El conflicto interno somalí

por Alejandro Magnasco Matías, 9 de julio de 2007

1. Introducción
 
La situación de Somalia en la actualidad es caótica, a tal punto que ni las fuerzas internacionales de pacificación, ni la ayuda humanitaria internacional, parecen ser suficientes para solucionar una de las peores crisis humanitarias, desatada tras la caída del régimen de Siad Barre en enero de 1991 provocada por una coalición de movimientos armados que hasta el día de hoy luchan por el control del poder en el país.
 
 
Las hambrunas y epidemias, causas primeras de la aguda crisis humanitaria, son moneda corriente en un país que las ha padecido siempre a lo largo de su historia, pero que en los últimos años se han visto acrecentadas por las luchas étnicas en el interior del país.
 
En el siguiente trabajo se desarrollará de manera mas detallada el origen y la evolución de este conflicto, que aún la comunidad internacional no encuentra respuestas o soluciones al mismo (o no tiene interés por encontrarlas). Veremos cómo, en las pocas veces que ha intervenido, ha fallado de manera rotunda y las razones que llevaron a este fracaso, así como las consecuencias posteriores que esto provocó.
 
Sucesivos acuerdos de paz se han dado entre las diferentes facciones, pero que nunca han dado sus frutos por los resentimientos y rivalidades entre éstas, así como por los intereses de los grandes “señores de la guerra” de controlar el territorio a su antojo sin intentar siquiera de forma mínima una conciliación con sus rivales. De esta forma es que se desarrolla aquí la situación posterior a la salida de la ONU en 1995, dejando un país sin Estado, sin instituciones creíbles y sin ninguna garantía ni esperanza de un futuro acuerdo que le devuelva la paz a un país abatido por las más cruentas guerras civiles de su historia.
 
2. El conflicto
 
El conflicto interno de Somalia es caracterizado como un conflicto violento de alta intensidad, es decir de nivel 5 (guerra), de acuerdo al Barómetro de Conflictos 2006[1].
 
Se produce cuando una coalición de movimientos militares derroca el régimen de Siad Barre[2] en enero de 1991 y acto seguido se rompe la alianza para fragmentarse en una serie de grupos étnicos que lucharán por hacerse con el poder, quedando el país dividido en múltiples regiones que serán controladas por diferentes líderes somalíes.
 
Los dos movimientos mas importantes de aquella época eran el Movimiento Nacional Somalí (SNM), al mando del caudillo local Abdi Warsame Isak, el cual proclamaría la independencia del noroeste de Somalia poco después de la caída de Barre; y en el sur, el Congreso Unido Somalí/Alianza Nacional Somalí (USC-ANS), la facción que controlaba el General Mohammed Farrah Aidid (y que controlaba la capital, Mogadiscio), que luego se disuelve y estallarían combates entre los dos grupos más importantes[3].
 
La guerra civil y una severa sequía llevarán al país a padecer una terrible hambruna que hará que, en 1992, la ONU impusiera un embargo total de armas a Somalia. En febrero del mismo año, las facciones rivales se reunían en Nueva York para tratar de llegar a una solución viable, donde se negoció un cese al fuego (como requisito para el envío de ayuda humanitaria) que incluía una misión de monitoreo de la ONU en cooperación con la Liga Árabe, la Conferencia Islámica y la Organización de la Unión Africana (OUA). El 3 de marzo fue firmado el cese al fuego entre el General Aidid y Ali Mahdi pero no fue respetado por ninguno. Un mes mas tarde, Mogadiscio intentó ser rescatado por las fuerzas de Barre pero fue rechazado por las milicias de Aidid, convirtiéndose este en el “señor de la guerra” mas poderoso.
 
Así, en mayo del mismo año, el Consejo de Seguridad aprobó el despliegue de la Operación de paz ONUSOM I[4] y, un año más tarde, la ONUSOM II[5]. Sin embargo, la ONUSOM acabará su misión en 1995 sin haber restablecido una autoridad nacional en el país y, todavía hoy, la silla de Somalia en la ONU permanece vacía. De esta manera, Somalia es un país sin Estado que existe de manera indeterminada y que desarrolla sus actividades políticas y económicas de forma diferente en función del “señor de la guerra” que controla la región.
 
