Evo Culpable, ¿hay más responsables?
por Gregorio Cristóbal Carle, 23 de septiembre de 2008
Que todas las naciones -nos quieran bien o mal- sepan que pagaremos cualquier precio, soportaremos cualquier carga, afrontaremos cualquier dificultad, apoyaremos a cualquier amigo, nos opondremos a cualquier enemigo, con tal de asegurar la supervivencia y el triunfo de la libertad.
JFK
A Juan. Evo Morales Ayma, Presidente de Bolivia se le ha quedo grande el cargo de mandatario
Igual pensaba que para manejar los designios de la nación más pobre de Sudamérica bastaba con aplicar estrictamente la demagogia, las mentiras y las malas artes que utilizó en la etapa de dirigente cocalero en el Chapare -cargo, que inexplicablemente, aún ostenta-.
La realidad ha demostrado que su visión política estaba totalmente equivocada, y que en democracia sólo se puede gobernar desde el sagrado respeto a los principios que la inspiran la convivencia en las naciones libres. Lo que en ningún caso se le puede negar es su tremenda habilidad para transmitir una imagen distorsionada de los graves acontecimientos que se van sucediendo en un país que parece ralentizar constantemente el lema marxista de la lucha final.
En este sentido el juego falso y demagógico del doble discurso, aderezado con las constantes acusaciones sin fundamento probatorio han aportado- y continúan generando- los resultados deseados a los miembros de un gobierno revolucionario indígena que prometió una legislatura pacífica y ya cuenta con más de 50 muertos en su haber - a lo que hay que sumar 106 desaparecidos en el conflicto armado de Pando si nos atenemos a las cifras oficiales aportadas por el Ministro de la Presidencia-.
Lo que parece evidente es que Evo no está solo, y que un entramado de fuerzas e intereses - ocultos o visibles, eso es indiferente -dentro y fuera de las fronteras del país andino le están otorgando su beneplácito, además de un apoyo financiero carente de cualquier sentido lógico, a tenor de la grave situación a la que ha llegado la nación andina.
El argumentario al que recurren para ejercitar esa incomprensible defensa es tan simple como demagógico y falso, fundamentándose en que el Presidente de Bolivia fue electo democráticamente en las urnas. El punto de partida es rigurosamente cierto, aunque el razonamiento sea del todo incompleto ya que el hecho de una elección democrática no constituye un elemento de legitimación del régimen cuando desde las más altas instancias gubernamentales se produce una desmedida y constante violación de las reglas del juego, además de un intento -por el momento con resultados muy positivos.- de anular cualquier signo de oposición a las tesis de la revolución indígena etno-centralista.
En este sentido ha sido la radicalización de las posturas del régimen gobernante la que ha llevado a las regiones rebeldes del oriente a levantarse contra la eliminación paulatina de las libertades y la ausencia de un diálogo real y fructífero para hacer frente al fantasma de un conflicto civil generalizado.
Los constantes errores y desagravios del gobierno títere de Hugo Chávez Frías han generado un descontento generalizado en la población boliviana de la media luna ampliada- Santa Cruz, Tarija, Beni, Pando y Chuquisaca- que ha caído en la trampa del levantamiento pseudo armado contra la impostura de la nueva Constitución Política del Estado y el flagrante robo de los recursos generados por el impuesto directo a los hidrocarburos (IDH).
La respuesta a la crisis provocada por Morales y su séquito de aduladores no se ha hecho esperar, y ha sido tan violenta como predecible. Basándose en la presunta defensa del orden constitucional que tanto ha vilipendiado, no ha tenido otra ocurrencia que recurrir a las fuerzas armadas para decretar el estado de sitio en la región de Pando - actual epicentro de los enfrentamientos entre las dos facciones-, así como la orden de detención del Prefecto regional, y la represión desmedida de los elementos contaminantes, opuestos al dislate gubernamental.
Llegados a este punto parece obvio que la culpa se reparte entre los dos bandos porque es innegable que la población de las regiones opositoras se ha excedido en la réplica a los abusos cometidos por el régimen democrático del pequeño indiecito, como le gusta autodenominarse.
La pregunta de oro se refiere a quién apoya a la intransigencia y demagogia del gobierno Morales y cuales son los motivos que sustentan su postura. Algunos se pueden identificar fácilmente, otros necesitan de un análisis más profundo.
Entre los primeros se encuentran Argentina y Brasil, países que cuentan una excesiva dependencia energética de Bolivia -especialmente a este último, que compra al país andino la mitad del gas que necesita para que su economía siga creciendo- En dicho escenario es fácil comprender que la paralización o ralentización de los envíos de materia prima afectaría irremisiblemente los intereses estratégicos de dos naciones que, por otra parte, también están gobernadas por regímenes de izquierda.
