Francia, capital Alepo

por Juan F. Carmona y Choussat, 15 de noviembre de 2015

El 27 de enero de 2014 el presidente americano Obama comparó, en una entrevista-río en la prestigiosa revista progresista The New Yorker, a los que han matado a centenar y medio de franceses en los recientes ataques terroristas con un “equipo menor”, que no por ponerse uniformes del estelar equipo de baloncesto de los Lakers de Los Ángeles iba a convertirse en relevante. Esta persona, ajena al ridículo, volvió a rechazar en su intervención de condolencias identificar a los autores de los atentados con el Califato, a pesar de la excelente información a su disposición al respecto.

Hoy, cuando la guerra en Siria, verdadero caldo de cultivo del terrorismo que se sufre hoy en Europa, cuenta más de doscientos cincuenta mil muertos y más de cuatro millones de refugiados; cuando enterramos en París a los que mueren a manos de los que se entrenan en Raqqa, es forzoso señalar a quien pudiendo haber detenido aquella guerra prefirió hacer un pacto con Asad, Rouhani y Putin en lugar de ejercer su responsabilidad.  

Las cuentas macabras rara vez dan el verdadero sentido de lo que sucede en el ámbito bélico o de cuáles son los deberes de los responsables políticos en el mantenimiento de la paz y la disuasión en el mundo. En el caso de la guerra contra el terrorismo, mejor calificada por Eliot Cohen o Norman Podhoretz como IV Guerra Mundial, tampoco. Sin embargo, es imperativo hacer constar que desde el 2003 hasta hoy (12 años) la guerra de Irak ha causado entre combatientes y civiles, según la página especializada iraqbodycount.org, doscientos veinticuatro mil muertes. En la tercera parte del tiempo, la ausencia de intervención de Obama en Siria ha generado ya más de doscientos cincuenta mil, sin contar por supuesto a los tristemente asesinados en París ni el 13 de noviembre ni el enero pasado. Sin contar tampoco el éxodo masivo de habitantes de la zona que ha desestabilizado ya a Jordania, Líbano y Turquía y se apresta a hacerlo al conjunto de Europa.

Esta es la cruz de la moneda de la expresión Pax Americana, y que viene a referirse al periodo de libertad y expansión económica de Europa y el mundo en general tras la victoria aliada en la II Guerra Mundial y la exitosa campaña de la Guerra Fría (III Guerra Mundial) culminada el 9 de noviembre de 1989 con la caída del Muro y el 25 de diciembre de 1991 con la disolución del imperio comunista soviético. Hoy, a este respecto, en Washington, rien ne va plus, lo que es muy penoso.

Uno de los asesinos de París, según se publica, podría tener entre sus pertenencias un pasaporte sirio. Apenas una hora tras el inicio del ataque, y mientras aún se producían actos de diabólica violencia en los barrios asaltados, el presidente Hollande decía: “Sabemos de dónde viene este ataque”. En efecto, los servicios militares, policiales y de inteligencia franceses llevaban meses anunciando un inevitable desenlace como el que se produjo porque conocen bien el mecanismo que ha llevado a la guerra siria ha convertirse en un imán de atracción para la destrucción de Francia y Occidente, los tan odiados cruzados en los textos del Califato hoy y Al Qaeda ayer.

Se conocen, y se han publicado en los medios, los nombres, apellidos, incluyendo detalles de sus vidas públicas y privadas inimaginables, de los salvajes islámicos pero nacionales franceses, que cometieron atentados suicidas en Siria y los de aquellos que quieren emularlos en Francia o en el Medio Oriente. Muchos de ellos han sido perseguidos y liquidados en Oriente Medio gracias al uso de medios ultra-sofisticados de combate y seguimiento. Es insuficiente. El caldo de cultivo crea muchos más de los que pueden ser controlados o eliminados.

En un comunicado tuiteado el 14 de noviembre, fechado el 2 de Safar del año 1437, el Califato reivindica los atentados en un francés con dificultades ortográficas. Ese mismo día el presidente francés los califica de acto de guerra y promete actuar en consecuencia ¿Alguien sigue pensando que nos puede ser ajeno lo que ocurre en Alepo? Acaso hoy no, pero mañana seguro. Llevar la guerra al enemigo es imprescindible para no tener que combatirla en nuestras calles. Siempre que se tenga bien claro que el enemigo es una hidra de dos cabezas, constituida por las tiranías medio orientales del estilo de Sadam en Irak o Asad en Siria, y los terroristas islamistas. Pero no es conveniente esperanzarse en exceso sobre lo que los europeos y occidentales, a quienes graciosamente califican de cruzados los criminales, piensan. Porque el olvido, la pereza, la debilidad y la falta de convicción ayudadas por la desinformación y la propaganda interesada seguirán haciendo lo que ya han hecho. A saber: considerar asesinos a quienes procuraron ganar esta guerra, declarada el 11 de septiembre de 2001, mientras disculpan a los culpables y alaban a los responsables. Así como los criminales de hoy son los sucesores de las totalitarias ideologías trágicas del siglo XX, del nazismo y del comunismo, los que esto hacen son los herederos de los colaboracionistas y los compañeros de viaje de antaño. Tontos útiles; tontos y perversos. Bêtes et méchants.