En cuanto a la guerra civil iniciada en 1991, ésta continúa librándose sobre todo en el sur entre varios señores de la guerra que obtienen sus beneficios con la perpetuación de un conflicto que ha causado más de 300.000 muertos y más de 1,5 millones de desplazados internos.
 
2.1 Origen y evolución del conflicto
 
El 26 de junio de 1960 la Somaliland británica obtenía la independencia y la parte italiana pasaba a mandato de la ONU. Así, el 1 de julio se creará la República de Somalia con las dos partes unificadas.
 
Sin embargo, era una unión más ficticia que real, y ante tal situación, el 29 de octubre de 1969, el General Siad Barre dará un golpe de estado y proclamará un nuevo Gobierno socialista que derivará en un régimen dictatorial.
 
El 27 de enero de 1991, como consecuencia del fin de la Guerra Fría, el dictador Barre es derrotado por una coalición de movimientos militares[6] que, al dividirse, hacen estallar una guerra civil entre diferentes grupos étnicos.
 
Existen tres causas principales para entender esta fragmentación del país en diferentes regiones controladas por señores de la guerra:
 
- La primera sería la propia historia del país que a principios del siglo XX se encontraba dividido en 5 somalias diferentes controladas por Francia, Italia, Etiopía, y dos del Reino Unido, una de ellas dirigidas de firma indirecta por Kenia.
 
- La segunda es debida a la dictadura de Barre, ya que aplicó una política de “divide y reinarás”, además de una represión que ha generado una desconfianza de la población con respecto al Estado.
 
- La tercera y última se basa en la concepción somalí de sociedad: el individualismo basado en los clanes.
 
La situación era desesperada hasta el punto de que Aidid aceptó la entrada de soldados de la ONU con ayuda alimentaria desde el puerto y el aeropuerto de Mogadiscio. La ONU creó cuatro zonas de operaciones, Berbera, Bossasso, Mogadiscio y Kismaayo, y por cada zona una unidad militar de 750 efectivos, militares y tropa. Así, la dotación del personal de seguridad de la ONU en Somalia aumentó a más de 4200 efectivos. El 28 de agosto de 1992 dos aviones Hércules de la fuerza aérea norteamericana iniciaron el transporte urgente de alimentos a Baidoa y otras ciudades, donde fueron recibidos en el aeródromo de la ciudad por los políticos locales, sus guardaespaldas armados y un puñado de manifestantes con pancartas en inglés y árabe que decían: “ejército extranjero no, comida sí”. Isak recibió a los aviones estadounidenses y pidió que la repartición de los alimentos quedara en manos de sus tropas y no en manos de las tropas de la ONU.
 
 
El programa de asistencia de la ONU[7] fue tan difícil, debido a los constantes desacuerdos de las facciones, que ONUSOM no pudo desplegarse por todo el territorio. De esta manera, Aidid expulsó al Coordinador de ONUSOM y sus fuerzas bombardearon a las fuerzas de ONUSOM en el aeropuerto, y las fuerzas del Ali Mohammed Mahdi, otro “señor de la guerra” hicieron lo mismo con los barcos que transportaban alimentos cuando intentaban entrar al puerto de Mogadiscio.
 
La situación era de completa anarquía por la presencia de cabecillas locales con sus fuerzas en permanente disputa. No existía una policía, un sistema judicial, escuelas, servicios de agua potable, electricidad ni transporte público. Los víveres donados eran secuestrados por estos cabecillas u objeto de pago a estos.
 
2.2 La intervención de Estados Unidos
 
La crisis humanitaria desatada a consecuencia de la hambruna (provocada por los diferentes clanes en guerra) llevará al presidente de Estados Unidos, George Bush, a iniciar la intervención militar “Restore Hope” en diciembre de 1992, aceptada por el Consejo de Seguridad, para frenar la catástrofe y ayudar a crear un entorno seguro para la ayuda humanitaria.
 
Se autorizó, con arreglo al Capítulo VII de la Carta, el empleo de “todos los medios necesarios” para llevar a cabo los objetivos[8]. De esta forma, logró crear la Fuerza de Tareas Unificadas (UNITAF), con fuerzas militares y contribuciones de los Estados Miembros (en total 24 estados), y que esta trabajara en coordinación con ONUSOM I en tareas de protección a la población y de garantizar la ayuda humanitaria. Sus objetivos eran asegurar el control de los principales aeropuertos y puertos de mar, las instalaciones importantes y los puntos de distribución de alimentos, etc.
 
