Después de Irán; La desastrosa política antiterrorista de Tony Blair

por Walid Phares, 30 de abril de 2007

(Publicado en The New Media Journal, 18 de abril de 2007)

En su discurso acerca de la política británica en materia de terrorismo, el secretario de desarrollo internacional del Reino Unido no manifestó una comprensión básica de la presente Guerra contra el Terror. El Ministro Hilary Benn, candidato a la dirección ejecutiva del Partido Laborista, decía 'El concepto de 'guerra contra el terror' del Presidente George Bush ha dado fuerza a los terroristas al hacerlos sentir parte de algo mucho mayor'. En una reunión en Nueva York organizada por el Centro de Cooperación Internacional, Benn defendía la idea pre-11 de Septiembre de que los terroristas están reaccionando a políticas exteriores, y que no trabajan en función de ideologías sino con motivo de injusticias económicas. Por lo tanto, en vista del hecho de que Benn es miembro de un gobierno involucrado en la guerra contra el terror, tanto dentro de Gran Bretaña como a ultramar, es muy preocupante ver que en el corazón de las democracias occidentales aún existe una profunda ignorancia de los hechos históricos e ideológicos, hasta entre lideres de la defensa global de la democracia. A continuación mi análisis de las declaraciones del Ministro Benn:
 
1. Benn decía que 'la formulación concede una identidad compartida a pequeños colectivos con objetivos enormemente diferentes'. Añadía: 'porque esto no es un [caso de] nosotros contra un enemigo organizado con una identidad clara y un conjunto coherente de objetivos'. Benn tendría que ser capaz de discernir algo imposible. Cuando células jihadistas crecen y cooperan en Londres, Manchester, Leeds, Birmingham, vuelan el metro por los aires, conspiran para destruir aviones de pasajeros sobre el Atlántico; cuando las autoridades británicas están monitorizando a más de 1.200 terroristas potenciales por las islas; esto no es un tema policial. Cuando los jihadistas salafistas están operando en Marruecos, Argelia, la India, de Rusia, Indonesia, Sudán, Somalia, Irak, Arabia Saudí, España, Holanda, Francia, Canadá o Estados Unidos con una única ideología, una estrategia global y un conjunto de maniobras coordinadas; y cuando además de todo eso, sus líderes, mandos y emires anuncian con claridad sus objetivos mundiales e identifican a su enemigo común; cuando todo esto es mostrado y repetido en los medios y en internet, es completamente preocupante que un miembro del gobierno británico a cargo de 'desarrollo internacional' no aventure contra quién es la guerra y a qué se enfrenta su país y las democracias de todo el mundo. Si eso no es una guerra global, ¿qué más podría serlo? La incapacidad de Benn para identificar una amenaza global es preocupante, particularmente porque el enemigo no es secreto ni su ideología es confidencial. Pero observemos que los legisladores norteamericanos últimamente vienen recomendando juegos mentales similares.
 
2. Benn continúa para decir: 'Lo que quieren estos colectivos es imponer sus valores individuales y cerrados a los demás, sin diálogo, sin debate, a través de la violencia. Y al dejarles que se sientan parte de algo mayor, les damos fuerza'.
 
Estos 'colectivos' no son una agrupación de individuos enfrascados en una búsqueda personal de gloria o fortuna. Los jihadistas que masacraron a ciudadanos británicos el 7 de julio de 2005 en Londres y aquellos que están desarrollando células terroristas por todo Inglaterra y el resto del mundo son miembros de un ejército internacional constituido por ideólogos jihadistas que comenzaron su campaña en los años 20, mientras que los jihadistas jomeinistas entraron en la refriega en los años 80. No solamente pretenden 'imponer valores' mediante actos personales, incluyendo la violencia; están emprendiendo una guerra, en toda la extensión de la palabra, series de campañas cuidadosamente planeadas a lo largo de décadas, encaminadas a hacer tambalear a sus enemigos y establecer regímenes totalitarios. No esperan a que sus enemigos describan el conflicto por ellos, ellos lo definen por sí mismos. Pensar que censurar definiciones o imponer alguna formulación distinta va a disuadir a los jihadistas de actuar como tales o 'hacerles sentir' que no son globales es un serio engaño intelectual. Afirmar que frustrando sus intenciones les haremos sentir mal es indicativo de la inseguridad psicológica entre muchos en Occidente que no solamente no comprenden a sus enemigos, sino que les dan a conocer erróneamente a sus electorados.
 
3. Benn intenta reemplazar la actual definición de la guerra afirmando que es 'la gran mayoría de los habitantes del mundo' contra 'una pequeña cifra de colectivos cambiantes, desperdigados y desorganizados que tienen relativamente poco en común'.
 