Más difícil de comprender es la postura partidista adoptada por la Organización de Estados Americanos (OEA) y su máximo representante, D. José Miguel Insulza, aunque ya existan precedentes de su incondicional apoyo a la autocracia indigeno-centralista encarnada por el Presidente de Bolivia. Bastaría con recordar como la institución homologó un censo electoral manipulado mediante la falsa carnetización de miles de ciudadanos y la eliminación arbitraria de un sin número de bolivianos potenciales opositores al régimen, o el visto bueno otorgado a una consulta electoral revocatoria cargada de irregularidades de fondo y de forma.
Otra de las instituciones internacionales que ha dado un apoyo incondicional e inequívoco a la dictadura revolucionaria de Evo Morales ha sido la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), hecho especialmente llamativo y contradictorio, ya que su carta fundacional, -firmada en Brasilia el 23 de mayo de 2008-, consagra el sagrado respeto a la soberanía nacional de los Estados miembros, la no injerencia en asuntos internos, y lo que es más irónico y contradictorio, la defensa a ultranza de la democracia, sus instituciones y los derechos humanos.
Mal comienza la andadura de UNASUR, especialmente cuando en Bolivia ya se están dando casos flagrantes de presos políticos en democracia. Once ciudadanos han sido confinados en La Paz acusados de vulnerar el estado de sitio vigente en Pando, además de ser advertidos de que se iniciará una investigación- contra ellos- ¿neutral y objetiva?- por la masacre de campesinos habida en las poblaciones pandinas de Porvenir, Filadelfia, Puerto Rico y Puente Cachuelitas.
Sin embargo el gobierno presuntamente democrático nada dice de los disparos realizados por militares a las órdenes del Palacio Quemado en el aeropuerto de Cobija, donde un pastor evangélico perdió la vida. Silencio cómplice guardan al respecto las organizaciones de derechos humanos, vinculadas a la extrema izquierda europea, esa progresía de salón que dirige las revoluciones a distancia.
Una prueba más de dicha actitud partidista es la reciente manifestación llevada a cabo en Alemania por grupúsculos marginales de ideología marxista-leninista ante las puertas de la embajada americana. Un acto folklórico al más puro estilo de los años 70, en el que se pretendía protestar contra la supuesta injerencia del gobierno de los EEUU en los asuntos internos de Bolivia
eso después de que Morales hubiese expulsado al embajador americano siguiendo el tediosa habitual y trasnochado discurso anti-imperialista del que se nutre cualquier régimen de izquierdas que se precie.
Otro asunto -de mayor gravedad, si cabe,- es el que hace referencia a la actividad proselitista desarrollada a favor del cambio revolucionario por buena parte de las ongs extranjeras implantadas en territorio boliviano, especialmente las de origen europeo y americano. La conexión existe y es innegable. La mayoría de los ministros que conforman o han formado parte del gobierno Morales han colaborado -en alguna etapa de su vida - con organismos no gubernamentales de corte ultraizquierdista. Es el caso del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS), instigador ideológico de la reforma agraria de corte marxista que está llevando a cabo el Presidente y centro de reclutamiento de dirigentes indígenas y campesinos para la causa. Se trata, sin duda, del entramado más beneficiado por los acontecimientos.
Finalmente no podemos olvidar el origen y causa principal de la actual situación en el país andino, que no es otro que el presidente de Venezuela, D. Hugo Chávez Frías, defensor de la confrontación fratricida entre el oriente y el occidente boliviano, con Washington como centro de atención y referencia. El mandatario venezolano, haciendo gala del cinismo y la demagogia que acompaña cualquiera de sus discursos ha llegado a declarar que no permitirá que se instaure la dictadura en Bolivia, denunciando de nuevo las intromisiones de Estados Unidos en el país andino... ahora, de su grosera, descarada y continua injerencia en la soberanía nacional boliviana nada comenta.
D. Evo Morales Ayma ha concentrado un poder excesivo, violando los principios que inspiran cualquier régimen democrático. Ha puesto en riesgo la propia existencia de los bolivianos y lo que es peor, su futuro como nación libre. En estas circunstancias solo cabe oír a las regiones opositoras -representan un 70% del territorio nacional-, abandonar la intransigencia demagógica que ha caracterizado su gobierno desde que ascendió al poder y alcanzar un compromiso realista y duradero.
Si no se alcanza el necesario acuerdo Bolivia estará abocada a la temida confrontación guerra-civilista.
Gregorio Cristóbal Carle, es Consultor Internacionalización de Empresas. Profesor de Escuela Europea de Negocios (Bolivia). Árbitro Internacional ACAM.