Diplomacia: las escapadas de Zapatero

por GEES, 16 de diciembre de 2006

Cuando los historiadores analicen el comportamiento diplomático del gobierno socialista, llegarán a una conclusión: en política exterior, los viajes de Zapatero oscilan entre tres tipos. Por un lado, el secretismo de reuniones privadas y restringidas. Por otro, los gratis-total familiares a cargo del contribuyente. En tercer lugar, el aislamiento y la soledad de sus viajes institucionales.
 
Hasta ahora las agendas diplomáticas de los presidentes del Gobierno han podido ser discutibles, pero han sido públicas y transparentes. En 2004, el Código del Buen Gobierno aprobado por el gobierno de Zapatero prometía esa transparencia. Enseguida se comprobó lo que se entendía por ello, cuando se dedicaba a negociar con los terroristas a escondidas de los españoles. Desde entonces, el presidente debió cogerle gusto al secretismo y a la política en la sombra, también en el exterior.
 
¿A qué se dedica Zapatero en sus viajes? Este viernes, Zapatero se ha reunido con Tony Blair, sin que una vez más, sepamos para qué pidió reunirse con el presidente británico. Hay tres asuntos que pudieran ser la causa: tratar de coordinar una estrategia común acerca de la integración de Turquía en la UE, buscar de nuevo el consejo de Blair ante el hundimiento previsible del proceso de negociación con ETA y tratar del cambio climático y la ecología, temas que ahora ocupan los pensamientos de Zapatero. Lo de Gibraltar ya quedó zanjado, con las consecuencias que ahora conocemos, en otra reunión anterior.
 
En cualquier caso, la salida nocturna de Zapatero para ver a Blair se ha producido en el secreto habitual. El mismo secreto acompañó el uso del Falcon para el mitin de Reus, las compras de la familia Zapatero en Harrods o el viaje a Berlín para ver cantar a Sonsoles. ¿Eso es todo? No. Cuando el secreto no acompaña a Zapatero en sus salidas, lo hace la soledad y el aislamiento. La próxima semana, Zapatero viaja a Nueva York para apoyar a su buen amigo Kofi Annan, que acaba mandato saliendo por la puerta de atrás. Más allá de eso, nadie se reúne con Zapatero, que una vez más visita Estados Unidos con más pena que gloria.
 
Pocas cosas mueven a Zapatero a salir al exterior: las compras y los conciertos de su mujer hablan bien del hombre de familia tradicional, de lo cual nos felicitamos. Pero poco dicen del estadista. Las peticiones espontáneas de cenas privadas dicen algo más preocupante. Y sus compañías en el exterior nos inquietan aún más. Y es que Zapatero no viaja. Cuando viaja, lo hace para no ser recibido por casi nadie. Y cuando alguien lo recibe, lo hace disimuladamente por petición propia. De Harrods a la Quinta Avenida, las escapadas de Zapatero son su nueva forma de hacer diplomacia.