El misterio del Mercedes

por Claudia Rosett, 23 de diciembre de 2005

¿Qué se necesita para que te ascienda Kofi Annán en Naciones Unidas? Para Abdoulie Janneh, miembro del personal de la ONU durante mucho tiempo, se necesitaron menos de dos semanas después de que su reciente testimonio ante los investigadores ayudara a limpiar a Annán de cualquier papel en el presunto mal uso del cargo y los privilegios del Secretario General por parte de su propio hijo con el fin de enviar un Mercedes a Ghana libre de impuestos — ahorrándose más de 14.000 dólares.
Las declaraciones de Janneh exculpando a Kofi Annán fueron incluidas en un informe publicado el 7 de septiembre del 2005 por la comisión de investigación de Paul Volcker en el Petróleo por Alimentos. Doce días después de que el informe saliera a la luz, Annán ascendía a Janneh de asistente del secretario general al tercer puesto más alto de la ONU por debajo del secretario general. Nadie acusa a Janneh de obrar mal, y el propio Janneh, en un correo electrónico esta pasada semana respondiendo a las preguntas acerca de la sincronización del ascenso, lo llamó “una desafortunada coincidencia”. Pero como indicador de las prácticas de la ONU en la cúspide, la historia del Mercedes de Kojo continúa planteando cuestiones simples — a las que la oficina de Kofi Annán ha hecho caso omiso o alternativamente ha rehusado contestar.
 
Las pistas de la historia del Mercedes se remontan a 1998, el segundo año de mandato de Kofi Annán como secretario general; pero no fue divulgada hasta este septiembre, cuando surgió como muestra de los asuntos financieros de la familia Annán en el principal informe de Paul Volcker sobre el Petróleo por Alimentos. Según lo relata Volcker, la saga del Mercedes comienza con el viaje de Kojo Annán a un salón del automóvil de Ginebra, Suiza, a comienzos de 1998, donde “vio un vehículo Mercedes Benz que quería adquirir para su uso personal” y para obtener un descuento de la ONU — aunque no trabajaba para la ONU — “precisó comprar el coche en nombre de su padre”. Esto llevó más tarde a una nota fechada el 13 de noviembre de 1998 desenterrada de un ordenador de la ONU por el comité Volcker, en la que la secretaria personal de Kofi Annán, Wagaye Assebe, pasaba un mensaje de Kojo a Kofi Annán solicitando una firma de la oficina ejecutiva de la ONU, “Re: el coche que intenta adquirir a su nombre”. Kofi Annán ha declarando al comité Volcker que no recuerda ver esta nota, y que no habría permitido a nadie de la ONU firmar tal solicitud en su nombre.
 
Pero de una manera u otra, según Volcker, la compra del Mercedes sí que tuvo lugar en nombre de Kofi Annán, abonando Kojo Annán 39.056 dólares por el coche, tras un descuento para la ONU del 14,3%. Y en algún momento alrededor del 13 de noviembre de 1998, Kojo contactó con Abdoulie Janneh, que entonces ocupaba el puesto de representante residente del Programa de Desarrollo de la ONU en la Ghana nativa de Kofi Annán. Janneh, un gambiano que ingresó en la ONU en 1979, es descrito en el informe Volcker como “hombre de confianza de la familia” Annán. Kojo Annán pedía ayuda a Janneh para arreglar el envío del Mercedes a Ghana bajo privilegios duty-free concedidos exclusivamente al Secretario General. Volcker informa de que “Kojo Annán presentó con falsedad a Janneh el coche como destinado al uso personal del Secretario General”.
 
Según el propio relato de Janneh, él no intentó cotejar el estatus del coche con ningún otro funcionario de la ONU, Kofi Annán incluido. Según Volcker: “Janneh indicó que no tenía motivos para dudar del planteamiento de Kojo Annán y se fió de la factura de entrada al país como documento de demostración y confirmación de que el coche era para el Secretario General” -- y por lo tanto 'no buscó confirmación adicional en la materia'. Así, informa Volcker, Janneh “rellenó un certificado formal bajo el sello de la UNDP reclamando la exención de los impuestos aduaneros” con el resultado de que “cuando el coche fue enviado a Ghana, Kojo Annán se ahorró 14.013 dólares en aranceles de importación con documentación falsa de que el coche era para uso personal del Secretario General”.
 
