Justicia

por Juan F. Carmona y Choussat, 3 de mayo de 2011

(Publicado en Expansión, 3 de mayo de 2011)
 
El 20 de septiembre de 2001 el presidente Bush dijo "Llevaremos a nuestros enemigos ante la justicia, o la justicia a nuestros enemigos, pero se hará justicia".
 
El 2 de mayo de 2011, el presidente Obama ha dicho "Se ha hecho justicia". Es exactamente lo que un grupo de especialistas de la armada americana y de la CIA han hecho con el terrorista más despiadado del planeta. ¡Enhorabuena!
 
Se recordará que la guerra contra el terrorismo que iniciaron los atroces atentados del 11 de septiembre fue caracterizada como una lucha contra el islamo-fascismo. De acuerdo con esta interpretación era un monstruo de dos cabezas, la islamista, representada por los talibán, y la fascista, representada por las tiranías que sojuzgan el mundo islámico. Por ello el ajusticiamiento de Bin Laden, una vez colgado Sadam por los propios iraquíes, es comparable a lo que hubiera supuesto liquidar a Hitler.
 
Si, de nuevo de acuerdo con esta explicación, estamos luchando la IV Guerra Mundial, habiendo sido la III la denominada Guerra Fría, y si, de acuerdo con lo que Bush dijo nueve días después de los ataques, los miembros de esta hidra son "los herederos de todas las ideologías criminales del siglo XX", entonces este acontecimiento es esencial en el desenvolvimiento de la guerra contra el terrorismo.
 
Estamos en vía de dar cumplimiento a lo que añadía Bush al identificar a los criminales: "Al sacrificar la vida humana para servir sus visiones radicales, al abandonar cualquier valor excepto la voluntad de poder, siguen el camino del fascismo, del nazismo y del totalitarismo. Y seguirán ese camino hasta su fin que es la histórica tumba sin nombre de las mentiras desechadas".
 
No es ocioso atender a los informes que indican a los retenidos en Guantánamo como la fuente de las pistas para localizar al terrorista, ni a que los primeros en condenar la ejecución de Bin Laden sean los terroristas emergidos de la Hermandad Musulmana que denominamos Hamas. La internacional terrorista se localiza ahora casi exclusivamente en el régimen mulocrático de Teherán.
 
Los años de dedicación de las autoridades americanas a la captura de Bin Laden demuestran que los Estados Unidos siguen siendo una gran Nación. Puede muy bien afirmarse que, en comparación con la estrategia de détente adoptada en su día por Nixon e intelectualmente forjada por Kissinger, es el concepto aplicable a la aproximación de Obama a la guerra contra el terrorismo. Sin embargo, con la preservación de su contingente en Irak, dedicado a una pacífica transición a la democracia, y su incremento de tropas en Afganistán, no ha querido que el cambio a la nueva postura fuera tan marcado que concluyera en un fracaso.
 
La muerte de Bin Laden no es el final de esta guerra, y el desafío de la llamada "primavera árabe" no será el único hecho que demuestre que los islámicos no están condenados a la opresión. Pero en todo el camino que queda por recorrer, nunca podrá olvidarse que es el rechazo al terrorismo en la defensa de los valores occidentales el que ha llevado a una perdurable resistencia. Este fue el gran error Bin Laden, pensar que los americanos eran unos mimados incapaces de reaccionar.
 
Aquí está lo que dijo después de la retirada americana de Somalia tras la horrible matanza filmada en la película Black Hawk Down:"Los jóvenes estaban sorprendidos de la baja moral de los soldados americanos y se dieron cuenta, más que nunca, que el soldado americano era un tigre de papel, que tras unos pocos golpes huía derrotado".
 
La encomiable persistencia de ese tigre de papel ha querido que uno de los soldados de ese ejército le vuele la cabeza. Es un aviso de los herederos de los muertos en Somalia a los que se sientan atraídos a la vocación de líder terrorista.
 
Es el momento de distinguir entre los métodos de lucha contra el terrorismo. De acuerdo con unos hay un fondo de legitimación en la motivación asesina, de conformidad con otros, esta es irrelevante. Los españoles hemos crecido en un entorno crecientemente comprensivo con la primera de las opciones y sólo durante una breve época de nuestras vidas hemos visto cómo se decía no a las pócimas mágicas que debían librarnos de esa lacra: negociación, proceso de paz, mecanismos de resolución de controversias. Hacer equivalentes, y sujetos aptos para el trato, a los criminales con los estados que los combaten en defensa de sus ciudadanos, es una de las más atroces consecuencias de la mentalidad presente. Victoriosa ésta se evaporaba el tradicional, y o cuán necesario, concepto de la justicia.
 
Haber hecho justicia con Bin Laden envía exactamente el mensaje imprescindible a los asesinos: que sus acciones no les llevarán al éxito sino a la muerte y la derrota. La vacilación frente al terror y la eterna tentación del apaciguamiento han demostrado una y mil veces que su siembra sólo alumbra el amargo fruto de la perpetuación de la injusticia y la excusa de los criminales. Lo que los Estados Unidos, unilateralmente, han hecho es romper esa ecuación posmoderna. Esperemos haber aprendido por fin la lección.
 
 
Juan F. Carmona y Choussat es Doctor en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid.