Irán; armagedón terrorista

por Caroline Glick, 28 de noviembre de 2007

(Publicado en Jewish World Review, 20 de noviembre de 2007)

Según informaciones extranjeras, Israel destruyó una instalación de armamento nuclear en Siria en septiembre. Nunca una historia mayor ha sido escondida bajo la alfombra por tanta gente con tanta rapidez. ¿Qué debemos deducir de esto?
 
A lo largo del fin de semana, el ex fiscal federal y director de la no gubernamental International Intelligence Summit, John Loftus, difundía un informe acerca del programa de armamento de destrucción masiva de Irak. Su informe se basaba en un estudio privado de documentos iraquíes incautados. Son los documentos en lengua árabe no revisados que las fuerzas norteamericanas incautaron pero que no llegaron a traducir tras la caída de Saddam Hussein en el 2003.
 
Después de una prolongada batalla entre el Congreso y el entonces director de la agencia nacional de Inteligencia de los Estados Unidos John Negroponte, el Presidente George W. Bush ordenó que esos documentos fueran colocados en una página web de acceso público el año pasado. Fueron retirados después de descubrirse que entre los documentos iraquíes se encontraban descripciones precisas de cómo construir armas nucleares.
 
Como resumía Loftus, 'Lo esencial de las nuevas pruebas es esto: alrededor de un cuarto del programa de armamento de destrucción masiva de Saddam fue destruido bajo presión de la ONU entre principios y mediados de los años 90. Saddam vendió aproximadamente otra cuarta parte de su arsenal de armamento a sus vecinos árabes entre mediados y finales de los años 90. Los rusos insistieron en retirar otra cuarta parte más en los últimos meses antes de la guerra. Las últimas armas de destrucción masiva restantes, el contenido de los laboratorios de armamento nuclear de Saddam, se encontraban aún dentro de Irak el día en que las fuerzas de la coalición llegaban en el 2003. Su equipo de armas nucleares fue escondido en enormes cámaras submarinas bajo el río Éufrates. El inventario nuclear entero de Saddam fue más tarde robado de estos almacenes justo delante de las narices de los americanos”.
 
Loftus cita a continuación fuentes israelíes que afirman que el programa de armamento nuclear iraquí fue transferido a la provincia de Deir az Zour, en Siria.
 
El informe de Loftus concuerda con un informe difundido en la página web del periódico kuwaití Al Seyassah el 25 de septiembre de 2006. Ese informe, que yo destacaba el pasado noviembre, cita fuentes de la Inteligencia europea y afirma que a finales del 2004, Siria comenzó a desarrollar un programa nuclear cerca de su frontera con Turquía. El programa de Siria, que estaba dirigido por el hermano del Presidente Bashar Assad, Maher, y defendido por una brigada de la Guardia Revolucionaria iraní, hacia mediados de 2006 'había alcanzado la etapa de actividad media'. La información kuwaití afirma que el programa nuclear sirio 'se basaba en el equipo y los materiales que los hijos del depuesto líder iraquí, Uday y Qusai, transfirieron a Siria utilizando docenas de camiones y trenes civiles antes y después de la invasión norteamericano-británica de marzo de 2003'.
 
El programa, que estaba dirigido por iraníes con la asistencia de científicos iraquíes y científicos procedentes de las repúblicas musulmanas de la antigua Unión Soviética, 'estaba construido originalmente sobre los restos del programa iraquí después de ser transferido por completo a Siria'. Estas informaciones y diversas otras más parecidas que han aflorado a lo largo de los últimos años nos cuentan cosas interesantes y preocupantes.
 
En primer lugar, demuestran exactamente lo difícil que es reunir información precisa acerca del estatus de los programas de armas de destrucción masiva.
 
