¿Está bien que todo esté peor? La ideología del Sr. Morales

por Gregorio Cristóbal Carle, 9 de agosto de 2007

Cualquier mortal medianamente informado sabe que D. Evo Morales Ayma, bachiller de Isallavi --provincia de  Carangas,  en el departamento de Oruro- caudillo cocalero y primer presidente indígena de Latinoamérica, proviene de un estrato social humilde e históricamente marginado, aunque su discurso cargado de tintes demagógicos y populistas le impida reconocer que también existen blancoides y mestizos pobres en su país.
 
El actual presidente de Bolivia cuenta con una visión excluyente de la realidad nacional, cargada de  resentimiento hacia los compatriotas no originarios y basada en un pasado de vivencias personales caracterizadas por una lucha incruenta por la supervivencia en el gélido altiplano andino, a 3.800 metros sobre el nivel del mar.
 
Pastor de llamas, trompetista de la Real Imperial, futbolista de cierto éxito y periodista frustrado - es lo que confiesa le hubiera gustado ser- finalmente logró encontrar su verdadera vocación en la “primera línea de combate” de la revolución nacionalista  antiliberal y antioligarca que  a día de hoy persiste en  implantar, ya en calidad de Jefe de Estado.
 
Bien es cierto que su vida y pensamiento no se tornan revolucionarios hasta el momento en el que se ve obligado a emigrar al Chapare cochabambino, en el año 1981. Es en este lugar donde años más tarde logra dar sentido a su existencia, al percatarse de que los productores cocaleros, analfabetos y desnutridos en su mayoría, quedan atrapados por su verbo fácil y su incitación continua a la lucha contra el poder establecido.
 
El escenario no podía ser más propicio para aprender y formarse  en la protesta y la rebeldía más primitivas, con un gobierno al frente del poder- el del ex dictador Hugo Bánzer Suarez- que en el año 2000 trata de erradicar por todos los medios, incluidos los violentos, los cultivos de hoja de coca.
 
En este sentido parece indudable que la promulgación y aplicación de la ley 1008 de lucha contra la droga y la consiguiente aparición de una guerra subterránea de baja intensidad en el Chapare contra los movimientos campesinos -organizados por antiguos mineros reconvertidos en agricultores- constituye uno de los factores clave que terminaron por elevar al Sr. Morales a la categoría de verdadero caudillo cocalero, dirigente- instigador de la revolución de “los infelices” y dios de las conquistas  sociales
 
Mucho antes, en 1978, cuando el actual Presidente se encontraba cumpliendo el servicio militar, afloró su sensibilidad política ante las injusticias y la discriminación contra la cultura quechua y aymara -se olvida de las otras 31 existentes en el país-y la corrupción enquistada en lo que ha venido a denominarse “políticos tradicionales”. Es entonces cuando, según sus propias palabras, alcanza a preguntarse ¿Está bien que todo esté mal?...
 
Ahora, tras más de un año de retórica andinocentrista y una gestión de gobierno centrada en la lucha contra los males propios, que no son otros que los del mundo occidental, lo que cabe preguntarse es si está bien que todo esté peor - a excepción de la economía, cuya mejora se encuentra en relación directa con el aumento de los precios internacionales de las materias primas-.
 
El proyecto de refundar el país y alcanzar la segunda independencia de Bolivia a través de la creación de una Asamblea Constituyente está en grave peligro ya que no ha sido capaz de alcanzar el consenso necesario ni los plazos establecidos para dar paso a la posterior aprobación de una nueva Constitución Política del Estado. Una Carta Magna cargada de tintes racistas y demagógicos que solo contempla la imposición de los valores y la cultura indígena sobre el pensamiento de “la otra Bolivia”.
 
Cabría preguntarse por qué ese ha presentado tanta  oposición- incluso por parte de intelectuales y representantes de la izquierda moderada- al proyecto de crear el nuevo orden deseado por  Evo. La respuesta parece bastante sencilla, ya que se trata de una  imposición demagógica que contempla  altas dosis de clasismo y ataca la tradición cristiana de la nación -elemento imperdonable para un importante sector de la población boliviana-.
 
Una vez superado el escollo de la ampliación del plazo las discrepancias entre el gobierno y los partidos opositores se concentran en el referéndum de aprobación del texto constitucional - mientras podemos plantear dos consultas, una con resultados a nivel departamental, el MAS cree que debe haber un solo referéndum con resultados nacionales- y la cuestión  de la nueva capitalidad del país.
 
En general se puede afirmar que el balance de la política Morales arroja un resultado de fracaso evidente, un descalabro que está incidiendo de forma muy negativa en su imagen internacional. En este sentido una cosa es objetivamente cierta, que el mesías de los infelices y justiciero de vendepatrias y oligarcas- con la inestimable ayuda económica y el apoyo moral del sátrapa Chavez- ha logrado dividir a su pueblo como nunca lo había estado antes, despertando las antiguas disputas, y el odio ancestral existente entre cambas y coyas.
 
