El sospechoso viaje de Piedad Córdoba por Europa

por Eduardo Mackenzie, 7 de abril de 2010

 

¿Está en Europa para organizar con sus contactos locales el diálogo con Alfonso Cano que había pedido el cardenal Darío Castrillón en diciembre de 2009? La senadora “liberal” viajará durante 15 días por cuatro países --España, Francia, Suiza y Suecia--, para trabajar, dice ella, “por la paz". Anunció que pedirá apoyo “para el acuerdo humanitario”, y enfatizó: "Por encima de cualquier posición electoral debemos unirnos alrededor del valor supremo de la paz".
 
¿Del “valor supremo de la paz”?
 
El viaje de la parlamentaria opositora ocurre, en realidad, en medio de una brutal ofensiva de doble carácter de las FARC destinada a obstruir la elección de un nuevo presidente de la República: la liberación de dos de sus rehenes, el soldado Josué Daniel Calvo, el 28 de marzo, y el sargento Pablo Emilio Moncayo, el 30 de marzo, en medio un show publicitario organizado por la chavista Telesur con la complicidad de la señora Córdoba, y la entrega de los restos del Mayor de la Policía Julián Guevara, secuestrado en 1998 y muerto de agotamiento en manos de sus captores hace cuatro años.
 
Al mismo tiempo, las FARC están en franca escalada terrorista: expulsaron a 1.500 campesinos de dos pueblos de Nariño, Ituango y Peques, días después de haber asesinado un niño de 12 años, Heriberto Grueso, al que engañaron para que llevara un paquete que resultó ser una bomba que estalló en la estación de policía de El Charco (Nariño). La muerte de ese niño, y las heridas que sufrieron dos policías y tres civiles, enlutaron a los colombianos. Dos días antes, el 22 de marzo, las FARC quemaron seis tractomulas y un camión que transitaban por la vía que va de Buga a Buenaventura. Dos días después, las FARC hicieron explotar en la ciudad costera de Buenaventura un carro-bomba con 40 kilos de explosivos que mató a nueve personas e hirió a otras 56.
 
¿Piedad Córdoba denunciará en su gira por Europa las atrocidades de las FARC? ¿Pedirá a las FARC que renuncien a su plan sangriento para martirizar a los colombianos y alterar las elecciones legislativas y presidenciales en curso? Francamente, nos sorprendería. Piedad Córdoba sabe bien de qué hablará en el Viejo Continente. Ella no pierde jamás el norte de sus giras.
 
No estaba seca aún la sangre de Luis Francisco Cuellar, gobernador del Caquetá, degollado por el comando de las FARC que lo había secuestrado el 21 de diciembre de 2009 - con sus 69 años, se negaba a marchar por el monte con sus captores-, cuando el cardenal Darío Castrillón anunció, desde el Vaticano, que estaba dispuesto a entrevistarse con el jefe de las FARC para iniciar un “diálogo de paz” en el país europeo que garantizara la seguridad total de tal encuentro. Castrillón dijo que había hablado por teléfono con Alfonso Cano.
 
La grotesca propuesta fue rechazada por el Gobierno y por la opinión pública colombiana. Sin embargo, los impulsores de tal idea no la abandonaron. La aplazaron a la espera de una mejor coyuntura. Esta se presentó con la entrega de los rehenes Calvo y Moncayo. La idea volvió a estar sobre el tapete, en el contexto de lo que Piedad Córdoba llama “acuerdo humanitario”.
 
Piedad Córdoba irá a Europa a replantear probablemente ese proyecto, el cual es maquillado por ahora (los viejos métodos no se olvidan), bajo los trazos de un esfuerzo “humanitario”. De lo que se trata es de explorar las posibilidades de la idea del cardenal Castrillón, quien recibirá muy seguramente a la senadora en Roma. Otro punto de su agenda: crear una nueva cadena de presiones internacionales contra el gobierno colombiano para que acepte el escenario ideado por las FARC, fuerza terrorista que, aunque diezmada y golpeada como nunca, guarda una gran capacidad de violencia, gracias a sus apoyos extranjeros. Se trata, igualmente, de relanzar la propaganda contra el acuerdo de las bases colombianas con Estados Unidos, una de las obsesiones del gobierno venezolano, a favor del cual la senadora ejerce sus buenos oficios.
 
En ese marco, la suerte de los otros rehenes que siguen en poder de las FARC es algo secundario, como bien lo saben los que conocen la actitud que tuvo Córdoba ante el caso Ingrid Betancourt. Lo que motiva a la parlamentaria extremista es abrirle las puertas europeas a Alfonso Cano, o a Milton Toncel, otro jefe de esa banda. Se trata de ver cómo las órdenes de captura contra esos criminales son anuladas con el pretexto de un diálogo “en Europa”. Nada es más urgente que sacarlos un rato del país antes de que uno de ellos o los dos sean abatidos en combate o capturados por las autoridades.
 
El periplo le permitirá a Piedad Córdoba reunirse en Paris con la llamada “coordinadora francesa por la paz en Colombia”, integrada por varios grupos de activistas subsidiados, coordinadora que no quiso condenar el asesinato del gobernador Luis Francisco Cuellar, y que no ha dicho nada sobre las recientes matanzas.
 
También podrá reunirse con los jefes de Anncol, agencia de las FARC en Suecia, la cual no solo no condenó el asesinato del gobernador del Caquetá sino que lo aplaudió.
 
¿Se reunirá Córdoba con los jefes del Partido Comunista francés que se negó a condenar el asesinato del gobernador Cuellar, las bombas de Buenaventura y de El Charco?
 
En cambio, el gobierno francés, el Partido Socialista francés y la Unión Europea, condenaron el asesinato del gobernador del Caquetá. ¿Aceptarán ellos hablar con Piedad Córdoba, escuchar sus propuestas, secretas y públicas, a sabiendas de que ella trató de sembrar dudas acerca de la responsabilidad de las FARC en ese crimen? ¿A sabiendas de que ante las atrocidades más recientes ella no ha expresado una sola frase de compasión por las víctimas y de condena a las FARC?
 
Otra pregunta: ¿Cuando hable con sus contactos en Madrid, París o Roma, Piedad Córdoba pensará un minuto en Heriberto Grueso? El era un niño pobre de El Charco. El tenía cuatro hermanos y cursaba tercero de primaria. Era alegre y servicial y le gustaba el fútbol. Para ganar algo de dinero para su familia él hacía mandados en el muelle. Un terrorista del frente 29 de las FARC observó sus movimientos y decidió que él sería, sin saberlo, un excelente kamikaze. Lo abordó a la salida del colegio y obtuvo lo que quería. ¿Pensará en eso Piedad Córdoba durante sus conversaciones “de paz” con sus amigos europeos quienes han sido perfectamente indiferentes ante lo que las FARC, florón del comunismo contemporáneo, le hicieron a Heriberto?
 
Sería prudente que los interlocutores de la senadora tengan en cuenta estos detalles antes de entrar en arreglos con ella. Los media colombianos seguirán cada gesto de esas entrevistas y la opinión pública sacará conclusiones, un mes y medio antes de la primera vuelta de la elección presidencial.
 
 
Eduardo Mackenzie. Periodista, última obra publicada: Les FARC où l’échec d’un communisme de combat. Colombie 1925-2005