El corredor sirio-jihadista del Líbano

por Walid Phares, 12 de junio de 2007

El objetivo de los propagandistas sirio-iraníes es camuflar durante tanto tiempo y como buenamente puedan lo que es obvio: el régimen sirio ha establecido vínculos con algunos grupos jihadistas, y ha abierto un corredor en su dirección, con el objetivo de utilizarlos como una de las líneas defensivas del régimen.
 
Un 'debate' curioso se está extendiendo rápidamente entre un buen número de analistas radicados en Occidente acerca de 'la imposibilidad' de la existencia de vínculos sirios jihadistas-salafistas. Más en particular, algunos analistas llegan a describir como 'indefinida' la existencia de vínculos entre los servicios sirios de Inteligencia, el Mujabarat, y el grupo de Fatáh al Islam, que está operando en el norte del Líbano.
 
Irónicamente, esta tendencia creciente encaja en la presente campaña diplomática y mediática siria, dado que Damasco está desplegando grandes recursos con el fin de negar 'cualquier vínculo de cualquier tipo' con Fatáh al Islam. En la práctica, Assad clausuró los puntos de paso de la frontera en el norte del Líbano apenas unas cuantas horas después de que los jihadistas empezasen a masacrar soldados libaneses.
Llamativamente, Siria no había cerrado puntos fronterizos de paso con el Líbano desde 1976, ni siquiera los cerró mientras los cielos de Trípoli ardían durante muchas batallas entre milicias y facciones.
 
¿Se dio demasiada prisa Assad negando su respaldo a Fatáh al Islam, al igual que con su negación instantánea del papel del régimen en el asesinato de Hariri? Volveremos a este tema más tarde. Pero examinemos primero los argumentos de la afirmación que argumenta que Fatáh al Islam es al Qaeda, y que por tanto no puede ser respaldada por el régimen sirio.
 
Intoxicación
 
Los expertos en contraterrorismo e Inteligencia están familiarizados con el arma conocida como 'intox', raíz procedente del término intoxicación. Es una forma de engaño utilizada por las potencias a lo largo de la historia y desarrollada con habilidad especial por el KGB soviético durante la Guerra Fría. Más tarde, diversas redes jihadistas tanto iraníes como salafistas han refinado este método a través del uso de la Jid'a (jugarreta) y el concepto enraizado históricamente de la Taqiya (táctica disimulatoria).
 
La idea central es que regímenes y organizaciones islamistas y ultra-nacionalistas (léase no sometidas a controles y balances nacionales) se pueden utilizar todos los engaños posibles y no tienen que ser transparentes. En la guerra contra el terror, o la guerra contra las democracias, no espere -- inocentemente -- que estos radicales le cuenten la verdadera historia. De ahí que no pueda esperar tampoco que el régimen sirio afirme públicamente su apoyo a Fatáh al Islam en este momento, ni espere que el segundo manifieste estar coordinándose con Damasco igual que anuncian haber jurado lealtad a al Qaeda. Quedarse corto en esta compleja realidad solamente significa que ha sido víctima de la 'intox', la Jid'a del enemigo en todo su esplendor.
 
La historia del régimen de Assad
 
Para aquellos que no puedan comprender cómo un régimen secular baazista - socialista - se involucra en alianzas con fuerzas islamistas, combate con ellas, o regenta una y reprime otra, basta con revisar el denso historial mismo de Hafez Assad entre 1970 y el 2000, y el corto pero sangriento historial de su hijo Bashar del 2000 hasta el 2007.
 
Durante 37 años, la dinastía Assad practicó la Taqiya y la Jid'a al igual que alianzas ideológicas contrapuestas. El régimen apoyó a la OLP entre 1970 y 1976, antes de que Assad dispusiese con Arafat el sangriento conflicto de 1976. Anunciando brevemente coordinación con los partidos cristianos del ala derecha en 1976-1977, Assad bombardeaba a la OLP en 1978. Utilizando al [partido] Amal contra los palestinos, el régimen apoyó a sus propias facciones 'palestinas'.
 
