El Pentágono capta bien a China

por Robert T. McLean, 26 de junio de 2006

A finales de mayo, el Departamento de Defensa difundía su informe anual al Congreso acerca de 'El poder militar de la República Popular de China'. Mientras que no es un documento perfecto, este examen del peligro en expansión que emana de Beijing muestra que el Pentágono no sólo comprende las implicaciones del desafío chino a la primacía americana en Asia, sino que también es lo bastante resuelto como para plantear a Beijing las preocupaciones de Washington. A priori, el valor del documento del Departamento de Defensa no es distinto de los publicados en años anteriores; sin embargo, un examen exhaustivo del informe y sus reacciones circundantes manifiesta que la situación ha pasado a ser mucho más seria.
 
Las aspiraciones en expansión de Beijing en la escena económica y política están empezando a abrir el camino a una política exterior igualmente asertiva. Como observa el informe de este año, 'La política exterior de China es hoy global'. Es un avance derivado cuyo proceso ha sido destacado en los informes previos, pero que fue juzgado prematuro como para etiquetar a China como potencia mundial hasta ahora.
 
Igual que fue a finales del siglo XIX cuando Thomas Jefferson se dio cuenta de que para convertirse en una potencia económica, Estados Unidos tenía que comerciar por todo el mundo, Beijing ha llegado a la conclusión de que su crecimiento económico depende cada vez más de los mercados internacionales y los recursos naturales. A los ojos de Jefferson, el comercio americano debía ser protegido y 'servido mediante la guerra frecuente'. Beijing ha sacado conclusiones similares, tal como prefigura el informe del Pentágono: 'Igual que se expande la economía de China, sus intereses pronto lo harán, y la necesidad percibida de levantar un ejército capaz de protegerlos'. Tales paralelos pueden hacer que algunos empaticen con el presente rumbo de China y acepten el ascenso a la posición de gran potencia de la República Popular no sólo como algo inevitable, sino legítimo. Esto, sin embargo, es bastante arriesgado.
 
Un equilibrio de poder en Asia y el Pacífico no es ventajoso ni para Estados Unidos ni para la región. Antes de su influencia en la promoción de la Doctrina Monroe como Secretario de Estado, John Quincy Adams juzgó imperativo para la joven república americana expandirse a través del continente hasta el Pacífico, porque una Norteamérica lastrada por un entorno de seguridad promulgado desde la estructura de poder que consumió Europa llevaría inevitablemente a una 'guerra eterna' por posesiones tan significativas como 'un peñón o un caladero'.
 
Tal estado de las cosas en la segunda mitad del siglo XX llevó a una serie interminable de guerras a distancia que definieron la era de la Guerra Fría. Hoy, como afirma el informe del Departamento de Estado, 'El rápido crecimiento de la economía de la República Popular de China, a la par con su expansión militar, ha impulsado fulminantemente el ascenso de China como potencia regional'. En consecuencia, el Pentágono de Rumsfeld ha convertido en prioridad acertadamente la preservación del poder relativo de América en Asia, en lugar de preparar un escenario de equilibrio de poderes.
 
La reacción desde Beijing al informe ha sido inusualmente dócil para un régimen que se rasga las vestiduras todos los años después de que el Departamento de Estado publique su 'Informe Anual de Derechos Humanos por Países'. Existen diversas explicaciones posibles para la respuesta inefablemente educada de la República Popular. La más obvia es que la cúpula de Beijing quiere evitar escalar las tensiones con Washington por un tema que es relativamente significativo. Las fuertes denuncias del informe del Pentágono podrían tener el efecto inverso de conceder legitimidad en sus afirmaciones a un Departamento de Defensa percibido como militarista. Y mientras que los informes de derechos humanos minan la credibilidad del régimen en casa, es improbable que las referencias a una China cada vez más asertiva y poderosa vayan a mover tal disidencia nacional.
 
Existe otro motivo, no obstante, para que la maquinaria propagandística del régimen - el gobierno tiene control virtualmente absoluto sobre los flujos de información en China - rebajase su crítica a América acostumbrada. El 22 de mayo, la víspera del informe del Pentágono, la agencia oficial de noticias de China Xinhua informaba de que 'Estados Unidos va probablemente a incrementar las exportaciones de alta tecnología para uso civil a China'. Esto es algo que el régimen de Beijing ha estado defendiendo ruidosamente desde hace mucho, y es imperativo que el Subsecretario de Estado de Comercio David H. McCormick cumpla su palabra garantizando que las tecnologías de uso dual no acaban en manos del estamento militar chino.
 
Un capítulo acerca de la fuerza de modernización en el informe del Departamento de Defensa citado por el Presidente chino Hu Jintao en las declaraciones a comienzos de este año es que un profundo sistema de investigación y desarrollo 'crearía una buena estructura bajo la que las tecnologías militar y civil son compartidas y mutuamente transferibles'. Así, existen motivos para que prevalezca un férreo control de la exportación tecnológica. Mientras que el examen de este año del avance de los componentes tecnológicos de China cita que la inversión extranjera en el sector industrial civil de China 'ha incrementado la probabilidad de un desdoble para uso en la industria militar', el informe de junio del 2000 era más despreciativo con los peligros de la mejora tecnológica de Beijing. El informe del 2000 afirmaba: 'Incluso si la República Popular adquiriese el armamento moderno que busca, integrar estos sistemas y formar a tropas y mandos para emplearlos continuará siendo una tarea difícil e inhibirá la maduración de la República en una fuerza militar de orden mundial'.
 