Desde la Guerra del Golfo de 1991 hasta la invasión de Irak en el 2003 encabezada por Estados Unidos, los programas de armamentos de destrucción masiva de Irak eran un punto preferente de la agenda internacional. Y aún así, año sí y año también, los inspectores de la ONU, que se encontraron sobre el terreno a lo largo de la mayor parte del período de tiempo, fracasaron a la hora de proporcionar una imagen precisa de esos programas. En la práctica, los documentos y las informaciones referentes a la transferencia de esos programas a Siria demuestran que esos informes de inspección eran completamente imprecisos.
 
Y no solamente fracasó la ONU. Los propios Estados Unidos también fracasaron. Tras invadir Irak y derrocar al régimen de Sadam, los brazos militar y de Inteligencia de los Estados Unidos no tomaron casi ninguna medida para garantizar que los enclaves sospechosos eran asegurados y registrados. Estados Unidos tampoco buscó informes claros de Inteligencia que indicaran que en las semanas previas a la invasión, sospechosos convoyes de camiones habían viajado de Irak a Siria transportando lo que se presumía eran componentes de armas de destrucción masiva.
 
En cuanto a Siria, aún hoy, después de que Israel destruyera presuntamente la instalación nuclear siria de Deir az Zour, Estados Unidos y la comunidad internacional en conjunto se comportan como si no hubiera nada fuera de lugar. La Secretario de Estado Condolizza Rice se reunía con su homólogo sirio Walid Muallem el 3 de noviembre e invitaba a Siria a exigir los Altos del Golán a Israel en su conferencia de paz en Annapolis más adelante este mes.
 
Los casos sirio e iraquí también demuestran que el valor político y la honestidad intelectual son las claves de la recogida y el análisis de información de Inteligencia referente a los programas de armamento de destrucción masiva. Cuando los líderes y los funcionarios de Inteligencia no están interesados en encontrar información acerca de estos programas, tienen garantizado no encontrar nada. Y cuando no quieren hacer nada con la información que tienen, pueden argumentar con facilidad que su información no era concluyente. En contraste, si deciden actuar en función de información de Inteligencia que cuestiona las nociones preconcebidas y los sitiados intereses políticos, tienen garantizado sufrir la condena de aquellos que tienen interés en continuar restando importancia o negando los peligros que manifiestan estos programas.
 
En el contexto de la incapacidad y la falta de disposición internacional y norteamericana a la hora de tratar los programas nucleares sirio e iraquí, las informaciones que salen de Irán con respecto al programa nuclear de la muláocracia y las respuestas norteamericanas e israelí a ello son aterradoras cuando menos.
 
La semana pasada, la Agencia Internacional de la Energía Atómica reconocía que Irán actualmente está operando 3000 centrifugadoras. A este ritmo de enriquecimiento de uranio, Irán será capaz de producir una bomba atómica en cuestión de un año. Esto significa que la diplomacia hoy ya no es válida. Es demasiado tarde para convencer a Irán de abandonar su programa nuclear.
 
Más preocupante quizá que el informe de la Agencia -- redactado por Mohamed ElBaradei, quien a excepción de los propios mulás es el hombre menos interesado en tomar medidas contra del programa de Irán -- fueron las reacciones norteamericana e israelí a él. El Primer Ministro Ehud Olmert informaba presuntamente a sus ministros de que Israel necesita desarrollar medidas para el día posterior a que Irán ingrese en el club nuclear.
Los Estados Unidos no están simplemente desarrollando medidas para el día después. Están trabajando para blanquear el papel de Irán a la hora de fomentar la insurgencia en Irak en un esfuerzo por reiniciar las negociaciones directas con Teherán. Según el New York Sun, Rice y el Secretario de Defensa Robert Gates están tan impacientes por atribuir una disminución en la violencia iraquí a Irán que están dispuestos a ridiculizar los propios logros del ejército norteamericano en su 'incremento de efectivos' en Irak.
 