Aliándose con Irán y Hezbolá en 1982, el régimen quiso contener a Hezbolá en Beirut en 1986. Luchando contra las fuerzas libanesas (cristianas) desde los años 70, los sirios respaldaron en 1986 a una facción concreta de entre ellas (Elie Hobeika), combatieron contra otra (Samir Geagea) hasta 1989, y anunciaron frecuentar a la última durante un corto período de tiempo antes de ordenar la represión de sus partidarios a fecha de 1993.
Assad luchó contra la Hermandad Musulmana en Siria, pero financiaba a los islamistas en el Líbano y Palestina. Su régimen afirmaba ser secular al tiempo que se convertía en el aliado estratégico con diferencia de la élite islamista de Irán. En el Líbano y tras la retirada del grueso de su ejército, Bashar mantuvo todo su aparato: desde el Hezbolá chi'í y el Amal, algunas facciones drusas y unos cuantos señores de la guerra cristianos, hasta un amplio abanico de colectivos políticos pro-sunníes.
 
¿Cómo puede la red de la Inteligencia de Assad lograr esto? Esa es otra faceta de la sofisticación baazista. Pero para la primavera de 2005, un importante político, anti-sirio con anterioridad, se añadía al abanico de activos políticos sirios (e iraníes) en el país: el general Michel Aoun. Sin embargo, quizá los 'añadidos' más valiosos del Mujabarat baazista fueron los islamistas sunníes, que deberían encontrarse ideológicamente en el bando contrario a Assad, pero que con la atracción de una cierta 'divinidad' -- dólares y poder -- se mostraron de acuerdo en alinearse con un Taghut - un dictador injusto, según la literatura jihadista.
 
En realidad, a comienzos de los años 90, Assad padre lograba reclutar a fundamentalistas islámicos (sunníes). Obviamente, la principal alianza contra natura se daba con Hamas y la Jihad Islámica, ambas sunníes. Una vez que 'se logró', otros modelos fueron posibles. De ahí que la siguiente oleada de islamistas sunníes a ser 'reclutada' por el servicio sirio de Inteligencia constase precisamente de aquellos radicados en Trípoli y Sidón, en el Líbano; por ejemplo, el Harakat al Tawhid de Shaaban, o la Gama'a al Islamiya. Y una vez que los servicios de Inteligencia sirios pudieron penetrar lo bastante en territorio radical sunní, con toda naturalidad pudieron financiar a aquellos que en algún momento 'ingresan' en al Qaeda.
 
Años más tarde, los esfuerzos de la junta Assad dieron sus frutos. Mientras que muchos en el ámbito de la lógica occidental no saben entenderlo, el hecho es que los servicios de Inteligencia sirios no sólo tienen una relación estratégica con los fundamentalistas islámicos que luchan contra un mismo enemigo, sino que también tienen un proceso de control sobre algunos grupos que, al tiempo que se ven atraídos ideológicamente hacia al Qaeda, disfrutan de los cheques extendidos por el régimen Assad. De ahí la extraña situación de Fatáh al Islam en su afiliación con la ideología de al Qaeda (contradictoria con el Baaz) y su aceptación de la ayuda logística (y las relaciones) sirias.
 
El historial táctico jihadista
 
Se debe tener también el conocimiento firme de la historia táctica jihadista-salafista. Este tipo de movimientos son en la práctica muy rígidos con la ideología. Su postura hacia los llamados Kuffar (infieles) es inamovible: judíos, cristianos, hindúes, chi'íes musulmanes y hasta 'apóstatas' sunníes son calificados de enemigo.
 
Pero los jihadistas salafistas han utilizado a sus enemigos con frecuencia, aceptado sus donativos, e inventado toda suerte de excusas para su comportamiento. Si los islamistas wahabíes han aceptado la asistencia estratégica procedente de los infieles americanos en Afganistán en los años 80, ciertamente aceptarán el armamento y el dinero procedentes de los baazistas de la región. Los 'expertos' occidentales no deberían sufrir una crisis existencial si los jihadistas desvían algunos recursos de los libros de cuentas. Sí, hasta los jihadistas salafistas saben ser tácticos. En el caso de Trípoli, no solamente Fatáh al Islam es animado por la Inteligencia siria, sino que un buen número de sus dirigentes encarcelados fueron después liberados por Damasco.
 
