Irán: Qué se puede esperar

por Rafael L. Bardají, 5 de octubre de 2013

(Publicado en La Gaceta, 5 de octubre de 2013)

 El nuevo Presidente iraní, Hasán Ruhani, está plenamente inmerso en una ofensiva diplomática para presentar una imagen de moderación, buena voluntad y de apertura al mundo cuyo máximo exponente ha sido su discurso en Naciones Unidas de hace unos días. Sin embargo, el hecho de que el presidente americano le solicitara por cinco veces mantener una reunión bilateral y que las cinco veces se lo negara, dice mucho de su supuesta nueva actitud. Por no decir de sus declaraciones a su regreso a Teherán donde ha mostrado el mismo desdén que sus predecesores hacia América y su compromiso con el enriquecimiento de uranio. Con todo, ya hay poderosas voces en la administración americana y en Europa pidiendo la suspensión de las sanciones para estimular el reformismo en Irán.

 
Y es que no aprendemos. Ya hemos vivido la ilusión de los reformistas del régimen de los ayatolas cuando Jatamí asumió el poder entre 1997 y 2005. Justo cuando Irán empezó su programa nuclear clandestino. Como el propio Ruhani dijo hace un par de años, “mientras negociábamos con los europeos en Teherán, pasábamos de no tener ninguna centrifugadora a disponer de 700 funcionando”. Hoy, como han podido contar los inspectores de Viena, no sólo el programa se ha expandido, contando ya con más de 21 mil, sino que también se ha modernizado con los nuevos modelos IR-2m, mucho más eficientes.
 
Pero es que además de la amenaza nuclear, sabemos perfectamente que Irán no ha sido ni puede ser una potencia statuquoísta. Su naturaleza Shíi, no sunní, no ser árabe sino persa, y el jomeinismo intrínseco en el régimen la ha llevado durante décadas a intervenir en la zona mediante diversos lacayos, incluido Hezbollah en el Líbano; ha recurrido al terrorismo no sólo en el Levante sino en lugares tan distantes como Buenos Aires, la India o, como en el verano de 2012, en Bulgaria. El mismo año, dicho sea de paso, que la policía americana frustraba un atentado en Washington contra el embajador de Arabia Saudí. En fin, las milicias iraníes han estado presentes y muy activas en Afganistán y en Irak. Como lo están ahora apoyando al régimen de Basher el Assad en Siria.
 
En fin, la teocracia iraní no es un régimen cualquiera. Internamente se caracteriza por la represión brutal de sus opositores y por la laminación de los elementos verdaderamente moderados y externamente por su afán revolucionario. Y hay que recordar que Ruhani, el ahora nuevo líder moderado, ha sido parte activa del régimen y que fue elegido con gran apoyo popular por ser el menos malo de los 7 candidatos debidamente aprobados por el propio régimen. ¿Saben el chiste de la rana y el escorpión cruzando el río? Pues eso.