Extremo Oriente: Conteniendo a China
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GEES, 22 de noviembre de 2011
El Oriente Medio es lo urgente, el Extremo Oriente lo importante. La semana pasada asiática comenzó el sábado 12 con una cumbre económica en Hawai y terminó el sábado 19 en Bali con otra de los 21 países del la Cumbre de Asia Oriental, precedida el viernes 18 por la de los 10 de la Asociación de Naciones del Asia del Sureste. Entre cumbres y visitas intermedias, Obama se entrevistó con líderes de lo que se llama Asia-Pácifico y estos lo hicieron entre sí, creando una red de acuerdos, arreglos, compromisos y palabras que muy probablemente supondrán un punto de inflexión en toda la gran área y harán historia.
Estados Unidos estacionará 2.500 marines en el norte de Australia, y dispondrán de algún tipo de instalaciones navales permanentes en Singapur. Washington ha abierto una puerta en Myanmar (Birmania), ahora que su férrea dictadura militar empieza a liberalizarse, rompiendo así un aislamiento que arrojaba al país en brazos de China. Australia e India han iniciado negociaciones sobre el aprovisionamiento de uranio. En Hawai se sentaron las bases de una Asociación Trans-Pacífica (TPP: Trans-Pacific Partnership) que apunta a un área de libre comercio en la zona. De momento la lanzan ocho países de ambos lados del Pacífico. China falta y Japón se propone formar parte. En este frenesí diplomático no ha quedado tema sin tratar.
El mensaje de toda esta actividad es que Estados Unidos vuelve a concederle una atención prioritaria a la zona, después de una década de sentirse absorbido por los problemas de Oriente Medio. La sustancia de ese mensaje, nunca explícitamente nombrada, siempre presente a lo largo de toda la semana, es la contención de China y, por seguir con terminología filosófica, diríamos que la forma ha consistido en los tirones de orejas a Pekín, estos, sí, bien explícitos, por su arrolladoras reivindicaciones en el Mar del Sur de la China. El régimen comunista quisiera tratarlos de tú a tú con cada uno de los ribereños y no deja de proclamar que en ese entierro Estados Unidos no tienen ninguna vela. Los vecinos quieren estar todos juntos en conversaciones multilaterales y están dispuestos a que América lleve el cirio pascual.
El cambio es de los que hacen época. Un diplomático decía que antes los asiáticos preguntaban a Estados Unidos qué les daban a cambio de dejarles tener bases en sus territorios. Ahora preguntan qué es lo que los americanos piden por tenerlas. La gran cuestión asiática ha sido durante años si China conseguiría doblegar a sus vecinos, como históricamente ha hecho durante milenios cuando ha estado unida y ha sido fuerte. Ahora llega la respuesta. Con la ayuda americana están dispuestos a resistir. Esta posición tiene que haber sido preparada con delicados y muy secretos tratos diplomáticos. En un mundo tan agujerado de filtraciones nada había transcendido y los dirigentes chinos han sido cogidos por sorpresa. Al jefe de gobierno Wen Jiabao le ha tocado lidiar con el inesperado tema. Lo ha hecho con prudencia. China preparará ahora su respuesta.