Egipto: el golpe no es la solución

por Rafael L. Bardají, 6 de julio de 2013

(Publicado en La Gaceta, 5 de julio de 2013)

 Si en lugar del islamista Morsi, el presidente egipcio hubiera sido un secular liberal, los occidentales andarían ahora denunciando otro golpe militar antidemocrático. Pero como el depuesto era un infatigable islamista que sólo buscaba hacer avanzar la agenda de los Hermanos Musulmanes, su remoción del poder, arresto, suspensión de la constitución y vuelta a la ley marcial, se acogen con júbilo. No importa que Morsi hubiera sido elegido democráticamente, ni que la constitución fuera refrendada con un referéndum popular. Adiós a nuestros principios democráticos; punto y final a la primavera árabe.

 
Desgraciadamente, apostar porque los militares van a poder sacar al país del caos en el que se encuentra es tan ingenuo como haber creído en las bondades de una supuesta revolución democrática en el mundo árabe. Es verdad, la sharía no se come, como cantaban algunos opositores a Morsi, pero los tanques tampoco son comestibles, me temo. Más allá de los errores de un presidente que no creía en la tecnología ni en la gestión profesional y que rechazaba negociar con el FMI por razones puramente ideológico-religiosas, Egipto sufre una inestabilidad estructural ante la cual los militares están tan mal preparados como los Hermanos Musulmanes. Sabiendo que el islamismo no va a desaparecer, porque llevan toda su vida en la clandestinidad, lo que se abre es un periodo de incertidumbre que en nada va a favorecer la llegada de capitales al país, algo tan perentorio como necesario: Las reservas han caído en cerca de un 65%; Egipto ha pasado de exportar petróleo y gas a ser un importador neto, justo cuando su divisa pierde constantemente su valor; la inflación real tiene dos dígitos y cerca del 30% de su población vive bajo la línea de pobreza. En estos dos años los gastos corrientes del estado han sido cubiertos primero por Arabia Saudí y luego por Qatar quien apoyaba directamente al presidente. Sin esa ayuda, el dinero que pueda llegar del FMI será del todo insuficiente.
 
La demografía es un problema. En 2012 se produjo el crecimiento más alto de la población egipcia y aunque éste tendiera a moderarse, es previsible que el país alcance los 100 millones en unos pocos años. Hoy, la agricultura no llega a producir el grano para alimentar ni a la mitad de sus 84 millones y su dependencia de las exportaciones de alimentos le vuelve muy vulnerable.
 
En fin, en todas partes cuando los militares se ven ante problemas irresolubles, optan por organizar una guerra, aún a riesgo de perderla. No será la primera vez para los egipcios. Por eso no deberíamos tampoco que alegrarnos de este golpe por mucho que frene temporalmente al islamismo.