¿Es posible alcanzar el justo reparto de la riqueza boliviana?

por Gregorio Cristóbal Carle, 21 de noviembre de 2006

En medio de la situación generalizada de malestar y desconcierto político nacida de las actitudes del gobierno el Banco Mundial acaba de hacer público un dato esperanzador para el futuro de Bolivia. Se trata del último informe sobre el país cuyo contenido refleja un superavit de las cuentas fiscales de un 5%, frente al déficit del 7% generado en etapas anteriores, lo que se tiene que interpretar como una clara mejora de la ya de por sí  débil  y maltrecha economía boliviana.
 
Si realizamos un análisis más profundo de los datos aportados por el organismo internacional podemos llegar a distintas conclusiones. La razón de esta afirmación se encuentra fundada en los motivos que han llevado a  dicha mejora en las cuentas del Estado…¿cuales son éstos?
 
 Los datos macroeconómicos de un país dependen, en gran medida, de la situación coyuntural que atraviesa la economía mundial, y Bolivia no es ajena a esta circunstancia.
 
Las cuentas han mejorado no porque el país haya vendido más al exterior en valores absolutos sino porque los precios internacionales de las materias primas que exporta se han visto beneficiadas por una constante y progresiva  subida en los últimos meses, cuestión en la que el gobierno de Bolivia no tiene mucho que ver.
 
Si tomamos en consideración que prácticamente el 70% de la economía del país se apoya en este tipo de productos será fácil entender el por qué de la mejora, y también comprender que no es bueno depender tanto de la variación de los precios internacionales ya que el superavit de hoy puede convertirse en déficit mañana si se acusa una caída relevante de su valor monetario en los mercados internacionales.
 
De todos es conocida la opinión que le merecen al Sr. Morales los organismos económicos internacionales como cuna del capitalismo salvaje y razón de desigualdades, pero el Presidente y su gobierno no deben olvidar que gracias  al último informe elaborado por el Banco Mundial  Bolivia va a formar parte de un programa  dotado con un  presupuesto de ciento cincuenta millones de dólares destinados  a la mejora de su economía interna, y es que cuando se trata de aportar dinero no son tan malos ¿verdad?
 
Lo cierto es que el superavit de sus cuentas está ahí y que el actual gobierno debe plantear sin titubeos el rumbo que va a seguir en materia económica a corto, medio y largo plazo. La gran cuestión está en conocer si será capaz de revertir  dicho progreso en la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos bolivianos.
 
Las doctrinas de origen socialista imputan al liberalismo económico la incapacidad de gestionar eficientemente los recursos, motivo por el que entienden que es necesario acudir al intervencionismo en la mayoría de los sectores económicos. Siguiendo su razonamiento lógico, el liberalismo nunca podrá alcanzar la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos en los países pobres, por lo que dicha doctrina solo puede ser un  mal en sí mismo.
 
Al Presidente Morales y a su gobierno les ha llegado el momento de demostrar su capacidad para  hacer  lo que la ideología liberal  “no sabe”, que es repercutir el progreso económico en su pueblo…
 
Las medidas económicas a adoptar e un futuro  deberían tomar como referencia el  respeto sagrado a la propiedad privada, la necesidad de seguridad jurídica o la creación de riqueza, aunque con los precedentes sentados en los primeros meses de gobierno parece difícil creer que el Sr Morales Ayma sea capaz de apoyarse  en los principios  que han llevado a los países del primer mundo a alcanzar las cuotas de bienestar que disfrutan en la actualidad. Siguiendo el pensamiento de su “hermano de sangre” y mentor, el Presidente de Venezuela, eso solo lo puede nacer de un sistema injusto que explota a los más débiles en beneficio de las oligarquías dominantes
 
¿Es entonces  viable alcanzar un justo reparto de la riqueza en Bolivia? En principio se trata de una tarea compleja, por no decir utópica. El análisis de los motivos que dificultan dicho reparto debería de comenzar por un estudio retrospectivo de la realidad histórica boliviana.
 
Es cierto que Bolivia es un país pobre, pero también que cuenta con importantes reservas en materias primas  que podrían haber llevado a la nación a una situación económica muy distinta de no ser por las  continuas lacras que han acentuado y agravado su permanente estado de crisis.
 
Quizás la más relevante de todas ellas haya sido la corrupción, factor enquistado en la mentalidad y forma de actuar de la mayoría de sus dirigentes a lo largo de su historia como nación, pero tampoco podemos perder de vista la cuestión de la educación, inaccesible para la mayoría de los ciudadanos del país y elemento que se ha configurado en el talón de Aquiles para la implantación de las políticas populistas y demagógicas que imperan en la actualidad.
 
Este es el caldo de cultivo que ha servido para la elección de Evo Morales como Presidente: la creencia errónea de que iba a ser precisamente un dirigente cocalero, al que no se le conocen más credenciales que las de ejercer como férreo opositor al sistema y  bloqueador  de carreteras, iba a ser el salvador de una nación herida de muerte.
 
Entonces llegamos a la consecuencia final, que no es otra que la creación de un gobierno asentado en doctrinas racistas y populistas que tratan de llevar al maltratado indigenismo a los altares de la historia, ¿cómo?...creando una Bolivia nueva en la que no cuentan ni, los blancos, ni los empresarios “oligarcas” y terratenientes, ni los Departamentos de la Media Luna (actualmente en enfrentamiento directo con el Presidente Morales Santa Cruz, Tarija, Beni, Pando), ni, por supuesto, los países capitalistas-imperialistas y los organismos económicos internacionales nacidos bajo sus directrices con la única finalidad de subyugar a las naciones oprimidas.
 
Pero la realidad actual refleja que el gobierno no cuenta con  programas concretos para fomentar la creación de riqueza, y únicamente se dedica a plantear cuestiones referentes al reparto de la misma, como es el caso de la reforma agraria, o de la reversión de los bienes al Estado…y es que el pueblo que ha elegido al Sr. Morales, y todavía le apoya, solo quiere oír hablar  de la recuperación del orgullo nacional y la “no dependencia” del exterior.
 
En este estado de cosas el Presidente se ha olvidado premeditadamente del principal motor de la economía, los empresarios, a los que considera un mal necesario para el crecimiento económico del país como vía para recuperar los verdaderos valores que han impregnado “de siempre “ el carácter de Bolivia.
 
Prueba de ello ha sido el  intento de bloqueo de la Feria Internacional Expocruz (la más importante del país) realizado en el mes de Septiembre por  grupos  adeptos al gobierno bajo la consigna de “no queremos capitalistas, Bolivia para los campesinos”, que fracasó por la rápida reacción  del Prefecto de Santa Cruz...extraña forma de generar negocios y riqueza no?
 
En un mundo globalizado, en el que las doctrinas filo-marxistas han demostrado un estrepitoso fracaso en el intento de aplicar  sus postulados a la práctica todavía existen políticos que se erigen en salvadores de los pueblos pobres, si darse cuenta de que únicamente una gestión eficaz de la economía les puede conducir a desarrollar programas sociales que mejoren las condiciones de vida de sus ciudadanos.
 
A lo mejor el liberalismo económico no es una solución perfecta, pero tampoco existen atajos ni recetas mágicas.
 
Por suerte Bolivia no está sola: Si fracasa la política del Sr. Morales siempre podrá recurrir al “hermano” Chávez o a Cuba para solicitar su siempre desinteresado apoyo

 
 
Gregorio Cristóbal Carle, es Consultor Internacionalización de Empresas. Profesor de Escuela Europea de Negocios (Bolivia). Árbitro Internacional ACAM.