El colmo de la hipocresía

por Pablo Kleinman, 7 de febrero de 2006

(Publicado en El Iberoamericano, 5 de febrero de 2006)
 
 
Las imágenes de los disturbios que han tenido lugar a lo largo y a lo ancho del mundo musulmán, y las manifestaciones -afortunadamente en su mayoría pacíficas- que han llevado a cabo musulmanes en nuestro mundo, me instaron a tratar de organizar de alguna manera hechos diversos a ver si de alguna manera le podía encontrar algún tipo de explicación racional a lo que a simple vista parece una irracionalidad total protagonizada por hordas enardecidas y fuera de control.
 
En primer lugar, me llamó mucho la atención que todo esto se haya desatado ahora cuando la publicación de las caricaturas había tenido lugar hace varios meses. Y utilizo el término desatado sarcásticamente, puesto que poco y nada sucede en estos países de forma espontánea y sin el consentimiento de las autoridades. La explicación más interesante la encontré en un blog de un saudí residente en el Reino Unido, que sostiene que “con el objetivo de distraer la atención del público del lamentable fallecimiento de un número reducido de fieles en La Meca durante la última peregrinación del Haj, se dio instrucciones a los periódicos saudíes para que revivieran una crónica con cuatro meses de antigüedad acerca de caricaturas del Profeta en un periódico danés y convertirlo en un ataque contra Dinamarca, junto con un «reclamo espontáneo por parte de la gente» del boicot de productos daneses”. Esto seguiría una vieja tradición, tanto en Arabia Saudí como en el resto del mundo árabe, de incitar el odio hacia Occidente para desviar la atención de la gente de sus verdaderos problemas, la mayoría de éstos, producto de la ineptitud y corrupción endémica de la clase dirigente local.
 
Pero más allá de que el origen sea ese o no, no termina de sorprenderme la ironía del reclamo, tanto por parte de los gobiernos como de la opinión pública de éstos países. Son estos mismos gobiernos y los medios de comunicación que éstos controlan directa o indirectamente los que permanentemente publican caricaturas antisemitas con un contenido muchísimo más violento que el de las publicadas originalmente en Dinamarca. Son estos mismos gobiernos y los medios que controlan los que producen series de televisión en las cuales los hebreos aparecen como cerdos y monos, como sangrientos asesinos, en los que se intenta legitimar viejas teorías conspiratorias y se da origen a nuevas. Son los países adonde gobierna esta gente hoy tan indignada en los que en las escuelas se inculca a los más pequeños el odio hacia cristianos y judíos. Es allí también adonde a los occidentales nos llaman cruzados e infieles - “gente sin Dios” - término que refleja su falta total de respeto por otras religiones y por quienes las practicamos.
 
La exigencia de los gobiernos de varios de estos países de una disculpa por parte del gobierno danés y del presidente de la Comisión Europea puede ser un indicador de lo poco que entienden sobre Occidente y sobre los principios más básicos que hacen al concepto de libertad de prensa. Pero esta gente no es estúpida y es más probable que se trate del mismo juego de echar leña al fuego para entretener a la población local. Y si bien algunos gobiernos occidentales se han mostrado comprensivos (a mi juicio en exceso) hacia dicho reclamo, seguirles el juego representaría un grave error con terribles consecuencias para la defensa de los valores occidentales de la libertad.

 
 
Pablo Kleimann es Director General de El Iberoamericano