Aidid y Ali Mahdi firmaron un tratado de paz auspiciado por el enviado de Estados Unidos, pero luego surgieron nuevos enfrentamientos en Mogadiscio. Así, la ONU inicio el proceso de reconciliación nacional durante la primera fase de la acción de UNITAF. Para ello, se convocó a una Conferencia en enero de 1993 en Etiopía a la que asistieron catorce movimientos políticos somalíes y en la que se acordó el cese del fuego y el desarme inmediato supervisado por la ONU. Sin embargo, y casi de inmediato, las hostilidades se reanudaron entre las facciones y a su vez contra las fuerzas de UNITAF.
Por tanto, en mayo de 1993 el Consejo de Seguridad dispuso la transición de UNITAF hacia ONUSOM II[9] (a manos de la ONU), que se acabará retirando en marzo de 1995 sin conseguir ni el restablecimiento de una autoridad nacional, ni la consecución de la paz.
 
Como los contingentes de los países para ONUSOM II estaban mas entrenados para efectuar misiones de mantenimiento de la paz y humanitarias y no para una misión coercitiva, la ONU solicitó a Estados Unidos el apoyo de su “Fuerza de Reacción Rápida”[10] para circunstancias especiales. Esta fue autorizada para permanecer en Somalia por el entonces presidente Bill Clinton.
 
Tanto ONUSOM II como los soldados estadounidenses que protegían los convoyes humanitarios, se encontraron bajo ataque entre junio y julio de 1993[11], y por esta razón, Estados Unidos desplegó una misión con el fin de secuestrar al General Aidid, que terminaría en rotundo fracaso cuando dos de sus helicópteros fueron derribados y sus tropas emboscadas en Mogadiscio. Análisis posteriores indican que si Estados Unidos hubiera desarmado a las facciones inmediatamente después de llegar a la zona, en diciembre de 1992, tal vez se hubiera podido evitar el derramamiento de sangre que se produjo entre julio y octubre de 1993. Boutros-Ghali, entonces Secretario General de la ONU, había enviado una carta a Bush en 1992 que afirmaba: “Sin ello (el desarme) no creo que sea posible establecer el entorno seguro por el que aboga el Consejo de Seguridad”. Esta carta provocó que John Bolton, entonces secretario de Estado adjunto norteamericano, acusase a Boutros-Ghali de intentar cambiar las reglas de juego a mitad de partido, a lo que este respondió, con una crítica demoledora hacia Estados Unidos, que el Pentágono no tenía intenciones de desarmar a las facciones, y que la Casa Blanca de Bush, en sus últimos días de mandato, no había hecho nada contra esto. Afirmaba, Boutros-Ghali, que se requerían tres medidas fundamentales: desarmar a los grupos enfrentados, establecer un entorno seguro y crear un reparto viable de tareas entre las operaciones estadounidenses y las de la ONU en la zona. Estados Unidos no tomó ninguna de las tres.
 
La repercusión política que trajo la acción fallida de Estados Unidos de capturar a Aidid provocó la inmediata retirada de las fuerzas de Estados Unidos (para 1994) y la ONU (para 1995, aunque solo seguiría su misión de ayuda humanitaria) de Somalia. El ex representante especial de la ONU en Somalia, Mohammed Sahnoun, observó lo siguiente, luego del fracaso de la ONU:
 
Así, la lucha entre los grupos de Aidid y Mahdi siguió pese al acuerdo de paz firmado en Kenia en 1994. De esta forma, Aidid se quedaría con la zona del aeropuerto y Mahdi con la parte oriental.
 
El fracaso de ONUSOM II se debió principalmente a que el ambiente hostil al que hubo de enfrentarse agravó los problemas de mando que tenía (había tres cadenas de mando: la ONU, el Comando Central y el comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos). A todo esto, los contingentes nacionales invocaron sus propias cadenas de mando, principalmente los norteamericanos, lo que dañó el comando unificado.

2.3 Situación posterior a la salida de la ONU
 
Aidid moriría en enfrentamientos en 1996, tras lo cual uno de sus hijos, Hussein Aidid, sería nombrado presidente. Luego, en 1998, Abdullahi Yusuf Ahmed anunció la creación de un nuevo gobierno autónomo, Puntland, y aprobó una constitución que no incluía la secesión de Somalia y proclamaba la posibilidad de adoptar un sistema de gobierno federal nacional, junto con los demás gobiernos que pudieran surgir en el país. Aidid se opuso a este nuevo gobierno, acusando a Etiopía de propiciar la secesión.
 
