Hablando de hablar con el fin de ganar tiempo

por Amir Taheri, 11 de julio de 2006

A juzgar por las informaciones procedentes de media docena de capitales, montones de personas parecen estar negociando con montones de personas acerca de futuras conversaciones entre la República Islámica de Irán y cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas mas Alemania.
 
Hablando de hablar es una antigua táctica utilizada cuando quiera que a los adversarios se les acaban las ideas acerca de su próximo movimiento. La premisa es que mientras los dos bandos hablan de hablar, ninguno hace nada que ponga en peligro la posibilidad de celebrar 'conversaciones verdaderas' en el futuro.
 
En ocasiones un bando u otro utilizan la táctica para ganar tiempo. Hablar acerca de hablar también puede utilizarse como sustituto de una política. Esto es lo que sucedió en el caso de Corea del Norte.
 
Estados Unidos y sus aliados regionales, Corea del Sur y Japón, nunca han logrado desarrollar una política coherente para tratar con Corea del Norte.
 
Inicialmente, los tres tenían un objetivo: contener al régimen de Pyongyang. Hacia mediados de los años 90, sin embargo, había quedado claro que Corea del Norte había echado toda la carne en el asador y desarrollaba la capacidad nuclear que afectaría al equilibrio de poder en Extremo Oriente.
 
De pronto, Estados Unidos y sus aliados decidieron que evitar que Pyongyang obtuviera la bomba debía ser su principal objetivo. Eso llevó a conversaciones acerca de conversaciones, un proceso que se detuvo cuando Corea del Norte decidió acelerar su armamento nuclear.
 
Una ventaja de hablar acerca de hablar es que, si se prolonga lo bastante, puede aburrir al público y alejar su atención.
 
En el caso de Corea del Norte, la neblina generada a través de años de hablar acerca de hablar creó un escenario farragoso en el que ya no es posible aclarar más si Pyongyang tiene realmente o no la bomba y, si la tiene, qué podría hacer con ella.
 
Del modo en el que las cosas se desarrollan, parece que nos encaminamos hacia una situación norcoreana con respecto a Irán.
 
Es probable que las presentes conversaciones acerca de celebrar conversaciones continúen hasta la cumbre del G-8 en San Petersburgo el mes que viene.
 
La cumbre propondrá entonces un nuevo marco para más conversaciones acerca de conversaciones que podría llevar meses.
 
Puesto que la administración Bush no ha fijado márgenes a Teherán para aceptar o rechazar el último trato acerca de la oferta, la República Islámica tendría muchas oportunidades de prolongar el proceso hasta que se convierta en política.
 
Hay motivos para creer que algunos de los restantes protagonistas también podrían querer que eso sucediera. ¿Por qué iba la administración Bush a seguir adelante con este asunto, pudiendo dejarlo para que lo trate el próximo presidente?
 
La Secretario de Estado de Estados Unidos Condoleezza Rice debe haber estudiado la historia de las relaciones Irán-Estados Unidos desde 1979.
 
Así, debe saber que cuatro administraciones norteamericanas sucesivas, Demócratas y Republicanas, acabaron en desastre tratando con la República Islámica.
 
Intentaron de todo, del apaciguar a los mulás hasta utilizar realmente la fuerza contra ellos. Al final, sin embargo, nada logró tumbar a la República Islámica o convertirla en un amigo.
 
En cuanto a los europeos, mas Rusia y China, es obvio que no tienen ningún interés en ver que la República Islámica que les ha permitido dominar el mercado iraní y disfrutar de acceso privilegiado a los recursos energéticos iraníes abandona su estrategia antiamericana.
 
En cuanto al cambio de régimen en Irán, ¿por qué deben los europeos, mas Rusia y China, ayudar a crear un régimen pro-americano en Teherán, un régimen que en el mejor de los casos les convertirá en damas de honor de la esposa americana?
 
Por todos esos motivos, Estados Unidos y sus presuntos aliados del grupo 5+1, es decir, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad mas Alemania, podrían verse tentados de intentar la fórmula norcoreana para tratar con la República Islámica.
 
El problema es que Irán no es Corea del Norte. El motivo más importante por el que Irán no puede ser tratado como Corea del Norte pertenece al ámbito de las respectivas ambiciones globales de los regímenes de Teherán y Pyongyang.
 
Hasta mediados de los años 60, la directiva de Pyongyang aún albergaba ciertas esperanzas de anexionar algún día Corea del Sur y reunificar la Península bajo el estandarte de Kim Il-sung.
 
En las últimas tres o cuatro décadas, sin embargo, el vacío en términos de prosperidad y libertad entre Corea del Norte y Corea del Sur se ha expandido hasta el punto de que ni siquiera el ideólogo más loco de Pyongyang sueña con imponer su variante de comunismo al Sur.
 
La caída de la Unión Soviética y la adopción del sistema capitalista por parte de China también han señalado que, de iniciar una guerra de conquista contra el sur, Corea del Norte se encontraría por fin aislada.
 
Todo esto significa que el régimen norcoreano actúa más por miedo que por sueños hegemónicos.
 
La República Islámica, sin embargo, cree estar haciendo historia.
 
Se ve a sí misma como una potencia en ascenso en el momento en el que las potencias del status quo en Occidente, mas Rusia, afrontan un declive demográfico y el debilitamiento de la voluntad de lucha.
 
Mientras que Corea del Norte va en solitario, la República Islámica se considera la cabeza de 1,3 billones de musulmanes, mayoría en 57 estados, y tiene la ambición de crear un 'bloque de potencias' islámico bajo su liderazgo.
 
Todo esto significa que mientras Corea del Norte, sin importar lo grande que sea arsenal real o ficticio, puede ser ignorada, Irán no.
 
Antes o después, Estados Unidos, y en la práctica las potencias externas y locales, tendrán que dejar de marear la perdiz en el tema iraní y dar forma a políticas reales para tratar con un régimen que, de no ser incluido en el sistema global, podría convertirse en la fuente más peligrosa de inestabilidad, incluso guerra, en una de las regiones más sensibles del mundo.
 
 
Amir Taheri es periodista iraní formado en Teherán. Era el editor jefe del principal diario de Iran, el Kayhán, hasta la llegada de Jomeini en 1979. Después ha trabajado en Jeune Afrique, el London Sunday Times, el Times, el Daily Telegraph, The Guardian, Daily Mail, el International Herald Tribune, The Wall Street Journal, The New York Times, The Los Angeles Times, Newsday y el The Washington Post, entre otros. Actualmente trabaja en el semanario alemán Focus, ha publicado más de una veintena de libros traducidos a 20 idiomas, es miembro de Benador Associates y dirige la revista francesa Politique Internationale.