El objetivo de la jihad: la mujer

por Phyllis Chesler, 22 de agosto de 2007

(Publicado en Front Page Magazine, 6 de julio de 2007)

El “complot de los médicos islamistas' en el Reino Unido era diabólico, pero un aspecto particularmente horrible de él ha recibido una atención insuficiente: se encaminaba específicamente contra las mujeres.
 
Enterrado en lo profundo del artículo del New York Times en la materia se encontraba este hecho: el club nocturno Tiger Tiger en Londres era el objetivo en parte porque el jueves era 'la noche de las chicas'. (Christopher Hitchens, escribiendo en Slate, es de los pocos que hasta la fecha se han centrado en este hecho).
 
No es la primera vez que los islamistas han puesto sus miras directamente en las mujeres. El experto británico en seguridad Sajjan M. Gohel recuerda una conspiración en el 2004 en la cual 'terroristas británicos de nacimiento querían atraer a mujeres a un club nocturno según conversaciones intervenidas por la policía, a las que percibían como promiscuas”.
 
¿Cuándo 'captarán' los progresistas occidentales, las feministas en especial, que los terroristas musulmanes odian a las mujeres -- especialmente las mujeres infieles, intelectual o sexualmente independientes  cuya independencia les hace sentir inseguros, les tienta y les enfurece?
 
Ello no debería ser ninguna sorpresa. El historial del islam en su trato a la mujer es abominable. El apartheid islámico de sexos pone sus miras en la mujer musulmana con vistas al castigo máximo (latigazos, muerte por lapidación, violación en grupo de motivación política, matanza de honor) cuando se percibe en cualquier sentido o se entiende mal cualquier señal de independencia, incluso ligeramente (por ejemplo, si quieren casarse con hombres de su propia elección, divorciarse de maridos peligrosamente maltratadores, o simplemente asistir a clase). Pero, hasta cuando no han cometido tales 'crímenes', muchas mujeres musulmanas, árabes o africanas son mutiladas genitalmente. La mayor parte de las mujeres musulmanas y árabes son apaleadas rutinariamente como hijas o esposas. Son obligadas a 'cubrir' su pelo, cara, cuerpo, y son amenazadas con el castigo máximo cuando se muestra la punta de un pelo o demasiado tobillo. Son obligadas a aceptar y apoyar la poligamia y el purdah (secuestro físico en el harén).
 
Estas onerosas prácticas han entrado en Occidente. Cada vez más mujeres silenciosas o enmascaradas aparecen en nuestras calles; su presencia resulta extrañamente amenazadora. Como mucho sus prácticas no son aprobadas porque han elegido un camino diferente visiblemente. El hecho de que algunas mujeres puedan ver el hiyab o el niqab como expresiones legítimas y humildes de sumisión religiosa o que eligen libremente 'taparse' con modestia como modo de proclamarse 'prohibidas' para la promiscuidad secular occidental no cambia el hecho de que su presencia también constituye un anuncio andante de la Jihad.
 
¿Qué más se puede esperar de una cultura terrorista-religiosa en la que tanto la vida como la fuerza vital son ridiculizadas, temidas, odiadas y destruidas? Una mujer embarazada con hijos pequeños era interceptada recientemente como bomba humana por los israelíes. Con frecuencia, un terrorista suicida se colocará a propósito cerca de una madre con un niño pequeño. Así es como el thanatos (la fuerza de la muerte) destruye al eros (la fuerza de la vida) de la manera visualmente más gráfica y literal. En el ejemplo más reciente, médicos, que se supone hacen un juramento de salvar vidas, estaban involucrados en asesinar a civiles inocentes -- muchos de ellos mujeres idealmente. ¿Qué perversión más clara de la vida como fuerza puede haber?
 
Los terroristas islámicos deben verse como asesinos en serie. Los cerebros y sus herramientas son exactamente eso. Los miembros (de un ser humano, normalmente mujer) que los asesinos en serie colocan cuidadosamente a la vista en la escena del crimen son llevados a nuevos niveles aquí, con cientos de miembros de gente a la vista, aunque desperdigados por el viento. (No hay espacio en este artículo para explicar cómo el odio a la mujer y el asesinato de mujeres está relacionado con la vergüenza y la cultura de honor en la que tal asesinato es normalizado, no criminalizado).
 
Y aún así, los críticos de los medios intentan culpar a Israel y América de tales atrocidades musulmanas; aún más, hablan más de la inexistente 'islamofobia' de lo que hablan sobre el odio musulmán criminal al infiel y la misoginia musulmana.
 
Ahora es el momento de que los musulmanes pacíficos denuncien estas atrocidades y resuelvan separar su cultura y sus países de tales maníacos homicidas. Muchos musulmanes permanecen en negación con sus propios 'tigres'. (Un amigo israelí, ex miembro de la Mossad, comentaba que los saudíes 'han creado al tigre y ahora tienen que montarlo'. Lo decía después de una serie de atentados que sacudían a la propia Arabia Saudí). Una no puede continuar culpando o utilizando a Israel y América como chivos expiatorios de lo que es un problema indígena musulmán. La ummah musulmana podría estar ahora aterrorizada a causa de sus propios hijos e hijas, los mismos 'tigres' que han criado y alimentado. Quizá esté impactada al descubrir que sus tigres son criminales.
 
Piense en ello como un espectro. Primero, la mujer en los países islámicos tiene que bailar por separado, en habitaciones segregadas, escondida de los hombres como para no provocarlos. A continuación tiene a los Talibanes, que prohíben toda forma de baile. Inmediatamente después están los terroristas suicidas que, incapaces de convivir con la idea de que miles de mujeres de Occidente bailan desnudas (puesto que sus caras están descubiertas), atacan discotecas. No es difícil de entender. Es la vida post 11 de septiembre.


 

 
 
La Dr. Phyllis Chesler es profesor emérito de Psicología y Estudios de la Mujer y psicoterapeuta. Ha dado conferencias y organizado campañas de derechos humanos, política, religiosas y legales en Estados Unidos, Canadá, Europa, Oriente Medio y Extremo Oriente. Es co-fundadora de la Association for Women in Psychology (1969), la Red de Saludo de la The National Women (1974) y es miembro del Women's Forum (197 -74). Ha escrito literalmente miles de artículos y escrito trece libros entre los que destacan La muerte del feminismo, Madres a juicio, Acerca de los hombres y El nuevo antisemitismo.