Europa a la espera
por Florentino Portero, 6 de julio de 2010
(Publicado en ABC, 6 de julio de 2010)
Los europeos inician sus vacaciones conscientes, en mayor o menor medida, de que la situación económica es muy grave y de que a la vuelta del estío habrá que adoptar medidas radicales para tratar de encauzar la situación. Tras años perdidos en un debate pseudoconstitucional, la crisis económica nos ha situado ante la realidad y no hemos necesitado ni seis meses para tener que reconocer, por boca del Presidente de la Unión, que el Tratado de Lisboa no es el mejor instrumento para hacerle frente.
Las diferencias entre los que apuestan por el control del déficit y el aumento de la productividad, encabezados por Alemania, y los que están dispuestos a hacer del gasto el motor del desarrollo bloquean la posibilidad de una estrategia económica común. Atrás han quedado los debates sobre la dimensión exterior o de seguridad europea. Pero como los europeos nunca hemos tenido ni una política económica común ni una dimensión exterior y de seguridad podemos seguir durante un tiempo más sin ellas.
Lo que urge, donde nos jugamos nuestro inmediato futuro, es en la eurozona. Si no somos capaces de salvar la moneda común de las turbulencias provocadas por las deudas soberanas, por la insolvencia, el proyecto europeo entrará en barrena con consecuencias difíciles de imaginar. El euro es el logro más importante de los últimos años, es un hito en un proceso sin consolidar. Con la vuelta de las vacaciones llegará el momento de las decisiones, que afectarán al número de miembros que compondrán el Eurogrupo, a las reglas de funcionamiento y a la posible intervención de las cuentas de algún estado que, por un comportamiento irresponsable, no sólo ha puesto en peligro el bienestar de sus ciudadanos sino también la estabilidad de la moneda común.