Estrategia de seguridad

por Rafael L. Bardají, 22 de junio de 2013

(Publicado en La Gaceta, 21 de junio de 2013)

 

El Gobierno acaba de aprobar la nueva Estrategia de Seguridad Nacional. En realidad debería llamarse Estrategia de Grandilocuencia Nacional (EGN) o Estrategia de Incongruencia Nacional, a elegir. Un documento de esta naturaleza tiene dos misiones básicas, primero transmitir desde lo más alto del gobierno a toda la administración las directrices que deben guiar la acción exterior y de seguridad de un país; segundo, realizar un mensaje pedagógico para con los ciudadanos sobre los riesgos y oportunidad a los que habrá que hacer frente y cómo hacerles frente. Ni una ni otra se cumple con este texto, prolongación casi automática del elaborado por Zapatero en 2011. Grandilocuencia porque de su lectura sólo se pueden deducir tres cosas: a) que el Reino de España tiene más intereses nacionales que los Estados Unidos y que no hay rincón del mundo que quede al margen de ellos; b) que España se enfrenta a más retos, riesgos y amenazas que toda la OTAN junta; y c) que bajo el liderazgo del presidente encontraremos la solución a todo. ¡Ojalá! El problema es que de potencia mediana el análisis que hace este texto nos coloca en realidad como potencia mediocre, incapaz de tener un discurso nacional específico (esta estrategia la puede firmar hasta Tahití). Aún peor, es una estrategia tan declarativa como hueca por incongruente. La semana pasada que el Congreso aprobó el terrible esfuerzo de doblar nuestro contingente allí, es decir, llegar a 100 personas, se hizo porque “Francia nos lo requería”. O yo no entiendo lo que es un interés estratégico o el gobierno no se entera de que debe haber cierta relación ente fines y medios. En fin, quizá la mejor prueba de la irrelevancia de este texto sea su acogida en el extranjero. De momento no parece despertar pasiones. No me extraña, todo un año de trabajos para afirmar que al terrorismo hay que combatirlo no es para entusiasmar.