El Islam y la identidad, en Gran Bretaña y el Líbano

por Mark Steyn, 18 de agosto de 2006

He aquí una primera información de Reuters cubriendo el golpe masivo frustrado del terrorismo en el Reino Unido. Empiezan como viene siendo costumbre metiendo ruido con los cierres de los aeropuertos, detalles de las detenciones y citas de espectadores, pero después pasan a la imagen general:
 
''Soy ex azafata, estoy acostumbrada a los retrasos, pero esto es un tipo de retraso distinto', decía Gita Saintangelo, de 54 años, una americana de vuelta a Miami. 'Lo hemos oído en la televisión esta mañana, salimos un poco antes y rezamos', decía en Heathrow.
 
'Gran Bretaña ha sido criticada por militantes islamistas por sus campañas militares en Irak y Afganistán. El Primer Ministro Tony Blair también ha sido criticado en casa y en el extranjero por seguir la dirección norteamericana y rehusar pedir un alto el fuego inmediato en el conflicto entre Israel y la guerrilla libanesa Hezbolá'.
 
¿Existe un programa de software en las agencias de noticias occidentales que inserta automáticamente cosas no relacionadas en las noticias del terrorismo? El complot para cometer asesinato en masa secuestrando 10 aviones de pasajeros Reino Unido-Estados Unidos estaba bastante avanzado mucho antes del primer ataque israelí contra Hezbolá. Pero aparentemente es axiomático en Reuters, la BBC y muchos otros medios británicos que Tony Blair es la causa a raíz de la jihad. Ya ni siquiera tiene que invadir nada. Simplemente tiene que 'rehusar pedir un alto el fuego inmediato' cuando unos colegas invaden a otros colegas en la otra esquina del mundo.
 
Demos por sentado por el bien del argumento que estas informaciones son ciertas -- que cuando los belicistas sionistas sedientos de sangre atacan todos esos maravillosos programas de contenido social de Hezbolá, ello lleva a sujetos británicos de nacimiento y residencia a planear asesinatos en masa contra sus conciudadanos británicos. ¿Qué significa eso?
 
He aquí una pista, de una reciente encuesta Pew que planteaba: ¿qué se considera primero, musulmán o ciudadano de su país?
 
En el Reino Unido, el 7% de los musulmanes se considera primero británico, el 81% se considera primero musulmán.
 
Y ahí es donde se encuentra realmente la comparación libanesa válida. El Líbano es un estado soberano. Tiene una rama ejecutiva y una rama militar. Pero su rama militar tiene armamento menos sofisticado que Hezbolá, y su rama ejecutiva ostenta menos autoridad en su jurisdicción que Hezbolá. En los viejos tiempos, el gobierno libanés habría caído, y Hezbolá habría suplantado formalmente al estado. Pero actores sin estado como la agrupación Hezbo y al-Qaida no tienen ningún interés en licenciarse en estadismo. Tienen mejores cosas que hacer. Si usted está interesado en establecer un califato global, obtener un asiento en la ONU y tener un equipo olímpico son solamente obstáculos. El estado 'soberano' simplemente sirve a tales grupos como base de operaciones, igual que lo era Afganistán y lo es el Líbano. Actúan localmente, pero piensan globalmente.
 
Y esa indiferencia hacia el estado puede ser contagiosa. Los cristianos del Líbano puede que piensen en sí mismos como 'libaneses', pero la mayor parte del electorado chi'í de Hezbolá, no. Los analistas occidentales hablan con esperanza de atroces diferencias entre sunníes y chi'íes, árabes y persas, pero es interesante observar las cifras de jóvenes varones sunníes en Egipto, Jordania y por todas partes en las últimas semanas que han decidido que el Presidente (chi'í) Ahmadinejad de Irán y sus ramas (chi'íes) Hezbo son los nuevos tipos guays. A lo largo de los años 90, nos acostumbramos a la idea de que 'actores sin estado' significaba grupo terrorista, con unos cuantos cientos de activistas quizá, y unos cuantos miles de partidarios. ¿Qué pasa si poblaciones enteras están siendo transformadas en 'actores sin estado'? No terroristas, a todas luces, sino completamente indiferentes como mínimo al estado del que son ciudadanos nominalmente.
 
