Disuadir a Teherán
por Helle Dale, 25 de agosto de 2005
Roaix, Francia: La decisión tomada por Irán hace días para retomar el procesamiento de uranio en sus instalaciones nucleares de Isfahan después de una pausa de 9 meses es obviamente un desafío. La decisión, recibida con gran consternación en Francia, es vista mayormente como una afrenta contra los esfuerzos europeos de compromiso con Irán. El ministro francés de Relaciones Exteriores Philippe Douste-Blazy llamó a este suceso una grave crisis y dijo era especialmente alarmante por el cambio experimentado en el ambiente en el que los dos lados habían estado negociando.
La oferta hecha por los europeos para disuadir a Irán para que abandonase este peligroso camino significaba darle combustible nuclear para su programa civil nuclear, un combustible por el que respondería y regresaría a Occidente para su tratamiento y almacenamiento. Eso además de incluir ayuda económica, técnica, y de seguridad. Era un muy buen acuerdo si los usos civiles de energía nuclear hubiesen sido todo lo que buscaban. Pero no era así, por supuesto. La explicación obvia es que los iraníes creen abrumadoramente que necesitan un arma nuclear y están dispuestos a conseguir una como sea.
La preocupación francesa por la posición iraní se hizo eco en el ministro alemán de Relaciones Exteriores Joschka Fisher, que advirtió sobre las consecuencias desastrosas. Ese claro mensaje, desafortunadamente, después se diluyó inútilmente con el canciller alemán Gerhard Schroeder que está en plena campaña electoral. En una entrevista Schroeder desestimó cualquier participación alemana en una opción militar contra Irán, respondiendo así a la declaración del Presidente Bush quien había afirmado que todas las opciones están en la mesa. Por supuesto que la atención debería dirigirse directamente a la ruptura flagrante de los compromisos que Irán contrajo en Noviembre con Gran Bretaña, Francia y Alemania para abstenerse de reprocesar combustible nuclear y lograr a cambio un paquete de incentivos. Esta iniciativa estuvo apoyada por Estados Unidos en un intento de que Estados Unidos y Europa tirarán del carro en la misma dirección en la cuestión iraní. A pesar del impase actual, es esencialmente la forma correcta de enfrentarlo.
Los europeos han sido, por lo general, demasiado veloces para echarle la culpa a Estados Unidos. Les gusta quejarse de que los americanos aún guardan una antipatía irracional contra Irán por la crisis de los rehenes de 1979. Sin embargo, gracias a la implacable actitud del gobierno duro de Irán, así como a la decisión tomada en Marzo por la Secretaria de Estado Condoleezza Rice de respaldar las negociaciones europeas con Irán, ahora se han vuelto las tornas. Ahora se ve, correctamente, a Irán como el problema.
Le Monde comenta: Desde el punto de vista americano, hay por lo menos un aspecto positivo en esta crisis con Irán y es que ha servido para una acercamiento Estados Unidos-Europa. La radicalización de Teherán que se ha observado después de las elecciones de Mahmoud Ahmadinejad ha silenciado los desacuerdos transatlánticos sobre cómo analizar al régimen iraní y sus pretensiones de convertirse en potencia nuclear: Lo que los halcones llaman los beneficios escondidos de las elecciones iraníes. Le Figaro escribe: La única alternativa para los países occidentales es permanecer unidos en su decisión. No hay causa más legítima que evitar que un régimen abiertamente dedicado a la destrucción de Israel y que apoya a movimientos terroristas, consiga armas nucleares. Esta nada excepcional corriente de opinión es algo que uno, a duras penas, se puede esperar de la prensa francesa.
Es vital para americanos y europeos que estén del mismo lado si han de tener una completa estrategia para lidiar con Irán, una que incluya verdaderos palos y zanahorias. Por lo menos es un progreso que los europeos hablen de referir a Irán al Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, cualquier acción en el Consejo, seguramente que será bloqueada por China y Rusia. Esto significa que el uso creíble de la fuerza debe ser parte de semejante estrategia.
Irán debe ser persuadido no sólo de los beneficios que tendrían por cooperar con los europeos, sino también hablarles con urgencia del coste por insistir en la peligrosa senda de conseguir armas nucleares. El tiempo estimado antes que Irán se convierta en potencia nuclear se calcula entre uno y diez años, dependiendo de a qué agencia de inteligencia le haga usted caso. No nos deja mucho tiempo por delante.
Los costes para Irán asociados con la búsqueda de sus ambiciones nucleares deberían empezar con la suspensión de inversiones europeas, garantías de préstamo y finalmente con la amenaza de una acción militar internacional liderada por Estados Unidos. Esto significaría el despliegue de un arma nuclear poderosa, que penetre en profundidad y diseñada para derrumbar túneles, algo en lo que el Congreso necesita persuasión a ver si aprueba urgentemente una provisión completa de fondos necesarios. Si Occidente trabaja al unísono podrá presentar a Irán los verdaderos palos que van con todas las zanahorias.
Helle Dale es directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Fundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en The Wall Street Journal, The Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional en CNN, MSNBC, Fox News y la BBC.
©2005 The Heritage Foundation
©2005 Traducido por Miryam Lindberg
GEES agradece a la Fundación Heritage el permiso para publicar este artículo.