Desafortunadamente, parece que los chinos fueron subestimados. Apenas seis años después, el Pentágono no sólo destaca las mejoras tecnológicas de la República, sino también la cifra de ciudadanos chinos con elevada formación, capaces de desarrollar, mantener y controlar la capacidad defensiva cada vez más moderna del país. Por ejemplo, el informe observa que un creciente número de nacionales chinos están siendo formados en el extranjero en ciencias e ingeniería, incluyendo los casi 36.000 estudiantes a los que se concedió visado estudiantil o de intercambio en Estados Unidos en el 2004. El Departamento de Defensa entiende los peligros aquí y no tiene intención de permitir que la República Popular de China plantee un desafío para el dominio tecnológico futuro.
 
No obstante, no todos pueden verlo así. Para algunos, el informe del Pentágono representa una engañosa exageración encaminada a justificar gastos futuros en defensa. Renmin Ribao, del Partido Comunista de China, escribía el 26 de mayo: 'La sociedad americana se ha convertido en un enorme grupo de interés desde la Segunda Guerra Mundial... basta con imaginar que si no hubiera ninguna tensión, si no hubiera 'enemigo', ¿cómo podría el Departamento de Defensa lograr más presupuestos del Congreso?'. Estas opiniones fueron reflejadas ampliamente por Fred Kaplan en Slate, donde afirmaba imprudentemente: 'Todos los días en la semana, cientos de generales de las Fuerzas Aéreas y la Marina agradecen su estrella de la suerte a China'.
 
Añadiendo que el informe del Pentágono 'añade poco', Kaplan elabora que los chinos no son ninguna amenaza en absoluto. Quizá, estos pacifistas de China deban preguntar a los vecinos de Beijing qué piensan de la creciente potencia militar de la dictadura y de la influencia política regional. El asistente del secretario de defensa para asuntos de seguridad internacional Peter Rodman observaba que uno de los mayores cambios articulados en el informe de este año es que 'China está comenzando a desarrollar la capacidad de proyectar poder'. Apenas hace un año, el informe del 2005 afirmaba que 'La capacidad de China para proyectar influencia militar convencional más allá de su periferia continúa siendo limitada'. Así, queda claro que en el último año, Beijing ha logrado avances considerables para constituir una amenaza militar para Estados Unidos, sus aliados y sus intereses más allá del conflicto por Taiwán.
 
Prueba adicional de este avance -aunque lamentablemente no mencionada o adecuadamente tratada en el informe- son los diversos instrumentos de proyección de fuerza que han permitido y permitirán a Beijing incrementar su influencia global. Los agentes de la Inteligencia china están activos en ambos puntos de entrada al Canal de Panamá, mientras las corporaciones del país controlan gran parte de los sectores vitales de la gestión de canales. China también asiste a sus aliados en Pakistán en el desarrollo del Puerto de Gwadar, dándoles acceso al Golfo de Omán y la capacidad potencial para proyectar influencia en el Golfo Pérsico. El informe también desglosa la dirección de Beijing y Moscú a la cabeza de la Organización de Cooperación de Shanghai. La SCO es una alianza militarmente cada vez más poderosa que con frecuencia trabajaba para contrarrestar los intereses americanos. Esta organización proporciona tanto aliados como recursos naturales a los chinos en Rusia y Asia Central.
 
Así, el Departamento de Defensa no peca de sobreestimar la amenaza planteada por una China en ascenso. Un motivo para esto es que Beijing no sólo está incrementando su capacidad militar y su influencia global, sino que exagerar sus intenciones continúa siendo un tema puntilloso. Un elemento que vale la pena notar en el informe del 2006 es el examen preciso del Pentágono de la estrategia impredeciblemente peligrosa de la República Popular. Recogiendo las palabras del ex líder Deng Xiaoping en los años 90, Rodman observa: 'La frase que me choca, por supuesto, es ‘esconder nuestras capacidades y aguardar nuestro momento’'. El asistente del secretario añadía, 'Creo que esto resume cuál es la estrategia de China. Son muy pacientes'. Lo que muchos no comprenden, y algunos en el Departamento de Defensa comprenden muy bien, es que igual que las fuerzas de al-Qaeda luchan ahora, los chinos piensan más allá de lo inmediato y planifican a largo plazo.
 
El uso de la fuerza por parte de Estados Unidos primero en Kosovo y después en Irak fue enormemente problemático para los dirigentes  chinos porque estos ejemplos no mostraban solamente que Estados Unidos tenía la capacidad para proyectar poder con eficacia en cualquier parte del mundo, sino que tenían la voluntad también. Así, mientras que el informe original del Pentágono al Congreso en el 2000 afirmaba que la estructura de planificación de la fuerza militar china era un motivo de preocupación relevante puesto que parecía diseñada para un conflicto cruzado con Taiwán, y quizá con Estados Unidos, el informe del 2006 destaca la creciente capacidad de las fuerzas chinas mientras la 'Segunda Artillería de la República dispone de misiles móviles más avanzados para alcanzar Estados Unidos, Japón, la India, Rusia y el resto del mundo' con armas nucleares.
 
La Unión Soviética tuvo esta capacidad, y combinada con sus esfuerzos actuales -en gran medida como los chinos- para plantar cara a Estados Unidos en todo el mundo, el resultado fue media década de Guerra Fría con conflictos surgiendo por el mundo con el fin de satisfacer el equilibrio de poder relativo de que ninguna parte del mundo fue capaz de escapar. Decenas de miles de americanos murieron luchando en combates iniciados y catalizados por los soviéticos. Esto no es algo que los generales y almirantes deseen que re-emerja día y noche. El Pentágono capta bien a China, y al contrario de sus muchos críticos, el Departamento de Defensa trabaja sin descanso para garantizar que no suceda de nuevo.

 
 
Robert T. McLean es miembro de investigación del Center for Security Policy de Washington, D.C.