El lobo y la manada

por Juan F. Carmona y Choussat, 26 de marzo de 2012

(Publicado en La Gaceta, 26 de marzo de 2012)
 
El yihadista francés era un lobo solitario, dicen.
 
El académico Bernard Lewis tradujo el manifiesto de Bin Laden de 1998. Tras relatar los agravios del mundo musulmán a manos de la “alianza judeo-cruzada”, la ocupación de las tierras santas del Islam, concluía que suponían una declaración de guerra. “En tal situación es la opinión unánime de la ulema a través de los siglos que cuando los enemigos atacan las tierras musulmanas, la yihad se convierte en un deber personal de cada musulmán”.
 
Los firmantes formulan entonces la Fatwa: “matar americanos y sus aliados, tanto civiles como militares es un deber individual de cada musulmán que pueda, en cualquier país en que sea posible hasta que la mezquita Aqsa (en Jerusalén) y la mezquita Haram (en La Meca) sean liberadas de su garra y hasta que sus ejércitos, destrozados y divididos se marchen de todas las tierras del Islam…”.
 
El criminal mató a tres soldados de un ejército que está en Afganistán y a cuatro judíos, tres niños. Lo hizo para vengar niños palestinos, contra la ocupación de Afganistán y la legislación francesa sobre el velo. Añadió pertenecer a Al-Qaeda y se sabe que viajó dos veces a tierra talibán siendo instruido por Talibán pakistan
 
Se explican sus acciones por frustración. Pero había visto mundo: Afganistán, Siria, Jordania, Irak, Israel. Hasta hubiera podido acompañar a sus hermanos a una escuela coránica egipcia. Prefirió aprender solo. Y tenía 20.000 € en armas. La frustración relevante no es individual sino colectiva. La cita Bin Laden: la humillación y desgracia sufridos por el Islam en el último siglo y la disgregación del califato.
 
Según Lewis la proclama de Bin Laden es una tergiversación grotesca del Islam que muchos musulmanes aprueban y algunos aplican. Occidente debe defenderse como crea oportuno, pero para luchar contra los terroristas quizá sería útil entender qué los motiva.