Desde entonces, la situación que se vive en Somalia es la de un país sin Estado dividido en tres regiones claramente diferenciadas:
 
- El norte: se divide en las regiones del Noroeste que corresponden al autoproclamado Estado de Somaliland y las regiones del Noreste que constituyen el autoproclamado Estado de Puntland, semitribal. En cuanto a Somaliland, se está construyendo un Estado híbrido occidental-nómada que ha llevado a una profundización democrática; y en Puntland, existe cierta estabilidad debido a que es la única parte de Somalia que se ha librado de la destrucción de la guerra.
 
- El sur: se encuentra en una difícil situación debido a una autoridad política fragmentada y contestada que ha paralizado todos los negocios.
 
- El resto del país: sobre todo en el centro, se vive una fase de transición con una autoridad política local rudimentaria, pero que cumple unas funciones básicas y la economía genera lo suficiente para la supervivencia y un comercio mínimo.
 
En cuanto a la finalización del conflicto, el acuerdo de El Cairo de 1997 firmado por todas las facciones, excepto por el autoproclamado presidente de Somaliland, obligaba a crear un gobierno de “unión nacional” que dio sus frutos en agosto de 2000, cuando se celebró la Conferencia de Paz en Yibuti, sede del parlamento somalí en el exilio, en la que se eligió presidente de Somalia a Abdiqasim Salad Hassan[12]. También, en la Conferencia de Paz de Yibuti, aprobaron una Ley nacional que actuaría como constitución de Somalia por un periodo transicional de tres años. Esta constitución garantizaba a los somalíes la libertad de expresión y asociación, los derechos humanos, y realizaba una separación de poderes, garantizando su independencia. Durante este período de transición, la República Somalí adoptó un sistema federal de gobierno, con 18 administraciones regionales. La Asamblea de Transición Nacional ejercía el poder legislativo. Estaba formada por 245 miembros: 44 escaños por cada uno de los cuatro clanes principales (Dir, Hawiye, Darod y Oigil) y 24 de la alianza de los clanes menores, así como 20 para somalíes de gran influencia y 25 para mujeres.
 
Sin embargo, este gobierno será rechazado por diversos señores de la guerra y el conflicto continúa actualmente entre los enfrentamientos y las conversaciones de paz que no terminan de consolidarse. Entre las más destacadas tenemos las que se iniciaron el 27 de octubre de 2002 en Eldoret, Kenya y que posteriormente se trasladaron a Nairobi en febrero de 2003.
 
Posteriormente volvieron a darse negociaciones en septiembre de 2003 que se rompieron a finales de mes por el abandono de ciertos líderes tribales que no aceptaban las propuestas esgrimidas.
 
El 29 de enero de 2004, finalmente el Gobierno Nacional de Transición, presidido por Abdiqasim Salad Hassan, firmó un acuerdo con el resto de las facciones somalíes. El acuerdo, firmado en Nairobi, contemplaba el método de elección de los parlamentarios, quien a su vez eligieron a Yusuf Ahmed Presidente del país. Después de cinco años, y unas elecciones, se redactará una nueva constitución para el país.
 
Con desconfianza, pero con la esperanza de que la implementación del acuerdo sea satisfactoria, tanto la ONU, como los Estados Unidos y la UE, saludaron el acuerdo como una buena noticia.
 
2.4 La segunda batalla por Mogadiscio
 
La segunda batalla por Mogadiscio comenzó en mayo de 2006 entre la Alianza para la Restauración de la Paz y Contra el Terrorismo (ARPCT) y milicias de la Unión de Tribunales Islámicos[13]. Para el 5 de junio al menos 350 personas habían muerto en el fuego cruzado.
 
El gobierno de transición del presidente Abdullahi Yusuf, que aprobó la intervención de una fuerza de paz internacional de la ONU, declaró ante la cadena de televisión BBC que la Alianza de los 'señores de la guerra' no combate por su ejecutivo.
 
