos ni malos, sino fuertes y débiles, los primeros oprimiendo a los segundos hasta el momento en que cambien  las tornas.
 
Como mínimo la histórica ciudad de Pech, joyero del vandalizado arte eclesiástico ortodoxo, próxima a la frontera de Montenegro, podría ser puesta bajo la tutela de esta minación, tan serbia, al fin y al cabo, como sus hermanos de Belgrado, mientras que Mitrovica cerca de la frontera Norte, podría ser fácilmente repartida de acuerdo con su composición étnica. Los serbios obtendrían alguna compensación por la pérdida de su Asturias particular, la tierra que los vio nacer, mientras que los albano-kosovares no serían recompensados por sus prácticas mafiosas.