ETA. Negociar la reelección

por Emilio Campmany, 3 de agosto de 2010

 

José Luis Rodríguez Zapatero ha dicho que el acercamiento de presos etarras al País Vasco también tiene el objetivo de acabar con la banda terrorista. La afirmación parece una memez. Sin embargo, en este caso, no lo es tanto. En cambio, el editorial de El Mundo que acompañaba este domingo la noticia de que 19 etarras han sido trasladados a la prisión de Nanclares de Oca, al mostrarse partidario de los acercamientos y crítico con las excarcelaciones, sí es un poco memo.
 
Uno de los recursos de los que dispone el Estado para debilitar a una organización terrorista que lo asedie es la política penitenciaria. Por eso, nuestras leyes dejan amplio margen al Ejecutivo en este asunto, que debería estar en manos del Poder Judicial. Sin embargo, la razón de ser de esta confianza que se deposita en el Gobierno presupone que éste la empleará para combatir a la banda. El alejamiento y la dispersión de los presos no es un castigo extra por ser terroristas los condenados. Su finalidad es minar su capacidad de resistencia propiciando su disposición a "arrepentirse", que no ha de implicar propiamente un acto de contrición, sino ofrecerse a colaborar con las fuerzas del orden en perseguir a sus antiguos compañeros. Si el condenado careciera ya de información útil, servirá al menos para sustraerle de la disciplina de la banda. Por último, la petición de perdón, el arrepentimiento público, reales o fingidos, constituirán un golpe para la base de simpatizantes de que disponga la organización terrorista.
 
Si los acercamientos y las excarcelaciones se llevan a cabo con esta óptica, la táctica puede ser útil y arrojar algunos resultados positivos. Pero esto no es lo que está haciendo el Gobierno. Sobre estos acercamientos pesa la casi certidumbre de que se trata de concesiones que el Gobierno está haciendo como gestos de buena voluntad para hacer que la negociación avance o para ablandar la intransigencia de algunos dirigentes de la banda o ambas cosas a la vez.
 
Por eso, cuando Zapatero dice que los acercamientos tienen como objetivo acabar con la ETA, no está pensando en debilitarla o destruirla o aniquilarla, sino que sabe que son flecos de una negociación con la que espera conseguir que la ETA voluntariamente se disuelva. Esto no es precisamente lo mismo que "acabar" con ella.
 
Y es una lástima que El Mundo, que es quien da la noticia, no se fije en esta cuestión y atienda sólo a los principios para decir la memez de acercamientos, sí, excarcelaciones, no. Porque, como se ha visto, las excarcelaciones pueden ser un recurso táctico útil en la lucha antiterrorista, y los acercamientos pueden, como es el caso, ser estúpida moneda de cambio en una insensata negociación con ETA.
 
En conclusión: están negociando, están cediendo y esperan "acabar con la banda" a base de darles parte de lo que piden. ¿Y cuánto cederán? Me temo que mucho, pues la debilidad de Zapatero es cada vez mayor y en la firma de esa paz con ETA descansa su última esperanza de reelección. La cuestión no es acercamientos, sí, excarcelaciones, no. La cuestión es por qué se acerca y por qué se excarcela. Y se está haciendo por lo que no debe hacerse, porque se está negociando. Esta es la cuestión.