Impedir el desorden

por Juan F. Carmona y Choussat, 25 de septiembre de 2012

Publicado en La Gaceta, 24 de septiembre de 2012

 Acabada la II Guerra Mundial, Estados Unidos se encontró supremo en Occidente. Europa yacía destruida. Al otro lado de los Urales se levantaba el Imperio Soviético amenazando a los países limítrofes.

 
Truman, presidente a la muerte de Roosevelt, que asistió al famoso discurso de Churchill sobre el telón de acero, dispuso que sería doctrina de los Estados Unidos resistir los intentos de opresión de la URSS sobre las demás naciones. La teoría se llamó “containment” o contención pues no tenía por finalidad retrotraer las fronteras de influencia sino detenerlas.
 
De ahí surgió el Plan Marshall embrión de la Europa que conocemos y razón primera de la hoy UE pero también de la OCDE y la OTAN. La prosperidad económica fundada en el capitalismo y la seguridad fundada en la defensa vigorosa frente a la amenaza comunista forjarían el orden mundial.
 
Cuarenta años después, no sin dificultades – Corea terminó en empate y Vietnam en derrota – el modelo se impuso pudiendo decir el politólogo Fukuyama que el ideal demócrata-liberal era, en adelante, el único válido. Los totalitarismos nacidos en la vieja Europa habían sido derrotados por la libertad.
 
El 11 de septiembre de 2001 se quebró este orden, por obra de un nuevo totalitarismo teocrático producto del fanatismo islamista. El resentimiento de una zona del mundo venida a menos por, así lo interpretaban los radicales, el abandono de los dogmas originales del Islam por culpa de la seducción de Occidente engendraba un odio mortal.
 
Hoy falta de adhesión al sistema que creó Occidente. Se pone agua en el vino del modelo económico y se intenta contentar a los que no se van a contentar – expresión de Julián Marías – como  respuesta a la violencia injustificable ¿Alguien resucitará el ideal occidental o hemos de prepararnos a una nueva noche totalitaria?