Elecciones Generales del 9 de marzo. Un paso más hacia el bipartidismo y otras lecturas
por María Ángeles Muñoz, 17 de marzo de 2008
Los resultados de la convocatoria electoral del 9 de marzo nos dejan sobre la mesa una serie de conclusiones que merece la pena detallar. En primer lugar cabe destacar que tanto socialistas como populares han aumentado sus respectivos techos electorales. El dato quizá más relevante es el que sale de la suma de los porcentajes de las dos formaciones; entre ambos partidos suman el 83% del voto.
Los dos principales partidos nacionales han aumentado en votos y en escaños, mientras los nacionalismos periféricos han visto recortado su margen de representación al perder un buen número de escaños. En el caso del partido socialista el aumento se ha producido a costa precisamente de los partidos nacionalistas, y de Izquierda Unida. En cuanto al Partido Popular, éste aumenta su franja electoral en el discutido y disputado centro político; aquél en el que se sitúa el llamado voto cambiante, menos ideologizado y más permeable a la valoración de resultados reales. Por otra parte, la irrupción del partido de Rosa Díez UPyD demuestra hasta qué punto era real el descontento de un buen número de votantes del Partido Socialista, que estaban en profundo desacuerdo con la política territorial desarrollada por Rodríguez Zapatero. Esto demuestra que existe una vía diferente al Partido Socialista en el voto de izquierda, con una orientación nacional en los grandes temas de Estado (aunque sea minoritaria). Y respecto a Izquierda Unida, incapaz de haber lanzado una campaña de mínimos, se ha visto cómo ha reducido directamente su número de escaños. Su caída parece una tendencia irreversible y en este decline político el voto que se alejaba de la formación pasaba a engordar la bolsa del voto de izquierda del Partido Socialista. Una experiencia más de voto útil, pero esta vez con ida y escasas posibilidades de regreso.
Otra valoración inicial digna de consideración ha sido el índice de participación general y particular por Comunidades que ha favorecido a los dos principales partidos según qué caso. La participación en su valor general ha bajado 34 décimas (75,32% frente al 75,66% de 2004) bajando específicamente en seis Comunidades: Andalucía, Baleares, Cataluña, Navarra, País Vasco y Aragón. La bajada en la participación más significativa ha sido en Cataluña, donde ha descendido 4,77 puntos, y en País Vasco donde ha llegado a descender incluso 10 puntos. Este descenso tan acusado hay que atribuirlo en buena parte a la campaña de abstención de la izquierda radical. En el caso de Navarra el porcentaje de abstención se ha visto compensado por un aumento de la participación con otros destinatarios políticos del voto. Y en cuanto al aumento de participación, éste se ha producido básicamente en Madrid, Valencia, Murcia, Galicia y Melilla (mayor aumento) y en Castilla León, La Rioja, Ceuta y Cantabria (con un aumento menos acusado).
Si cotejamos los índices de participación de 2004 y 2008 vemos cómo todas las Comunidades donde el PP recoge más apoyos han registrado índices de participación más elevados en esta convocatoria en relación a los comicios de 2004, y en Comunidades que recogen mayor respaldo al PSOE se percibe con un menor índice de participación (véase por ejemplo Cataluña y Andalucía).
En este análisis vamos a detenernos en una valoración inicial de los datos generales, y luego atenderemos a ciertos casos particulares que han incidido significativamente en el resultado final:
Congreso Total España *
Senado Total España
Para ver los senadores electos pulse en las circunscripciones
Fuente: Diario El País, especial elecciones.
Si realizamos una comparativa entre los escaños obtenidos por el Partido Socialista (169) y el Partido Popular (153+1 obtenido a última hora en Cataluña), aparte de constatar el aumento significativo de ambos respecto a las anteriores elecciones de 2004, observamos que las distancias abiertas en aquella pasada elección se han recortado significativamente. Ahora, apenas una diferencia de 3,5 puntos porcentuales y doce escaños separan al Partido Socialista del Partido Popular.
Vale la pena reflexionar sobre el origen o posible procedencia de los votos que han otorgado el crecimiento y la holgura a los dos partidos nacionales, y que ha permitido la reelección del Partido Socialista para formar gobierno en España. El Partido Socialista ha crecido sobre todo en base al calado de las connotaciones negativas lanzadas contra el Partido Popular. Ha conseguido con ello activar una vez más el voto contra el Partido Popular, pero además han intervenido otros factores diferentes. Uno principal sería la territorialización de la campaña electoral, en función de la Comunidad Autónoma. Esto ha funcionado muy bien en Cataluña y País Vasco.