El 5 de junio de 2006 se supo que el Consejo de Cortes Islámicas de Somalia había tomado el control de Mogadiscio, y que el primer ministro, Ali Mohammed Ghedi buscaba entrar en negociaciones con ese grupo. Tal es así como se llegó a los Acuerdos de Jartum del 22 de junio y mas tarde del 4 de septiembre (conocidos también como “Jartum I” y “Jartum II”), y que proponían la paz. Este alto al fuego fue violado tanto por los Tribunales Islámicos como por el Gobierno Federal de Transición.
 
El 7 de julio se rindió el último 'señor de la guerra', Abdi Qeybdid. Unos meses más tarde, el gobierno provisional recibió el apoyo efectivo de Etiopía, lo que lleva a la Unión de Tribunales Islámicos, que mantiene el control del sur del territorio somalí, a declararle la Guerra Santa islámica.
 
Entre el 25 y 26 de diciembre de 2006, el ejército etíope realizó una serie de ataques en apoyo del gobierno provisional contra los milicianos del Consejo de Cortes Islámicas de Somalia, que provocaron más de mil muertos entre los combatientes islamistas. Esto dio lugar a una dispersión de las milicias y el gobierno legítimo fue reestablecido.
 
Los jefes de Estado africanos han confirmado el despliegue de una misión de paz en Somalia. Sin embargo, la cumbre de la Unión Africana (UA) de Addis Abeba[14] no había conseguido establecer un plazo para el despliegue de tropas.
 
Después de ayudar al gobierno somalí a deshacerse del régimen de la Unión de Tribunales Islámicos que controlaban la mayor parte del sur de Somalia, las tropas del gobierno etíope han empezado a retirarse del vecino país.
 
La comunidad internacional, especialmente la UA, ha sido instada a desplegar una misión de paz en Somalia para hacer frente a las amenazas contra la seguridad. Somalia está situada en una región que se ha visto asolada durante años por la inestabilidad. Desde la expulsión del presidente Siad Barre en 1991, Somalia ha venido padeciendo la guerra.
 
Muchos observadores se han preguntado por qué la UA no podía detallar a la prensa el plazo para el despliegue de tropas. Pero, según las fuentes, el cuerpo continental está esperando el compromiso de los Estados miembros para enviar tropas a Somalia. Hasta ahora, solo unos pocos países (Uganda, Malawi y Nigeria) han confirmado el despliegue de tropas de paz en el país del Cuerno de África.
El presidente de Yibuti, Ismail Omar Guelleh, advirtió durante la cumbre que la inestabilidad en Somalia ponía en peligro la paz de toda la región del Cuerno de África.
 
El Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, utilizó la plataforma de la UA para instar al presidente de transición somalí, Abdullahi Yusuf, a comenzar un proceso de paz inclusivo que conlleve conversaciones con islamistas moderados.
 
El presidente Yusuf anunció que su gobierno interino había planeado mantener una conferencia de reconciliación, que, según él, está dirigida a curar heridas así como a impulsar la paz y la unidad en el pueblo. Esto ayudaría también al país a desarrollar rápidamente su programa de desarrollo.
 
Lo que la mayoría de los observadores se preguntaba era si el gobierno interino somalí aceptaría acercarse a elementos moderados de los expulsados dirigentes islamistas. Elementos de los derrocados islamistas han atacado con fuego de morteros las tropas de la Unión Africana[15]. Su mensaje estaba en el “Movimiento Islamista Somalí”.
 
El Primer Ministro somalí, Ali Mohamed Gedi, declaró al parlamento que se impondría un alto el fuego, principalmente debido a la falta de mejoría de la seguridad en el país. Somalia había adoptado con anterioridad el estado de emergencia.
 
La violencia en Somalia ya ha obligado a más de 100.000 personas a huir de la capital del país desde el pasado mes de febrero, según los cálculos emitidos por el ACNUR.
 
Según informó el portavoz del ACNUR, Ron Redmond, al menos 47.000 personas, la mayor parte de ellas mujeres y niños, dejaron la ciudad de Mogadiscio en sólo dos semanas, debido al enfrentamiento entre las fuerzas del Gobierno Federal de Transición y rebeldes de la Unión de los Tribunales Islámicos.
 
La situación ha provocado que el gran número de desplazados se esté concentrando en la región de Shabelle, en el sudeste del país y, según Redmond, el éxodo de las personas es comparable al movimiento humano registrado con la caída del régimen del entonces presidente Siad Barre, que marcó el inicio del conflicto.
 
