El odio a la libre empresa mata a la gente

por John Stossel, 24 de enero de 2008

¿Por qué tanta gente es tan hostil al libre mercado?
 
El mercado ofrece milagros que nosotros damos por sentado. Los supermercados limpios y bien abastecidos venden 30.000 productos. El hambre casi ha desaparecido de los países en los que la propiedad privada y la libertad económica están permitidas. El libre mercado ha rescatado a más gente de la pobreza de la que el gobierno ha rescatado nunca.
 
Y aún así, cuando los innovadores proponen extender su benigno poder, la gente grita de miedo.
 
Esto estaba claro leyendo no hace mucho el Wall Street Journal.
 
La sección de 'Cartas' abría con quejas por la columna de Bob Poole sobre autopistas privadas bien atendidas que mantienen el tráfico fluido. Un lector se quejaba de que tales autopistas existen 'para los privilegiados... que se pueden permitir peajes... enormes... para conducir unos 45 minutos muy aburridos por el Toronto metropolitano. La autopista 407 es ciertamente un gran éxito -- para los afortunados que la utilizan'.
 
¿Peajes asombrosamente altos? Solamente si usted está desorientado en materia de lo que paga por las carreteras 'gratuitas'. ¿Y por qué es el éxito para los que la utilizan algo malo? ¿Tiene envidia el lector? Si el camino es aburrido, no tiene que tomarlo a la fuerza. Nadie le obliga a utilizar una autopista privada. ¿Por qué tanta gente se lamenta de los éxitos que traen voluntariamente las iniciativas privadas?
 
Ese mismo día, el Journal también incluía una noticia acerca de la idea 'radical' de la venta de riñones.
             
¿Por qué es 'radical' vender un órgano? La prohibición de la venta de riñones mata a miles de personas cada año. Eso debería considerarse 'radical'.
           
Hoy, 74.000 americanos están en lista de espera para trasplantes de riñón al tiempo que soportan dolorosas, agotadoras y caras horas enchufados a máquinas de diálisis. Las máquinas son milagros tecnológicos que les mantienen con vida, pero la diálisis no es igual de buena ni de lejos que un riñón real. Todos los días, alrededor de 17 americanos mueren mientras esperan un trasplante.
           
Pero montones de americanos prescindirían de un riñón solamente con que se les pudiera pagar a cambio de sus problemas y riesgo. Ruth Sparrow, de St. Petersburg, Fla., publicó un anuncio en la prensa diciendo 'Riñón, funciona bien, 30.000 dólares o al mejor postor'. Contaba a 20/20 que recibió un par de llamadas serias, pero después el periódico rechazó volver a publicar su anuncio, advirtiéndole de que sería detenida.
 
¿Por qué no se permite a alguien con dos órganos sanos sacar uno al mercado? Porque en 1984, el Representante norteamericano Al Gore presentó una ley que hace la venta de órganos punible con cinco años de cárcel. El Congreso no pudo contener su entusiasmo; la propuesta de ley era aprobada 396 a 6.
 
Así que dar un riñón a alguien es una buena obra, pero vender el mismo riñón es un crimen.
 
Cuando confronté con eso al Dr. Brian Pereira, de la Fundación Nacional del Riñón, dijo, 'El sistema actual funciona extraordinariamente bien'. Le pregunté cómo podía funcionar el sistema 'extraordinariamente bien' cuando 17 personas mueren cada día porque no pueden recibir riñones. Dijo que 'la (situación) desesperada no justifica una decisión política imprudente”.
           
La Fundación Nacional del Riñón teme que los pobres puedan ser 'explotados'. ¿Pero qué es lo que da a la Fundación el derecho a decidir por los pobres? El pobre es igual de capaz que el resto de decidir qué intercambios va a realizar en la vida. Nadie le obliga a prescindir de un órgano. Decir que los pobres están demasiado desesperados para resistirse a una tentación peligrosa es ser paternalista.
           
Pero los guardianes como el Dr. Pereira dicen que 'no debe haber trueque, ninguna venta de órganos. Ahí es donde tenemos que entrar en escena'. Cuando le pregunté quiénes son el 'nosotros' que tiene que 'entrar en escena', respondió, 'El gobierno y los colegios profesionales'.
           
Esa presunción, que el gobierno y 'los colegios profesionales' tienen que decidir por todos nosotros, y la hostilidad subyacente hacia el comercio,- está matando a la gente.
           
El dinero no debería obligar a un individuo a prescindir de un órgano. Como me decía un paciente renal antes de morir, 'Los médicos ganan dinero, los hospitales ganan dinero, las organizaciones de donación de órganos ganan dinero. Todo el mundo gana algo, ¡excepto el donante!”
           
Si usted piensa que es inmoral vender un órgano, no lo haga. Pero los enfermos no deberían tener que morir porque alguien desprecie el mercado.

 
 
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