Riesgos para el régimen de Bashar
 
Otro componente de la cooperación anti natura entre el régimen sirio y más de un grupo jihadista en el Líbano es la prisa de Bashar. Hafez Assad utilizó a los grupos islamistas en el Líbano y Palestina en los años 80 y 90 por motivos muy concretos: controlar el juego con Israel y con los contrincantes del partido Baaz en el Líbano.
 
Los servicios de Inteligencia de Bashar están utilizando a los islamistas para una apuesta mayor: proteger al régimen sirio del colapso forzando la caída del gobierno libanés antes. Ello se origina en el tribunal de la ONU sobre Hariri y la implementación de la UNSCR 1559. Solamente los lectores duchos en la política de Assad podrán verlo claramente como un gran plan.
 
El plan de juego sirio
 
Siempre ha sido útil para analistas y comentaristas políticos examinar los sucesos relativos al terrorismo desde ángulos históricos y geopolíticos. Cuando Fatáh al Islam comenzó a cargar contra los soldados libaneses no fue a causa del robo de un banco: el grupo anunciaba el pasado noviembre la intención de inflamar Trípoli, y con ella 'un frente norte' contra el gobierno Seniora. Interpretarlo de otra manera es una visión cerrada de los sucesos que se desarrollan.
 
El camino a las trifulcas de Trípoli comenzaba en abril de 2005, cuando Bashar Assad leía un discurso en Damasco en el que declaraba su intención de retirar a su ejército del Líbano bajo presiones americanas, francesas e internacionales. Una lectura exhaustiva en aquel momento advertía a aquellos familiarizados con el régimen baazista que se preparaba para retirar al 'primer ejército' (tropas regulares y tanques), pero que había dado órdenes de pasar a la ofensiva al 'segundo ejército' (Hezbolá, las milicias pro-sirias y los terroristas insertados en los campamentos palestinos).
 
Desde julio hasta diciembre de 2005 un buen número de líderes de la Revolución de los Cedros eran salvajemente asesinados y bombas detonaban en diversas zonas. De enero a junio de 2006, mientras los políticos del 14 de marzo (anti-sirios) eran entretenidos con conversaciones con Hezbolá, los sirios y los iraníes introducían armamento y terroristas a través de las fronteras del Valle de la Bekaa con Siria. Hacia julio, Hezbolá emprendía la guerra contra Israel. Para octubre de 2006, Nasralah lanzaba una guerra urbana contra el gobierno Seniora: un Ministro era asesinado y el centro de Beirut era ocupado.
 
De enero de 2007 hasta ahora se viene utilizando la baza jihadista. Este es el contexto estratégico en el que opera hoy Fatáh al Islam: enfrentar al ejército libanés en diversas ubicaciones, empezando por Trípoli. En pocas palabras, el régimen Assad carece de la ética doctrinaria que presumen muchos expertos engañados en Occidente. El régimen sirio se acostará con cualquier enemigo y utilizará cualquier medio para alcanzar sus fines.
 
Los estrategas de Bashar pueden asesinar políticos libaneses a través de agentes del partido neonazi SSNP, detonar bombas y acallar a los intelectuales chi'íes con la experiencia de Hezbolá, acosar a la iglesia libanesa con la ayuda de señores feudales cristianos tales como Soleiman Frangieh, desorientar a las masas maronitas con el interesado Michel Aoun, infiltrarse en la comunidad sunní con jihadistas salafistas 'pagados', o llenar el clan druso de operativos 'sobornados'. Y mientras esta arquitectura terrorista es montada en el Líbano, otro juego de 'laberintos de Assad' arrastra al juego a las potencias extranjeras.
 