Así, el Oriente del país se distancia a marchas forzadas del proyecto sectario y excluyente de un gobierno que trata de alcanzar un sistema autonómico plurinacional fundamentado en una “supuesta supremacía” de lo indígena en continua confrontación con los intereses de departamentos de la Media Luna que consecuentemente, exigen el respeto debido a su idiosincrasia más mestiza o blanca que quechua o aymara - de aprobarse finalmente la nueva Carta Magna al menos un 70% del total del territorio patrio quedaría bajo el dominio Indígena Originario y el Sr. Morales no debe olvidar que el resto de la población es tan boliviana como los suyos.
 
El otro baluarte de la revolución, la nacionalización de los sectores estratégicos, avanza a pasos agigantados. En este sentido el gobierno ha reconocido oficialmente ejercer el control total sobre el 20% de la actividad económica del país, lo que se ha producido un mayor enrarecimiento, si cabe, del clima de los negocios, y una perdida progresiva de capitales extranjeros que puede acabar en una verdadera sangría económica.
 
Ya sabemos que en el Sr. Morales enarbola una bandera muy concreta, en la que confluyen las creencias ancestrales, la dureza y todos los complejos históricos propios de la de cultura andina emergida del país más pobre de Sudamérica… pero, además de contar con un discurso que se pierde en la noche de los tiempos colonizadores cabe preguntarse si en realidad el Presidente ha llegado a desarrollar una verdadera ideología.
 
Por lo pronto el Movimiento al Socialismo nació de una escisión de la Falange Socialista Boliviana - partido de ideología netamente fascista e inspirado en e su homónimo español. Prueba de ello es que la simbología del MAS si sigue manteniendo el color azul del antiguo movimiento falangista ibérico.
 
El escaso o nulo interés por la lectura del Sr. Morales- así lo ha reconocido públicamente, incluso llegando a afirmar que solo es capaz de leer los informes cuando éstos no son extensos-  unido a  su más que deficiente preparación intelectual ha propiciado que recurra a un variopinto cocktail de fuentes para recrear su postura revolucionaria, basada fundamentalmente en sus vivencias.
 
Por un lado cuenta con la inspiración de su padre político y mentor, el marxista-leninista D. Filemón Escobar, considerado el verdadero arquitecto del MAS y el cerebro que planificó la instrumentación de los movimientos cocaleros y campesinos en su camino hacia el poder, para más tarde ser desahuciado y expulsado del partido por orden del propio Presidente.
 
En la Orinoca de su adolescencia parece que leyó algo de Mao, y su visión proletaria y popular de la existencia humana le debió de causar una fuerte impresión, como así reconoció ante las autoridades locales en su reciente visita a China. Lo que no sabe, o no quiere entender, es que una mayoría abrumadora del pueblo chino reniega de las tesis  que él tanto ensalza y considera al susodicho dirigente una reliquia del pasado.
 
El resto es un auténtico “mejunje”. Su concepto y formación indigenista inspirada en el escritor racista Fausto Reinaga no tiene mucha base, y menos aún la distorsionada versión sobre la “conquista española,” a la que culpa de todos los males históricos de Bolivia - igualmente el Sr. Morales no debería olvidar que de los 182 años de independencia su país solo ha logrado vivir 23 en democracia de forma  continuada.
 
Su pensamiento se completa con las aportaciones intelectuales de los máximos defensores del mundo libre, Fidel Castro y Hugo Chávez, a los que una trayectoria política intachable y una osadía sin límites les permiten ejercer las funciones de fieles consejeros del Presidente. En este sentido, y  gracias a Dios, el sátrapa cubano le ha  recomendado insistentemente que la revolución pendiente en Bolivia sea silenciosa y ajena a cualquier tipo de violencia...sabio consejo.
 
Se puede decir entonces, que el  máximo dirigente boliviano no es fruto de sí mismo. Se trata de  un fenómeno nacido de la ineptitud y los errores cometidos por los políticos tradicionales a lo largo muchos años, del valor de la hoja de coca como medio de subsistencia para los pobladores del Chapare, de la desobediencia y la lucha sindical  y del agotamiento de un sector del pueblo que sigue buscando al redentor que le salve de las injusticias.
 
Cualquier revolución que se precie está obligada a destruir el poder establecido y los valores que representa, de otra forma no podría ser identificada como tal. Esto lo sabe perfectamente un hombre como Morales, erigido actualmente en mesías insurrecto y campeón de la lucha contra la discriminación y las injusticias.
 
Respondiendo a su pregunta de juventud, es evidente que no esta bien que las cosas estén mal, pero es peor tratar de cambiar las cosas desde una visión excluyente, racista y fracasada. Bolivia debe seguir su camino en la senda de la democracia, a pesar de Evo Morales.

 
 
Gregorio Cristóbal Carle, es Consultor Internacionalización de Empresas. Profesor de Escuela Europea de Negocios (Bolivia). Árbitro Internacional ACAM.