El Polo no es un partido, es un rescoldo
por Eduardo Mackenzie, 25 de junio de 2008
El Polo es un partido que cultiva, hacia afuera, la imagen de un grupo de izquierda, inofensivo y unido. En realidad, es una formación minada por sus divisiones y sus demonios internos. Sin embargo, el Polo se presenta como una opción de poder. El está convencido de su buena estrella. El vacío intelectual y la ausencia de programa es mostrado como una garantía. Empero, la intransigencia de sus jefes y las corrientes divergentes en su seno no le permite a esa formación ser clara. Sus líderes no han logrado los consensos políticos necesarios para mantener una cierta coherencia. Sólo el antiuribismo los une. Cuando la batalla electoral comience, esa frágil unidad explotará. Pese a todo, el Polo nada hoy en la más feliz utopía: aspira a movilizar al ex presidente César Gaviria y piensa poner al Partido Liberal, y a un sector del conservatismo, a cargar ladrillos.
El Polo vivirá fuertes turbulencias al momento de elegir su candidato presidencial. ¿Podrá superar las rivalidades, los celos, las divergencias, en el momento oportuno y sin llegar a rupturas? Nada garantiza ese grado de estabilidad. Para eso se necesita un liderazgo fuerte y ello no existe en el Polo. De hecho, las dificultades ya asoman la cabeza. Hay varias personalidades, del Polo y fuera del Polo, que se ven investidos como candidatos por esa pretendida izquierda democrática. La adorable Piedad Córdoba sueña con eso. El ex alcalde Luis Garzón también. Y no son los únicos. También suenan Sergio Fajardo, Angelino Garzón, Wilson Borja, Rafael Pardo, Rodrigo Rivera y hasta el mismo ex presidente César Gaviria.
Tras una fachada de serenidad interior, hay una enorme angustia entre los dirigentes del Polo. ¿Cuándo, se preguntan, la opinión abandonará al presidente Alvaro Uribe? En el Polo muchos parecen estar a la espera de eso, de un hecho extraordinario, de una convulsión enorme que golpee al país y les abra a ellos una avenida.
Hay que escuchar lo que dicen los caciques. El otro día, un Gustavo Petro muy optimista, le dijo a El Espectador que el será, indudablemente, candidato. Petro ve el panorama despejado: la popularidad del presidente Uribe, dice, es sólo un estado de ánimo coyuntural de la opinión. El estima que los electores colombianos variarán de un momento a otro.
Al día siguiente, Carlos Gaviria hizo saber, a través de El País de Cali, que él también, como Petro, será candidato y que él está esperando que baje el apoyo al presidente Uribe. Gaviria y Petro no son amigos pero ambos coinciden en ver el futuro en rosa. ¿La segunda reelección? Ningún problema. Carlos Gaviria asegura que la Corte Constitucional la declarará inconstitucional. ¿Así sea por referendo? le pregunta el periodista. La respuesta del insigne jurista es excelente pues muestra cómo Carlos Gaviria ve el Estado de Derecho y las instituciones colombianas, que él dice respetar: la ley de convocatoria será demandable así cumpla los requisitos.
¿Así cumpla los requisitos, la Corte Constitucional hundirá la ley de convocatoria? Si eso se atreve a profetizar Carlos Gaviria es porque alguien le ha dicho que puede contar con ese golpe de mano ilegal y arbitrario. Los grandes y verdaderos juristas del país, la prensa, los partidos políticos, los electores, la universidad, la Iglesia, el cuerpo diplomático, sectores inteligentes y despiertos, están notificados: llegado el momento todos deberán observar cada movimiento de la Corte Constitucional, pues lo que hace el presidente del Polo es anunciar el derrumbe moral de ésta.
En el diálogo con El País Carlos Gaviria insiste en que el Polo deberá contar con él para el delicado asunto de la candidatura. Sibilino, Gaviria lo dice de esta manera: que él, en principio, no será candidato, salvo si le piden que lo sea, salvo si no [le] queda más remedio, salvo si se presenta la situación, salvo si las otras candidaturas del Polo no son viables.
Gaviria se pretende sutil. El es simplemente monótono.
Dos días antes de la entrevista de Carlos Gaviria, otra eminencia del Polo, Roberto Sáenz, el hermano del nuevo jefe de las Farc, Alfonso Cano, fue entrevistado por El Tiempo. Sus respuestas fueron un modelo de ambigüedad pero tienen la ventaja de revelar, entre líneas, qué es lo que busca realmente el Polo.
