Inconsciencia de la defensa

por Rafael L. Bardají, 26 de diciembre de 2011

(Publicado en La Gaceta, 26 de diciembre de 2011)

Es un mito útil decir que los españoles valoran y mucho a sus militares. Es verdad, eso es lo que reflejan numerosas encuestas, que les coloca como institución por encima de los políticos, por ejemplo. Pero no es menos cierto que los mismos encuestados rechazan de plano mejorar los medios materiales y financieros de nuestras Fuerzas Armadas ( ni más armas ni más gasto en Defensa) así como la misión última de los ejércitos (luchar y vencer en una guerra).

Ahora bien, si los españoles sufren eso que se llama conciencia de defensa nacional no es debido a que carezcan por completo de conciencia nacional, como suele decirse, sino a que no sienten en sus carnes amenaza alguna. Lo que diferencia a España de muchos de nuestros vecinos es nuestra endémica carencia de percepción de amenaza. ¿Cómo justificar, pues, los recursos y las misiones de las Fuerzas Armadas si no se siente necesidad de emplearlas o tenerlas? A los militares se les quiere mucho, a los ejércitos no tanto.
 
Y no se trata de un problema del cuerpo social, sino, más preocupante, también de las elites políticas. Pocos líderes piensan que para ser un país de prestigio y peso internacional hay que contar con una defensa robusta y moderna; pocos se aprestan a afirmar públicamente que el sector industrial de la defensa es clave y estratégico para el futuro tecnológico de la nación.
 
En España la defensa siempre ha sido el patito feo de la política. La mejor prueba, los magros recursos presupuestarios que se le han concedido. La austeridad amenaza con quitarle otro pellizquito más. Puede que sea solidario y necesario, pero no parece razonable poner la carreta de los recortes delante de los bueyes de nuestra seguridad. Se hay que recortar que se haga con sentido estratégico, no exclusivamente financiero. El presupuesto al servicio de los objetivos, no al revés.