Eclipse de Dios
por Ignacio Cosidó, 22 de agosto de 2011
(Publicado en Diario Palentino, 21 de agosto de 2011)
La Jornada Mundial de la Juventud está siendo como un amanecer de esperanza tras un largo eclipse de Dios que se ha vivido con especial intensidad en España. El Papa ha venido a Madrid para recordar las profundas raíces cristianas de nuestro pueblo, a pedir a los jóvenes que no se avergüencen de ser católicos y a defender la libertad religiosa como un derecho que no se reduce al ámbito privado, sino que se puede y debe ejercer también en el ámbito público.
Imagino que no es fácil para un joven español ser católico en estos tiempos. La cultura dominante está muy alejada de los valores propios del cristianismo. Es una cultura basada en el placer sin límite, en el consumismo a ultranza, en la pérdida de cualquier tipo de referencia moral. Frente a esa cultura, Benedicto XVI ha defendido la necesidad de cargar sobre los propios hombros el sufrimiento de los demás, el sentido trascendente de nuestra existencia más allá de los bienes materiales, la exigencia de la verdad para recuperar la conciencia de lo que es bueno y es malo.
Lo mejor de esta explosión de Fe en Madrid es la masiva respuesta de nuestros jóvenes a esta llamada del Papa. La mayoría silenciosa de jóvenes católicos ha salido a la calle por unos días para mostrar su orgullo de seguidores de Cristo, dar testimonio de su evangelio y vivir una experiencia de comunión con otros jóvenes venidos de todo el mundo para enriquecer su vida cristiana.
Frente a esa juventud vacía que se muestra en muchas series de televisión, frente a esos jóvenes del botellón que deambulan por las tardes/noches de muchas ciudades, frente a esas expresiones de violencia que a veces se suceden, hay una mayoría de jóvenes en España que no han perdido sus raíces, que tienen valores fuertes y que trabajan y estudian con la esperanza de construir una sociedad y un mundo mejor. Ésa es la juventud que estamos viendo en Madrid durante estos días.
La Jornada Mundial de la Juventud ha puesto también de manifiesto el fracaso de aquellas corrientes de laicismo radical que han pretendido borrar toda huella cristiana de nuestro país y recluir el fenómeno religioso a un ámbito estrictamente privado, con una agresividad cada vez mayor especialmente contra la Iglesia Católica.
El éxito de la visita del Papa a Madrid es una buena prueba del gran fracaso de esa cruzada laicista que ha encabezado en España el propio Zapatero en sus años de Gobierno.