He estado contra la lucha armada, asegura Roberto Sáenz. Sin embargo, él estima que, al comienzo, cuando Tirofijo se fue al monte, no había otro camino. Luego, para el concejal del Polo, la violencia fue una forma de lucha legítima en el pasado, aunque no lo es ahora. ¿Por que no ahora? Porque, dice, las fuerzas políticas que actuamos en la lucha política abierta (...) logramos poner en marcha una Constitución que (...) permite hacer transformaciones de fondo.
No se sabe qué quiere decir Sáenz con eso de las transformaciones de fondo que el Polo quiere hacer. ¿Una democracia popular a la manera china? ¿Una dictadura del proletariado de tipo soviético?, ¿un gobierno chavista? ¿Un Gulag estilo castrista? No se sabe. Roberto Sáenz es mudo al respecto. En todo caso, en el seno del Polo existen corrientes que defienden esas opciones y la cosa promete ser catastrófica pues esas transformaciones de fondo se harán, según el hermano de Alfonso Cano, mediante una negociación con las Farc.
Roberto Saenz es muy claro al respecto. El habla de un escenario, de rescatar una tradición: el país se puede sentar a conversar con la guerrilla. Como buen militante del Polo, Roberto Sáenz no puede concebir el futuro de Colombia sin pasar por la ventanilla de la negociación con las Farc. Esa es la obsesión eterna del Polo. Esa idea marca la frontera neurótica de los hombres del Polo.
El Polo no es un partido, es un partido-rescoldo donde las brasas casi extinguidas de la férula de las Farc permanecen agazapadas bajo las cenizas.
Roberto Sáenz lo dice muy tranquilamente: el aspira a que el país regrese a la época de Andrés Pastrana. De hecho, él se declara firme partidario del ex presidente. Hay que sentarse a negociar repite. Hay que ponerle una hoja en blanco a las Farc y decirles: Escriban ahí lo que quieran. Así es como el Polo ve su actitud ante las Farc y ante los violentos: que nos digan que quieren para hacerlo. El tema de los inamovibles es una tontería, concluye con desfachatez Roberto Sáenz. Todo eso es excelente: con esos voceros el Polo muestra su juego. Hay que buscar una solución política y unos diálogos de paz, insiste hasta el hartazgo esa gente.
El concejal Sáenz exhibe el punto nodal del pensamiento del Polo, desnuda la idea central, el compromiso que tan secretamente ese grupo pretende tener con las fuerzas guerrilleras: si el Polo llega al poder, el país irá hacia una nueva fase de acomodamientos y de capitulaciones ante las Farc.
El trampolín para llegar a ese nuevo abismo es, como dice Luis Garzón, una gran coalición. Una gran coalición antiuribista, anti reelección. El problema es que el Polo quiere erigirla con aliados que no están, al menos hoy, dispuestos a ponerse al servicio de una dinámica de transacción con el terrorismo, como son la franja liberal que orienta el ex presidente César Gaviria y el sector conservador que responde a las inclinaciones del ex presidente Pastrana. Por eso ese aspecto central, la postura ante las Farc, es soslayado.
No obstante, Roberto Sáenz cree que ello es posible. El no descarta que haya un grupo muy importante de fuerzas democráticas (...) que logre seducir (...) a la guerrilla y que esté dispuesto a avanzar en ese camino.
Hace más de ocho años que Gustavo Petro, Carlos Gaviria y Luis Garzón ocultan sus planes, sueñan con un viraje brusco de la opinión pública gracias a un súbito acceso de amnesia colectiva, que los redima de su pasado y los erija en forjadores de una nueva democracia. Cuando le preguntan a Petro por su militancia en el M-19, él responde: Mi pasado es el de un rebelde que no le dio temor enfrentarse a la tiranía. Petro estima que el gobierno de Belisario Betancur era una tiranía, y que el gobierno de Alvaro Uribe es la descomposición de la democracia. La deducción es obvia: según Petro, la verdadera democracia sería únicamente aquella que resulte de una discusión-negociación entre el Polo y las Farc.
Habrá que ver si César Gaviria, quien en carne propia (el secuestro y asesinato de su hermana Liliana Gaviria, el 27 de abril del 2006) y como ex presidente de la República, conoce bien el altruismo de las Farc, se prestará a ese juego dudoso de la gran coalición.
Eduardo Mackenzie. Periodista, última obra publicada: Les FARC où léchec dun communisme de combat. Colombie 1925-2005.