Nadie, Volcker incluido, ha acusado a Janneh de malas prácticas deliberadas. En una nota al pie de página, el informe Volcker reza que el comité Volcker “no concluye que Janneh estuviera al tanto de la falsedad de la historia de Kojo Annán”. El propio Janneh, en una respuesta por correo electrónico a mis preguntas afirma que se fió de los documentos del Mercedes proporcionados por un comerciante automovilístico de Ginebra, Suiza, emitidos “en nombre del Secretario General”. Él añade, “no consideré necesario en aquel momento ni se me exigió remitir el tema al Secretario General o a ningún otro funcionario de la ONU”. (A esto, una tiene que añadir que en una ONU en la que los chivatos no salen bien parados, cualquier miembro del personal que se presente con tal solicitud de un miembro de la familia del Secretario General sería enviado a la esquina de los torpes).
 
El relato de Volcker plantea cuestiones, no obstante, y la aparente falta de interés del Secretario General en responderlas plantea aún más cuestiones. Preguntado en las conferencias de prensa de la ONU la semana pasada qué había sido de Janneh desde el informe Volcker, y si la ONU investigaba su papel en el incidente del Mercedes, un portavoz del Secretario General — en lugar de señalar que Janneh había sido ascendido — no ofreció más que variaciones de: “No tengo nada más quiere decir acerca de cualquier parte de la investigación Volcker”.
 
En una entrevista telefónica el domingo, el jefe de personal de Kofi Annán, Mark Malloch Brown, decía que el asunto del Mercedes no es un tema de la ONU, sino algo “entre Kojo y su conciencia y las autoridades ghanesas”. Los abogados de Kojo, en una carta añadida al informe Volcker del 7 de septiembre, respondían que Kojo “acababa de salir de la universidad” y “se le puede perdonar una indiscreción de este tipo, si en realidad lo es”.
 
Pero puesto que no era Kojo Annán directamente, sino un funcionario de la ONU, quien presuntamente presentó la solicitud falsa al gobierno ghanés, falsificando el Mercedes como un coche para el Secretario General de la ONU, los temas son más generales que eso.
 
Para empezar, está el misterio de qué pasó con el Mercedes. Si la exención aduanera fue presentada falsamente por la ONU, presumiblemente entonces la ONU debe a Ghana más de 14.000 dólares por el coche. Y si la documentación del coche estaba a nombre de Kofi Annán, ¿ha vendido cualquier Annán, ya sea Kofi o Kojo, el coche, o a esos efectos, reembolsado el dinero? ¿Ha compensado la ONU a Ghana? Si es así, ¿de qué presupuesto? Y si no, ¿por qué no entonces? Mientras que 14.000 dólares pueden ser chatarra de bolsillo para el Secretario General de la ONU, sigue siendo dinero de verdad, y para millones de África será una fortuna más allá de los sueños.
 
En el 2000, tras la gestión de Ghana que incluía el archivo del Mercedes, Janneh era ascendido a asistente del Secretario General de la ONU y director regional de la UNDP para África. Este año, apenas 12 días después de que el testimonio de Janneh ayudase a establecer, para satisfacción del comité Volcker, que Kofi Annán no sabía nada del envío de Mercedes hecho a su nombre, Kofi Annán ascendía a Janneh a subsecretario general, con la cartera de secretario ejecutivo de la Comisión Económica para África. La fecha precisa del ascenso era el 19 de septiembre, el lunes inmediatamente posterior a la cumbre mundial de la ONU de este septiembre. Con todos los ojos puestos aún en el atasco diplomático y los relatos de dignatarios que se van, el ascenso de Janneh atrajo poco la atención. La circular de prensa oficial está fechada el 20 de septiembre, el mismo día en que un fallo eléctrico en la ONU ponía fin hasta a la conferencia de prensa de la tarde.
 
Sea lo que sea lo que se haga con Kojo, el tema crucial es este tráfico de Mercedes centrado en la ONU y qué tipo de diligencias obligatorias — después de todas las promesas de reforma de Kofi Annán — van a ejercerse incluso ahora por el Secretario General “Dios-que-no-se-vaya”. Es bastante posible que Janneh fuera ascendido, como explicaba Malloch Brown en la entrevista telefónica del domingo, únicamente por “su talento y experiencia”. Pero al contrario que, digamos, el proceso de confirmación de los Estados Unidos, las deliberaciones de la ONU acerca de los ascensos del personal no son tema de registro público. Y el resultado pobre de la aparente falta de atención de Kofi Annán a todo, desde la corrupción masiva bajo el Petróleo por Alimentos hasta los acuerdos corruptos en el departamento de procuraduría, pasando por el presunto mal uso de los privilegios de la ONU por su propio hijo, es que hasta la fecha no hay motivo ninguno para fiarse de la ONU sin comprobación. Como poco, el cuento del Mercedes y la sincronización del ascenso de Janneh destacan la necesidad de mucha más transparencia en el proceso por el que el Secretario General concede a dedo los principales puestos de la ONU.

 
 
Claudia Rosett es periodista residente de la Fundación para la Defensa de las Democracias.