Kofi en nómina
por Rafael L. Bardají, 21 de diciembre de 2006
(Publicado en Expansión, 21 de diciembre de 2006)
Se supone que los gobernantes son gente más que ocupada. Por eso tienden a maximizar sus agendas. Así, por ejemplo, cuando viajan al extranjero, incluso en visita privada, suelen arreglárselas para mantener algún encuentro con sus homólogos aunque ese no fuera el motivo de su desplazamiento.
No es el caso de nuestro actual presidente quien, en su día, viajó a Londres de compras y no pidió entrevistarse con Blair; lo mismo cuando se desplazó a Austria para escuchar a su esposa. O ahora con motivo de su visita a la ciudad de los rascacielos y del 11-S, Nueva York. Ni se ha visto con Bush o subordinados suyos, ni ha dado una conferencia pública, escaldados los principales think-tanks americanos tras su bochornosa intervención en el Council on Foreign Relations.
Han sido otras dos cosas las que ha logrado esta vez: que Arabia Saudí, esa nación de intolerantes que condenan a la cárcel a todo practicante que no comulgue con la fe del Islam, apoye la Alianza de Civilizaciones; y dos, mediar para que Kofi Annan tenga un puesto de trabajo una vez que salga de la secretaria de la ONU, donde se había incrustado los diez últimos años. Zapatero quiere que Annan sea el alto representante para la susodicha Alianza de Civilizaciones.
Ese es el pago porque Annan haya apoyado esta iniciativa del presidente español en los últimos años. Si es verdad lo que cuenta su autor, a Zapatero le colaron la frasecita sobre su propuesta en el discurso que dio ante la asamblea de la ONU en 2004, pero sólo se convirtió en la niña bonita de la política exterior española cuando se quedó sin nada más que hacer, extrañado en los EE.UU., marginado en su querida Europa y pisoteado en Iberoamérica.
Poner ahora a Kofi Annan al frente de esta iniciativa no dice nada bueno sobre la misma. Annan pasará a la Historia como un profundo fracaso, si no algo peor. Inhibido ante su responsabilidad de detener el genocidio en África, ciego frente los abusos de su personal en misiones de paz por medio mundo, y encubridor de la extensa red de corrupción de su personal en las relaciones de la ONU con el Irak de Saddam, Kofi Annan sólo puede arrojar muchas dudas sobre su eficacia como gestor, su integridad moral y sus intereses personales. Cierto, Rodríguez Zapatero y Annan comparten su profundo antiamericanismo, su odio visceral hacia George W. Bush y el disfrute del poder. Y también es verdad que perder los privilegios, intangibles y bien tangibles, que recibe el secretario general de la ONU debe resultar muy doloroso. Para Kofi Annan y para su familia que tanto se ha beneficiado de su puesto.
En todo caso, la defensa del valido de Zapatero no nos ha salido gratis a los españoles. El mismo día Leyre Pajín firmaba una donación de más de 500 millones de Euros, sin contrapartida alguna, a la ONU. Mientras, su jefe charloteaba con el amigo Annan.