El peligro implícito en las decisiones norteamericana e israelí de hacer planes para el día después a que Irán obtenga la bomba quedaba patente en dos sucesos recientes.
En primer lugar, el New York Times del domingo informaba de que desde el 11 de Septiembre, Estados Unidos viene ayudando a los pakistaníes a asegurar sus instalaciones nucleares. En declaraciones al Times, John E. McLaughlin, ex director en funciones de la CIA, decía 'Estoy seguro de dos cosas, que los pakistaníes son muy serios en materia de asegurar este material, pero también en que alguien en Pakistán está completamente decidido a ponerle sus manos encima”.
 
Esta noticia deja claro que incluso si el régimen es considerado digno de confianza, al estar amenazado por los jihadistas, existe un peligro de que sus armas nucleares caigan en sus manos. Si eso sucede, la noción de disuasión se hará pedazos.
 
Los últimos avances en la investigación del atentado de 1994 contra el centro judío de la AMIA en Buenos Aires dan más motivos aún de preocupación. Hace 13 años, Irán ordenaba a su brazo terrorista Hezbolá atacar el edificio de la AMIA. 85 personas perdieron la vida.
 
Hace dos semanas, Argentina solicitaba que la Interpol extendiera órdenes internacionales de arresto contra cinco iraníes y un libanés implicados en el atentado.
Interpol obedeció. La semana pasada, Irán respondía a la maniobra de la Interpol exigiendo que Interpol extienda órdenes de detención contra cinco argentinos relacionados con la investigación del atentado de la AMIA. Irán les acusa del 'crimen' de insultar a Irán.
 
Esta es una situación inquietante a varios niveles. El atentado de la AMIA implica a un estado que contrata a un grupo terrorista para perpetrar un ataque masivo contra civiles inocentes simplemente porque eran judíos. Durante años, por razones políticas, el gobierno argentino obstaculizó su propia investigación del ataque. En la práctica costó 14 largos años que Argentina solicitara esas órdenes de detención de Interpol.
 
Y entonces, en una señal del desprecio a la comunidad internacional, Irán anuncia su exigencia de contra-órdenes. Y el mundo no ha dicho esta boca es mía.
 
La idea es que incluso si una se cree el dudoso argumento de que se puede confiar en el régimen iraní con armas nucleares, teniendo en cuenta el precedente de la AMIA, no existe ningún motivo para dudar de que Irán transfiera con el tiempo sus armas a Hezbolá o a cualquier otro grupo terrorista iraní para ser detonadas en Israel.
 
Lo que aprendieron los iraníes, y en la práctica lo que Israel debería haber aprendido de la investigación del atentado de la AMIA, es que nadie levantará automáticamente un dedo a Irán por un ataque perpetrado por las delegaciones terroristas de Irán.
 
Y ASÍ volvemos al programa de la bomba nuclear de Irán, que al igual que los programas sirio e iraquí, está parcialmente oculto, pero el cual la pro-iraní Agencia Internacional de la Energía Atómica afirma que solamente está a un año de haber finalizado. Y volvemos a Estados Unidos e Israel actuando como si fuera posible convivir con un Irán con armamento nuclear.
 
Vemos todo esto y preguntamos: ¿cómo pueden ser tan irresponsables Washington y Jerusalén? Vemos la supuesta disponibilidad de Olmert a contrarrestar un Irán con armamento nuclear y nos preguntamos, ¿cómo puede intentar cruzarse de brazos ante una amenaza de aniquilación nuclear inminente?


 

 
 
Caroline Glick es periodista por la Universidad de Columbia y editor jefe en funciones de The Jerusalem Post. Tras finalizar sus estudios, ingresó en el ejército y alcanzó una consejería en las negociaciones de Oslo junto al ex primer ministro Rabin. Tras abandonar la esfera política, Glick pasó al periodismo con una columna semanal de portada en el diario. Durante el reciente conflicto de Irak, fue la periodista empotrada del medio, estando en el primer escuadrón americano que entró en Bagdad y siendo la primera mujer en poner el pie en la capital durante el conflicto.