Cataluña
En el caso catalán concretamente el Partido Socialista ha barrido el voto radical de Esquerra en función de su campaña anti-PP. El PSC se ha convertido en estas elecciones generales en una aspiradora de voto de izquierda en Cataluña. De hecho, ha conseguido cuatro escaños de los cinco que ha perdido el partido de Carod Rovira. Con ello el PSC no sólo ha consolidado su posición de primera línea sino que ha convertido a Esquerra en una fuerza marginal en el Parlamento español. Este trasvase puede tener una lectura positiva y otra negativa. La positiva es la pérdida de poder del nacionalismo radical catalán, y la negativa está relacionada en cómo gestione el Partido Socialista este apoyo del voto de Esquerra.
En Cataluña el Partido Popular ha aumentado en dos escaños, dato positivo pero insuficiente si tenemos en cuenta que esta Comunidad ha sido factor determinante para la victoria socialista a nivel nacional. Si nos fijamos además en la participación en la comunidad autónoma que ha descendido respecto a las anteriores elecciones, imaginaremos que esto habría beneficiado una posible concentración del voto popular por lo que los resultados se ven incluso más insuficientes. Aunque el Partido Popular se acerca en posiciones a CIU, debe reconsiderar su mensaje en Cataluña, que ha de estar adaptado a sus peculiaridades (sin renunciar por ello a los principios básicos que sustenta el partido; se trata de hacerlo compatible y propio en Cataluña).
País Vasco
El caso del País Vasco se alinea en metodología y resultados con el caso catalán. El nacionalismo del PNV pierde fuerza al mermar en un diputado que pasa al Partido Socialista (y éste aumenta en dos escaños). El nacionalismo pierde en representación (sin tener en cuenta ahora la distorsión generada por la abstención fruto de la campaña de ANV). En esta ocasión el Partido Socialista también aumenta su representación a costa del nacionalismo.
El otro polo de los resultados socialistas ha sido una vez más la solidez de su posición en Andalucía, que garantiza la presencia de Chaves. Si bien han bajado en escaños y Partido Popular ha aumentado su representación, la alternativa del cambio no se ha logrado.
Andalucía
En cuanto a los resultados obtenidos por el Partido Popular, nos vamos a detener en dos casos concretos: Castilla-La-Mancha y Comunidad de Madrid.
Castilla-La-Mancha
En Castilla-La-Mancha el dato más significativo, aparte de los resultados, es el cambio de color de la Comunidad en votación en generales. Sus doce escaños frente a los nueve del Partido Socialista le convierten en la formación más votada, habiendo ganado en las cinco provincias. Esto se debe en parte a la retirada de Bono de la realidad autonómica (hecho que la mantenía como feudo socialista como el caso andaluz con Chaves), y a la campaña del Partido Popular con Cospedal a la cabeza. El Partido Popular ha dado un empujón a la tendencia de cambio ya manifiesta en las anteriores generales.
Otro caso más que destacado, es el resultado obtenido por el Partido Popular en la Comunidad de Madrid.
Comunidad de Madrid
Fuente: Diario El País. Especial 9 de marzo de 2008
Los diez puntos de diferencia obtenidos por el Partido Popular en la Comunidad dicen mucho de la percepción de los madrileños respecto de los cuatro años de gobierno del Partido Socialista. Estos resultados consolidan la figura y posición de Esperanza Aguirre en las filas del Partido y refuerzan a la Comunidad en uno de los polos de fortaleza del Partido Popular. Lo mismo sucede con la Comunidad Valenciana, que recuperan los resultados de la última legislatura del Partido Popular (suman dos escaños respecto a las pasadas elecciones).
Los resultados generales obtenidos por el Partido Popular nos ofrecen pistas sobre esta legislatura que comienza: el Partido Popular, muy lejos del descenso que Zapatero le atribuía en estos comicios, se presenta como una formación sólida con capacidad para ejercer una buena labor de oposición. Una oposición preparada, a diferencia de 2004, y con la experiencia a cuestas del primer ejecutivo de Rodríguez Zapatero. Los actuales resultados han impedido además concretar el famoso despegue anunciado por el Partido Socialista, quedando muy lejos de una soñada mayoría absoluta. Un apoyo lo más mayoritario posible, ha pasado a ser en la realidad una mayoría suficiente para Rodríguez Zapatero; y una oposición débil y desbancada como él esperaba a pasado a ser una oposición fuerte, que ha incrementado sus apoyos y mayorías en provincias y comunidades y que además cuenta con la figura de Rajoy (al que Zapatero veía fuera del mapa).