Por su parte, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Louise Arbour, llamó a las partes del conflicto en Somalia a proteger a la población civil en la ciudad de Mogadiscio. Arbour expresó profunda preocupación por los muertos y heridos como consecuencia de bombardeos y ataques indiscriminados en la capital somalí, al mismo tiempo que condenó los numerosos casos de profanación de cadáveres reportados en los últimos tiempos.
 
Según la Alta Comisionada, aunque prevalece una calma tensa en la ciudad, se teme que los civiles deban nuevamente llevar la peor parte de los enfrentamientos si no se mantiene el alto el fuego establecido. Por último, Arbour instó a las partes a respetar el Derecho Internacional Humanitario y a garantizar el desplazamiento seguro de los civiles.
 
Los enfrentamientos entre tropas etíopes leales al Gobierno somalí e insurgentes islamistas prosiguen en Somalia, donde se han registrado más de 250 muertos y 300.000 desplazados sólo en los últimos días de abril. El ejército etíope utilizó fuego de mortero en el norte de la ciudad, donde concretamente se encuentra la mayor parte de los clanes y las milicias islamistas somalíes.
 
Por su parte, el Secretario General de la ONU se mostró consternado por la continua violencia en Somalia y deploró el uso indiscriminado de armas pesadas contra civiles, que van 'en contra de la ley humanitaria internacional'.
 
El titular de la ONU llamó a las partes a que cesen las hostilidades y que permitan de manera urgente el acceso de la ayuda humanitaria. A través de un comunicado, reiteró que no hay solución militar al conflicto y reiteró su llamamiento para que se retome lo más pronto posible el diálogo político.
 
2.5 La “guerra contra el terror”
 
Desde que Estados Unidos se retiró de Somalia, este país ha sido un importante santuario para los terroristas de Al-Qaeda. Sumido en la total anarquía, este Estado fallido[16] ha sido base de entrenamiento y un estupendo refugio para los combatientes yihadistas.
 
De no haber sido por la intervención etíope, los Tribunales Islámicos tal vez aún estarían en el poder y el país se hubiese convertido en un régimen similar al talibán en Afganistán. Gracias a esta intervención es que Estados Unidos pudo detectar a los integrantes de Al-Qaeda en el sur de Somalia y atacarlos, en enero de 2007. Fue una importante victoria para Estados Unidos en su “Guerra contra el Terror”, aunque desde la ONU y la Unión Europea se lo haya criticado duramente.
 
3. Conclusión
 
La desintegración de Somalia es el ejemplo más gráfico de toda África, y tal vez del mundo entero, de la devastación legada a los países en vías de desarrollo cuando concluyó la Guerra Fría.
 
A mediados de 1992, todo el país dependía de la ayuda alimentaria internacional. Solo la Cruz Roja alimentaba a alrededor de 700.000 personas en campamentos de todo el país donde moría al menos la quinta parte de la población. En 1991 el país era más que autosuficiente en materia de alimentación. Pero con la caída del régimen de Barre y el surgimiento del caudillismo, el control del suministro alimentario se convirtió en la principal arma política de los dirigentes.
 
Dejó de existir todo Estado de derecho, si es que existía, y las violaciones a los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos fueron frecuentes y mas agravados que en la época previa a la caída de Barre, debido a las múltiples milicias que buscaban por las armas el control del aparato estatal para satisfacer sus propios intereses.
 
La ayuda internacional no solo no fue suficiente, sino que se cometieron errores de fondo y de forma, y no logró en ningún momento hacer respetar las normas básicas de los derechos humanos ni del derecho humanitario, debido a los intereses de las potencias participantes que no permitían tener un mando por encima del propio que les dijera qué hacer, resultando en una total falta de acción coordinada que permitiera consolidar una fuerza de paz creíble a fin de garantizar el correcto apoyo a la ayuda internacional humanitaria.
 
Éste es el legado que nos deja Somalia cuando los intereses de las potencias superan toda concepción humanitaria y, sumado a esto, la eterna lucha de los grupos rivales cuyo origen resulta de la demarcación de las fronteras según las necesidades las potencias colonizadoras de la época.
 
La solución no se avizora al corto ni mediano plazo para Somalia (así como para otros países africanos), y ni siquiera alguien tiene la respuesta a esto. ¿Una democracia al mejor estilo occidental sería la respuesta para un pueblo acostumbrado a la guerra?, ¿una fuerza multinacional coordinada?, ¿contratar compañías militares privadas como se está dando en ciertos casos?, ¿dejar a su propia suerte a los pueblos africanos?