El régimen sirio, aunque aliado de la muláocracia de Teherán, dice a los americanos que podría entablar acuerdos con ellos; y, mientras Bashar da órdenes de atacar al régimen saudí a sus operativos a ultramar, visita Riyadh fugazmente para garantizar a los saudíes su amistad. De ahí que un régimen que sabe dominar la ingeniería diabólica pueda andar con facilidad y tener control remoto sobre Fatáh al Islam, insertándolo en el enorme tablero de Assad en el Líbano y en la región.
 
Fatáh al Islam: el híbrido jihadista oportunista
 
Para comprender la naturaleza de Fatáh al Islam, uno debe atravesar diversas capas de distinciones -- primero entre 'una sede oficial' de la organización de Bin Laden y las demás partes. El grupo de Shaker al Absi no es una sucursal aún.
 
Después uno debe distinguir entre esas entidades jihadistas completamente independiente de regímenes y servicios de Inteligencia y aquellas 'implicadas' en algunos sentidos.
 
Fatáh al Islam es jihadista salafista, califica a Bin Laden de líder ideológico, pero también resulta estar en el extremo receptor de la nómina de Assad. En pocas palabras, no todos los grupos jihadistas son perfectos. De modo que, a la hora de hacer cuentas, los terroristas jihadistas radicados en Nahr al Bared son jihadistas por naturaleza y vinculados al servicio sirio de Inteligencia por necesidad. Se podrían ver como 'híbridos oportunistas jihadistas'. Se saben adaptar a situaciones nuevas en el futuro, si sobreviven como redes organizadas.
 
Algunos expertos políticos en terrorismo en Occidente y en Estados Unidos hablan de 'un ilusorio Fatáh al Islam'. No familiarizados con la naturaleza levantina del fenómeno, esos comentaristas aún se debaten con lo que describen como 'especulaciones' sobre 'las verdaderas motivaciones' del grupo, como si no hubieran captado la ecuación detrás de Fatáh al Islam. Estos comentaristas basan su incapacidad a la hora de definir al grupo en errores etnocéntricos clásicos en sus análisis. Primero, concluyen que este grupo no puede tener vínculos con Damasco porque el régimen sirio ejecutó a cuatro miembros del grupo. Irónicamente, las noticias de ello proceden del propio servicio sirio de Inteligencia, lo que significa que el régimen Assad puede llegar a matar operativos con el fin de intimidar al resto del colectivo, y como colofón, 'vender' al mundo las noticias como 'actividades anti-alQaeda', lo cual a propósito se tragarían los funcionarios americanos.
Explicar la retorcida -- pero exitosa -- mentalidad de Damasco llevaría un mundo y muchos libros. 'Matar' islamistas a manos de soldados sirios es otra forma de domesticar actividades salvajes y poner orden. Y para aquellos que no sepan captar este comportamiento, basta con recordar cómo en 1987 las fuerzas especiales sirias masacraban a un buen número de guerrilleros de Hezbolá en Beirut incluso a la vez que el servicio sirio de Inteligencia se coordinaba con Irán. Cada gota de sangre derramada tiene un fin específico en este negocio.
 
Los analistas que no pueden absorber la forma de cooperación Siria-Fatáh al Islam citan con frecuencia declaraciones realizadas por anteriores mandos de al Qaeda en Irak atacando a los chiíes, y por tanto al régimen Alauita. Pero lo que escapa a los comentaristas es que los principios teológicos e ideológicos se pueden aplicar de manera selectiva, con el fin de poder alcanzar objetivos estratégicos. Los 'principios' nunca se olvidan, pero los caminos para lograrlos pueden estar llenos de puntos ciegos. Y solamente como recordatorio, era el dos de Al Qaeda, Aymán Zawahiri, el que solicitaba a Zarqawi que se olvidase de los apóstatas chiíes en Irak hasta que se presentase la oportunidad. De modo que las declaraciones realizadas por unos cuantos mandos jihadistas encolerizados en Irak no impide coger la ayuda ofrecida por el apóstata Alauí a los pragmáticos jihadistas del Líbano.
 