Mientras Zapatero se ha hecho atractivo para los sectores políticos más polarizados de la izquierda (obtención de voto nacionalista y del voto de Izquierda Unida), Rajoy ha aumentado el techo electoral en general en una gran parte del territorio nacional. El voto más moderado ha pasado a filas populares (moderado que significa no radical y que se puede identificar con un voto racional).
De todos los datos que nos ofrecen estos resultados, nos vamos a centrar ahora en la próxima nueva realidad del arco parlamentario en España. El Congreso de los Diputados albergará durante estos cuatro años una mayoría de representantes de los dos partidos nacionales, cuya diferencia es tan sólo de quince escaños. El aumento proporcional del voto de ambos partidos y la pérdida de representación de los partidos nacionalistas nos indican que se abre una nueva etapa marcada por una tendencia a la consolidación del bipartidismo político (con las excepciones que ya conocemos también presentes). El paso de cinco a dos escaños de Izquierda Unida acentúa esta progresión, y el escaño obtenido por UPyD de la ex socialista Rosa Díez confirma el peso específico que estos comicios otorgan al peso de lo nacional por encima del nacionalismo, en la bolsa de voto de la izquierda.
Por otra parte, los más de once millones de votos del PSOE (43,64 %) y los más de diez millones del PP (40,11%) obligan a reconsiderar la relación entre sus respectivos grupos parlamentarios en esta legislatura. La política del aislamiento auspiciada por el PSOE y secundada por sus socios de izquierda y nacionalistas ya no se puede repetir en esta ocasión. La concentración del voto en torno a los grandes partidos les obliga a mirarse frente a frente y a asumir un procedimiento de entendimiento al menos, y de consenso aconsejado en las grandes materias de Estado. Esto implica una rectificación de la postura oficial del Partido Socialista en la etapa anterior; no se sabe aún si Zapatero pudo referirse a esto en la noche electoral cuando habló de la necesidad de aprender de los errores del pasado. En todo caso el resurgimiento del Partido Popular como una fuerza imprescindible en la realidad política española desmonta los fantasmas alentados de un Partido de herencias incapaz de asumir el presente. El Partido Popular ha asumido el presente, y ahora le toca afrontar el futuro en la línea de lo propuesto en su campaña electoral (que le ha garantizado un elevado respaldo en las urnas), pero que necesita mayor impulso y dinamismo para conseguir una victoria dentro de cuatro años.
Al Partido Popular se le presenta una etapa de mucho trabajo, y en unidad, cosa que le hace fuerte y capaz frente a batallas estériles que le debilitarían y descentrarían del objetivo fundamental de orquestar una oposición de altura. La continuidad de Mariano Rajoy disipa el horizonte de desencuentros y da a su partido una opción de futuro organizado y con los pies en la tierra.
Ni la victoria del Partido Socialista ha sido tan brillante, teniendo presente que sus cabezas de lista han perdido en muchos casos (sobre todo en aquellos que procedían del Gobierno saliente), ni la derrota Popular ha sido tan agria o áspera. Esto debería traducirse en una contención de Zapatero a la hora de abordar los grandes temas por cuenta propia: está obligado a abrir mecanismos de diálogo y pacto. La cuestión que queda abierta es cómo se dispone a formar gobierno y con quién, en el caso que escoja un socio o varios socios. El pacto con CIU no parece aconsejable a su propio interés cuando ha mostrado su destreza en la cocina catalana; el acercamiento al PNV está condicionado a los resultados de unas futuras elecciones autonómicas vascas y a un referéndum convocado por Ibarretxe sobre el que deberá asumir una postura más nítida. Otra opción es gobernar en minoría y llegar a acuerdos puntuales en determinados momentos, o encaminarse a los grandes pactos deseables para garantizar la estabilidad que necesita España en este momento.
Mª Ángeles Muñoz (Madrid, 1978) es politóloga por la UCM especializada en Análisis Político y Relaciones Internacionales, con doctorado en Procesos Políticos en la UE y países de la Antigua Unión Soviética (UNED). Ha sido profesora de Sociología en Valencia, donde también ha coordinado formación en Dirección y Comunicación para profesionales a través de la Universidad Politécnica (UPV). Actualmente participa en foros de estudio europeo y realiza análisis político y electoral en diferentes medios.