¿El síndrome del delirio anti-Obama? Si tanto la izquierda como la derecha están atacando a Obama, ¿lo convierte eso en centrista?

por Clifford D. May, 12 de junio de 2009

(Publicado en Townhall.com, 29 de mayo de 2009)
 
Ted Rall está que echa humo. El columnista y presidente de la Asociación Americana de Caricaturistas Editoriales ha denunciado al presidente Obama como “inútil” y “peligroso” y está exigiendo que Obama “renuncie a su cargo ahora mismo”.
 
Sufriendo durante largo tiempo del síndrome del delirio anti-Bush, ahora Rall está como loco porque piensa que Obama tiene un plan para las “detenciones preventivas”. Rall afirma haber visto “informes en los medios controlados por el Gobierno” que lo dicen.
 
Mientras que estos informes insinúan que “la chocante nueva política de Obama se aplicaría solamente a los terroristas islámicos”, Rall está seguro de que, en la práctica, “Obama quiere permitir que los matones del Gobierno nos secuestren, a usted, a mí, a cualquiera en la calle, a los que los matones consideren un fastidio”.
 
Si usted lee la columna de Rall en su totalidad - y no se lo recomiendo, a menos que sus iniciales sean G.W.B., caso en el cual la columna podría alegrar su día - usted terminará dándose cuenta de que Rall está permutando la frase “detenciones preventivas” con “detenciones prolongadas” - conceptos bastante diferentes en la realidad, aunque no en la mente calenturienta de Rall.
 
Pero esto ilustra algo interesante: Cuando se trata de la seguridad nacional - el sistema de acciones políticas previstas para proteger a los americanos contra sus enemigos - Obama no ha sido hasta ahora el presidente que muchos de sus partidarios en la izquierda se habían esperado o que muchos de sus críticos en la derecha se habían temido.
 
Como Max Boot del Council on Foreign Relations, Jack Goldsmith de la Universidad de Harvard y otros más han observado, Obama no está abandonando lo que se ha conseguido - a un alto precio - en Irak. Obama ha aumentando el nivel de tropas americanas en Afganistán. Parece entender lo que nos jugamos en Pakistán. Tanto ahora como en los días de la administración Bush, los generales David Petraeus y Ray Odierno siguen comandando las tropas americanas en guerra bajo el liderazgo del Secretario de Defensa Robert Gates.
 
También consistente con las labores de la administración anterior, Obama ha conservado las herramientas antiterroristas como las comisiones militares (con modificaciones cosméticas), las entregas extraordinarias (comenzadas durante la era de Clinton), y, sí, las detenciones indefinidas de combatientes enemigos capturados (para mantenerlos fuera de las calles hasta el fin del conflicto - ahora y como antes, una práctica durante tiempos de guerra).
 
Cuando aún era senador y estaba en su campaña a la presidencia, Obama rompió filas con la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi y votó para restaurar a nuestras agencias de inteligencia la autoridad de espiar agresivamente a sospechosos de terrorismo en el extranjero. La Ley PATRIOT - que derribó el muro que dividía a las agencias de inteligencia de las agencias de orden público - no se ha abrogado.
 
El presidente ahora se opone a la publicación de más fotos sobre abuso contra prisioneros aunque podría hacerlo de forma más eficaz publicando un decreto, según ha apuntado Andrew McCarthy, ex fiscal antiterrorista.
 
¿Convierte todo esto a Obama en un centrista de la seguridad nacional? ¿Están el ex vicepresidente Dick Cheney y otros halcones de la seguridad nacional equivocados cuando advierten que Obama está cuarteando la armadura que Estados Unidos ha usado desde el 11 de septiembre? No necesariamente.
 
La decisión de cerrar Guantánamo sin un plan viable para los combatientes detenidos allí fue - ahora parece obvio - un error. Es cierto que “Gitmo” ha sido una pesadilla para las relaciones públicas al combinarlo muchos de los medios con la notoria prisión de Abu Ghraib. Pero en Guantánamo hay terroristas peligrosos. Como el ex abogado del Departamento de Justicia David Rivkin ha precisado, podría ser riesgoso e ilegal colocar a estos individuos en prisiones estatales junto a criminales condenados por la justicia ordinaria.
 
También: Lo que podría haber sido un debate serio sobre las técnicas de la interrogación se ha llevado mal. En vez de balancear la necesidad de datos de inteligencia en operaciones terroristas con el deseo de respetar las libertades civiles incluso en los casos más extremos, se ha hecho más bien una tentativa de criminalizar las últimas decisiones políticas de la pasada administración y de demonizar a los que las llevaron a cabo. Mientras tanto, los operativos de al-Qaeda ahora duermen más a pierna suelta al saber que que si los capturan, lo peor que le sucederá será que cierto agente de la CIA de Satanás intentará establecer una relación de “confianza” con él.
 
Finalmente, está llegando a ser evidente que la “escalada” diplomática de Obama para detener el desarrollo de armas nucleares y de programas de misiles en Irán y Corea del Norte es improductivo. A pesar de ello, Obama todavía no está presionando al Congreso para que le den las herramientas que necesitará para apretarle las tuercas a Irán, cortando sus fuentes de gasolina - la más prometedora de las sanciones económicas posibles.
 
Y la administración de Obama todavía está pidiendo al Congreso que reduzca el gasto en defensa anitmisiles - la única forma disponible no nuclear, no violenta y enteramente defensiva para hacerle frente a los misiles enemigos convirtiéndolos en inofensivos e inútiles.
 
La “guerra global contra el terror” fue el término que la administración Bush escogió para denominar al conflicto en el cual los americanos - exceptuando a Ted Rall y sus compañeros de viaje - se despertaron sumidos el 11 de septiembre de 2001. Es una frase imprecisa: El terrorismo es un arma. El terror es la respuesta anticipada al uso de esta arma. Y ambas palabras animan la pregunta clave: ¿Quién está utilizando el terrorismo para infundir terror - y con qué fines?
 
Pero los términos usados por la nueva administración son peores. ¿Ahora estamos librando “operaciones de contingencia en el exterior” para prevenir “desastres creados por el hombre”? Ésta es la clase de lenguaje inexacto que, como George Orwell indicaba, facilita que tengamos pensamientos absurdos”.
 
Y los pensamientos absurdos llevan a políticas absurdas. La experiencia en seguridad nacional de Obama es poca. Los consejos que está recibiendo seguramente son contradictorios. Si él hace lo que sea necesario para proteger la vida de los ciudadanos americanos, se verá atacado por Ted Rall y otros que solamente piensan en términos de caricatura. Pero si Obama no lo hace, los americanos no estarán adecuadamente defendidos. Obama es lo bastante inteligente como para entender lo que eso significaría para él y para la nación que lo eligió como su líder.

 

Clifford D. May, antiguo corresponsal extranjero del New York Times, es el presidente de la Fundación por la Defensa de las Democracias. También preside el Subcomité del Committee on the Present Danger.
 
 
 
©2009 Scripps Howard News Service
©2009 Traducido por Miryam Lindberg