 
 
Notas


[1] Heidelberg Institute for International Conflict Research.
[2] Hijo de un nómada, Barre solo realizó estudios básicos, sirvió a la policía somalí (1941-1960) ascendiendo hasta inspector, con la independencia en 1960 de su país. Entró en 1969 en el ejército y consiguió, después del asesinato y consiguiente jefe de Estado de Somalia independiente, Abdirashid Ali Shermake, el más alto cargo, ejerciendo un gobierno autoritario que, en un principio, había sido de corte socialista, y a mediados de los setenta derivaría en un régimen dictatorial. Su etapa en el poder se destacará por una dura represión, el abuso constante de los derechos humanos y la guerra contra Etiopía por la posesión de la región de Ogadén, en una guerra que perdió.
[3] Cabe aclarar aquí que el SNM estaba alineado a Aidid.
[4] Establecida para supervisar la cesación del fuego y escoltar la entrega de suministros de ayuda humanitaria a los centros de distribución de la ciudad. Más tarde se ampliaron el mandato y la dotación de la misión para que ésta pudiera proteger a los convoyes humanitarios y los centros de distribución de toda Somalia. Después trabajó con la Fuerza de Tareas Unificada (UNITAF) en un esfuerzo por establecer un entorno seguro para la distribución de asistencia humanitaria.
[5] Establecida en marzo de 1993 para adoptar las medidas pertinentes, incluyendo medidas coercitivas, para establecer en toda Somalia un entorno seguro para la asistencia humanitaria. Con ese fin, la ONUSOM II debía completar, a través del desarme y la reconciliación, la tarea comenzada por la Fuerza de Tareas Unificada (UNITAF) para el restablecimiento de la paz, la estabilidad y el orden público. La ONUSOM II se retiró a principios de marzo de 1995.
[6] Mencionamos antes al SMN y al USC.
[7] Consistía en: provisión masiva de ayuda alimentaria; expansión dinámica de alimentos complementarios; provisión de servicios básicos de salud e inmunización contra el sarampión; provisión de agua potable, saneamiento e higiene; provisión de materiales para refugiarse, mantas y ropa; distribución de semillas, herramientas y vacunas para animales y raciones de comida; prevención de nuevos flujos de refugiados y la promoción de programas de repatriación; establecimiento de las instituciones y rehabilitación de la sociedad civil.
[8] Con la adopción de la Resolución 794.
[9] Resolución 814 del Consejo de Seguridad.
[10] Compuesta por un Batallón de Infantería de Montaña y un Batallón de Aviación, mas un elemento de apoyo logístico.
[11] El 5 de junio, se produjo la matanza de 24 soldados paquistaníes de la ONU en radio Mogadiscio, dando así comienzo a la batalla que duraría 4 meses, hasta el 3 de octubre.
[12] Es el primer presidente de Somalia con legitimidad institucional desde 1991. Fue escogido en la Conferencia de Paz de Yibuti para dirigir un gobierno de transición con sede en Mogadiscio, y con el respaldo de la ONU, la UE y la Liga Árabe. Sin embargo, no ha conseguido cosechar los frutos deseados ya que el país estaba desarticulado y su autoridad se diluía cuanto más lejos de la capital. Además, aparte de los “señores de la guerra” que no aceptaban a Hassan como autoridad, nos encontramos también con el rechazo al diálogo de los autoproclamados estados de Somaliland y Putland.
[13] Al igual que hicieron Hamas en Palestina o el Talibán en Afganistán, la Unión de Tribunales Islámicos se presenta como un grupo local que representa al pueblo y que va a traer servicios básicos además de la ley y el orden. Es un hecho contrastado que en países islámicos la degradación de las instituciones y la inestabilidad constituyen un caldo de cultivo para el crecimiento del islamismo.
[14] Capital de Etiopía.
[15] Mas precisamente, al primer contingente de Uganda recién llegado.
[16] Gerald Helman y Steven Ratner definen una Nación-Estado fallido como aquel “totalmente incapaz de sostenerse a sí mismo como miembro de la comunidad internacional”. William Olson amplía esta definición a Estados que enfrentan serios “problemas internos que amenazan su continua coherencia” o que “presentan desafíos internos significativos para su orden político”.