Existe algo llamado al Darura que ha escapado a muchos de los analistas instantáneos mientras navegan por el altamente intrincado mundo del jihadismo; se traduce como 'necesidad': si el emir de un grupo juzga necesario utilizar los recursos de una parte infiel para luchar contra otra parte infiel, se pueden coger con comodidad. Recuerde cómo en los años 80, los wahabíes utilizaban todos los recursos de una potencia infiel muy distante, llamada Estados Unidos, para luchar contra una potencia infiel cercana, la Unión Soviética, y aprenda de ello.
 
Mirar más allá de la intoxicación propagandística
 
Una vez más, el vínculo invisible entre el régimen Assad y los grupos terroristas jihadistas se encuentra en el centro de atención internacional y norteamericano. El debate de Irak en 2002-2003 carecía de lecturas del tipo de vínculos que existían entre el régimen Baaz de Saddam Hussein y al Qaeda. La mayor parte de los observadores pasaron por alto el estado real de esas relaciones, que existían. De mi lectura de 42 páginas de los servicios iraquíes de Inteligencia (en árabe) relativos a los años 1992-1994, vi claramente cómo ambas partes estaban explorando el potencial. De mi observación anterior de la metamorfosis simbólica de Sadam en los años 90 en favor de un uso mayor de los símbolos islamistas, comprendí que lo que quería era tener a su disposición esta dimensión sin alterar de manera profunda la doctrina del régimen.
 
De nuevo aparece el nivel de darura. Pero en el caso de Assad, esta darura es arriesgada: el régimen depende de armar a los jihadistas (incluso si te pueden atacar después) y enviarlos a Irak, y ahora al Líbano.
 
Los jihadistas salafistas son como un arma química peligrosa que desearías arrojar a tu enemigo sabiendo que se puede volver contra ti. ¿Pero sabe qué? Para el régimen Assad es mucho más importante derrocar al gobierno Seniora ya, y aplastar más tarde el tiro salafista por la culata. El servicio de Inteligencia sirio es experto en erradicar sus herramientas anteriores, incluso si también eran sirias.
 
Lo que tiene que hacer la comunidad experta de Occidente y Estados Unidos es mirar más allá de la intoxicación propagandística analítica desatada por los regímenes y las organizaciones de la región y expandida a través de sus partidarios en Occidente. Basta con tener presente que el eje Siria-Irán está gastando millones de dólares a diario en una de las campañas de relaciones públicas más sofisticadas, encaminada a nublar la visión de sus enemigos.
 
Si usted investiga exhaustivamente los precedentes, descubrirá que la mayor parte de 'los argumentos' expuestos es nuestro espacio público acerca de los tipos de relación que 'pueden existir' y aquellos que 'no deben existir' están fabricados por Damasco y Teherán. Inconscientemente o no, muchos en Occidente están repitiendo como loros las afirmaciones realizadas desde dictaduras de Oriente Medio, estrategas jihadistas o comentaristas de al Jazira, debilitando desafortunadamente la postura de las democracias en la guerra de las ideas.
 
Al final, como intento argumentar en mi último libro, el objetivo estratégico definitivo de los enemigos es obligar a Occidente a ver equivocadamente y actuar en consecuencia. En el caso de la batalla de Fatáh al Islam en Trípoli, el objetivo de los propagandistas sirio-iraníes es camuflar durante tanto tiempo y como buenamente puedan lo que es obvio: que el régimen sirio no solamente ha establecido vínculos con algunos grupos jihadistas, sino que en la práctica ha abierto un corredor en su dirección, con el objetivo de utilizarlos como una de las líneas defensivas del régimen. De ahí que dependa del público y de los legisladores de Occidente atravesar la práctica intoxicatoria engañosa de Damasco y Teherán para ver con mayor claridad, y solamente entonces actuar en consecuencia.

 
 
El Dr. Walid Phares es un experto en terrorismo, fundamentalismo islámico y movimientos yihadistas. Es miembro decano de la Fundación de la Defensa de las Democracias y escribe en publicaciones especializadas como Global Affairs, Middle East Quarterly, and Journal of South Asian and Middle East Studies además de para diversos periódicos de renombre mundial y de opinar para medios como CNN, MSNBC, NBC, CBS, ABC, PBS y BBC.