Gubernatio Horribilis

por Rafael L. Bardají, 2 de enero de 2020

En su discurso conmemorativo del 40 aniversario de su ascenso al trono de Inglaterra, la reina Isabel II declaró 1992 como “Annus Horribilis”.  Su familia no había pasado por sus mejores momentos con la separación del Duque de York, el divorcio de su hija, la princesa Ana, la publicación de una biografía de Diana de gales con bastantes episodios escabrosos, la revelación de unas conversaciones inapropiadas del príncipe Carlos, y, no menos importante, el incendio del Palacio de Windsor. Era comprensible su pesar.

 

Pero nada comparable 1992 con el año 2020 que nos espera a los españoles que no seamos presos independentistas, separatistas de cualquier pelaje y lengua, sindicalistas de mariscada y cohíba, comunistas de porsche y casoplón, o, simplemente, enchufado del PSOE, ese gran aparato de colocación laboral. Porque si usted no es de esos, preparase que lo que le viene son más impuestos, menos libertad de expresión, menos libertad de elección, más pobreza, tal vez paro, y un gran temor: que todo vaya aún a peor en 2021.

 

Que Bolivia nos de lecciones de democracia y transparencia y ponga en ridículo los planes de liberación de unos líderes ligados a Evo Morales, perseguidos por la justicia de aquel país,  sería un mal chiste si no fuera verdad. Prueba de la bajeza a la que se puede llegar por detentar el poder desde La Moncloa, en calidad de presidente y de vicepresidente. No es de extrañar que a una gran mayoría de españoles les quite el sueño lo que el dúo Pedro y Pablo harán con el poder en sus manos. Sánchez dixit. De su programa de gobierno sólo cabe discutir cuándo tiempo tardaremos en llegar a la argentinización, con su corralito incluido, y cuanto tiempo más tardará en parecer el Gulag en algún lugar de nuestra geografía, quizá la llamada Siberia Extremeña, por aquello de las concomitancias.

 

El portavoz del PNV decía esta semana que un gobierno PSOE/Podemos dependiente de sus votos y de los de Esquerra Republicana, sería un gran regalo de Reyes si se votara finalmente el día 5 de enero. Por algo lo dirá. Como también tendrá que dar explicaciones el presidente de Cantabria, Revilla, quien por unos kilómetros de carretera cierra los ojos ante las demandas de los separatistas.  Con actitudes como las suyas, por muy simpático que quiera hacerse en televisión, se destruye España.

 

Hay mucha gente que decía que este gobierno socialcomunista no llegaría a fraguar, que no podía suceder en un país avanzado, miembro de la UE, como España. Pero está sucediendo y la banca, las grandes empresas y las tecnológicas lo van a notar. Aunque mucho menos que el español de a pie, de esa clase media que tiende a desaparecer, sepultada por los impuestos, la incertidumbre laboral y la falta de opciones. Y si no te haces rico en el siglo XXI, te haces pobre.

 

En nuestra querida España, si te quieres hacer famoso, no investigues, no hagas donaciones millonarias, no busques el éxito profesional. Acuéstate con algún conocido y dedícate después a ir contándolo de plató en plató, en esta maraña televisa del mal gusto en lo que se han convertido nuestras cadenas. Y si quieres hacerte rico, no pienses en trabajar, invertir y esforzarte, hazte militante de un partido de izquierdas porque es ahí donde se ven los ascensos más meteóricos: de los eres a Galapagar. Tiene donde elegir. 

 

Mariano Rajoy acabó con toda movilización social opuesta a la progresía y la izquierda. Su paso por el poder, digan lo que quieran decir sus (des)memorias, fue el de un Atila ideológico. Tanta inacción en tan poco tiempo… y el problema es que ahora no hay mimbres con los que enfrentarse a la ola revolucionaria de izquierdas que sacude nuestra sistema vital, no ya la constitución. Mientras se subvierte plácidamente nuestro ordenamiento legal,  mientras se planea romper la unidad de nuestra nación, mientras se piensa en cómo acabar con la riqueza y en cómo silenciar a la oposición, nuestro centro derecha sigue sonriente porque cree que, al final, los españoles le darán su confianza para que arregle los estropicios que siempre comete la izquierda en el gobierno. No se dan cuenta de que ya no hablamos de estropicios, sino de auténticos destrozos, seguramente irreparables.  Y entre esos destrozos se incluye el plan de que  nunca vuelva a gobernar un partido de centro-derecha en España, por muy socialdemócrata que sea.

 

No, lo que viene no es un gobierno normal, como otro cualquiera, sólo que de distinto color. Es un gobierno de demolición: del orden constitucional, incluida la corona; de nuestra convivencia y paz social; y de nuestro sistema de libertades. Son lo que son: el alacrán que prefiere ahogarse picando a la rana en medio del río, antes que dejar de ser lo que es.