De ahí esa estadística: el 7% de los musulmanes británicos considera que su identidad primaria es británica, el 81% considera que es musulmana. En comparación, en la nación musulmana más poblada del planeta, el 39% de los musulmanes de Indonesia se considera primero de Indonesia, el 36% se considera primero musulmán. Durante más de cuatro años he estado escribiendo acerca de un fenómeno que me encontré por primera vez en los guetos musulmanes de Holanda, Bélgica y otros países europeos en la primavera del 2002: musulmanes europeos de segunda y tercera generación que se sienten más ferozmente islámicos que sus padres y abuelos.
 
Ése es el tema: el pan-islamismo es el profundo desafío a las ideas convencionales de nación y ciudadanía. Por supuesto, si usted dice eso en la universidad común de la Ivy League[1], se le encogerán de hombros: el hombre multicultural moderno también desprecia estar ligado a la nación estado; se enorgullece de ser citoyen du monde. La diferencia es que, para los iluminados occidentales, por encima de todo es una pose falsa: puede que ocasionalmente se dejen caer por algún país del Tercer Mundo receptor de ayuda, y se muestren condescendientes con los nativos, pero la mayor parte del tiempo, el grupo multiculti no tiene ningún deseo de vivir en nada que no sea una democracia occidental avanzada. Es la quintaesencia del fraude de izquierdas; puede que piensen globalmente, pero no actúan según ello.
 
Los pan-islamistas sí actúan. Cuando se cogen de la mano y cantan 'We Are The World', lo dicen en serio. Y si creemos que se van a quedar con las migajas de 'estados fallidos' como Afganistán, Somalia o el Líbano, es que estamos siendo muy complacientes. Los islamistas son muy buenos utilizando los principales rasgos de la democracia multicultural moderna -- legalismos, victimología -- en su propio beneficio. Hablando relativamente, el Reino Unido es un estado no-fracasado, pero a un cierto nivel, el gobierno de Su Majestad comparte el mismo problema que sus homólogos de Beirut: no se atreven en absoluto a maniobrar contra los pan-islamistas, y no tienen la más remota idea de qué estrategia posible les permitiría hacerlo.
 
De modo que en su lugar tratan de atajar los síntomas. El excelente trabajo de espionaje del MI-5 y de Scotland Yard frustró este complot, y bien puede frustrar el siguiente, y el siguiente después de ése, y los 10 siguientes, y después de esos los 100 siguientes. Y en el ínterin, un millar de inconveniencias crecientes recae sobre la ciudadanía. Si usted hubiera dicho a un británico el 10 de septiembre del 2001 que en cuestión de cinco años todo el equipaje de mano estaría prohibido en los vuelos procedentes de Gran Bretaña, él habría pensado que usted estaba como una cabra. Si usted hubiera dicho a una británica que todos los líquidos estarían prohibidos a excepción de la leche para los recién nacidos, que sólo puede subirse a bordo si el adulto que acompaña al niño bebe del envase delante de un guardia de seguridad, ella se habría reído de usted y había dicho que nadie inventaría nunca una imposición tan gratuita. Pero ahora está aquí. ¿Qué otros cambios elaborarán los islamistas en cuestión de otros cinco años?
 
A falta de la determinación para destruir la ideología, estamos a punto de ser testigos del desmembramiento del mundo.
 
 
 
 
 

 
Notas


[1] Grupo de universidades americanas encabezadas por Harvard, conocidas por sus puntos políticos de extrema izquierda y su aparición regular en los medios como consecuencia de alguna estridencia.
 
 
Mark Steyn es periodista canadiense, columnista y crítico literario natural de Toronto. Trabajó para la BBC presentando un programa desde Nueva York y haciendo diversos documentales. Comienza a escribir en 1992, cuando The Spectator le contrata como crítico de cine, Más tarde pasa a ser columnista de The Independent. Actualmente publica en The Daily Telegraph, The Chicago Sun-Times, The New York Sun, The Washington Times y el Orange County Register, además de The Western Standard, The Jerusalem Post o The Australian, entre otros.