Mientras que esta ecuación debería ser el objetivo de la sociedad internacional, es decir, aislar a los jihadistas en todo el mundo y dentro del mundo árabe y musulmán, no es sin embargo la realidad aún. Los jihadistas convergen hacia un objetivo global, tienen muchas cosas en común, y hasta después de derrocar a sus líderes persisten en la misma dirección. Mientras, sus enemigos tienen distinta procedencia, izquierda y derecha, progresistas y conservadores, de diversas etnias e irónicamente no unificados, no coordinados y carentes de una visión universal de la lucha contra el jihadismo. Benn debería reconocer la realidad, primero 'lo que es', antes de ofrecernos a todos lo que deseamos en la comunidad internacional, lo que 'debería ser'.
 
4. En su declaración más extraña, el Ministro Benn anima a los líderes mundiales a encontrar denominadores comunes con enemigos potenciales en lugar de confiar en la fuerza militar 'dura'. 'La lucha por el tipo de mundo que la mayoría de la gente quiere, en última instancia, solamente se ganará en un campo de batalla diferente -- una batalla de valores e ideas'.
 
En calidad de autor de un libro titulado La guerra de ideas, no puedo estar más de acuerdo con la propuesta de que ganar el conflicto contra el jihadismo precisa del éxito en las batallas ideológica e intelectual. Es ciertamente acertado que el poder militar duro por sí solo no puede solucionar esta crisis. De ahí mi crítica a estas teorías que describen esta guerra como operación policial en exclusiva. Así que Benn y muchos otros que comparten esta opinión tienen que hacer una elección: o bien esta guerra contra el terror es esencialmente una guerra de ideas, o bien es un esfuerzo policial masivo contra unas pequeñas formaciones. Uno no puede estar en misa y repicando.
 
Si ésta es una 'batalla de ideas', el público necesita conocer qué conjunto de ideas. La misma lógica utilizada por Benn y compañía para rechazar el concepto de 'guerra contra el terrorismo' también descarta la idea de que este conflicto sea simplemente 'contra los malos'. No se pueden dar medias tintas. Sí, los jihadistas son los malos a causa de sus prácticas, pero tienen una visión del mundo y una doctrina a la que aluden en su adoctrinamiento y reclutamiento. Benn no puede ignorar esta ideología. Si quieren deshacerse del concepto de 'guerra contra el terror', no tenemos problemas con ello mientras propongan algo más inteligente y analítico. Él critica a Bush por adoptar la idea difusa del 'terror', pero lo reemplaza con un concepto aún más simplista de 'valores cerrados'. Y para fracasar estrepitosamente en la prueba, el ministro británico ni siquiera identifica estos temas 'cerrados'.
 
Irónicamente, los ideólogos jihadistas encuentran las declaraciones de Benn impecables, porque para los líderes del terror el principal objetivo es ver que sus enemigos aprenden cada vez menos de su ideología de jihadistas, su estrategia y sus planes. Y los enemigos de las democracias liberales y del Reino Unido quieren ver alejarse del concepto de guerra contra el terror a los políticos británicos (pero también a los americanos), y que no vean a los jihadistas como globales o coordinados. Eso es exactamente lo que quieren los terroristas: si los británicos y sus aliados reducen su percepción del conflicto a 'operaciones policiales' o simular que sus enemigos son mucho más pequeños que en la realidad, estarán librando una guerra con armamento obsoleto y sin casi visión estratégica. ¿Qué mejor regalo podrían esperar Bin Laden y Ahmedinijad?
 
5. Finalmente, el Ministro Benn afirma: 'en el Reino Unido, no utilizamos la formulación 'guerra contra el terror', porque no podemos ganar mediante medios militares exclusivamente'. Viniendo de un alto funcionario londinense y potencial líder británico, tal declaración es esclarecedora: lleva pensando todo el tiempo que guerra solamente tiene que ver con armas. No hay duda del motivo por el que la 'Coalición' no estuvo haciendo grandes progresos en los últimos años. Tal conclusión indica, en caso de que sirva para algo, que en el núcleo del gobierno británico (y de muchas democracias occidentales, incluyendo a Estados Unidos) La batalla de las ideas se perdió hace muchos años, antes de que empezara realmente.
 
Al contrario que algunos de sus colegas en el gabinete, y al margen del debate nacional en Gran Bretaña, Tony Blair al menos dijo un día que la guerra real de las ideas tiene que ganarse en casa. Espero que en contraste con el Ministro Benn, él se refiriera a que la mayor parte de los británicos y los demás ciudadanos del mundo tienen que conocer al enemigo al que hacen frente, cualquiera que sea la decisión que deseen seguir después.


 

 
 
El Dr. Walid Phares es un experto en terrorismo, fundamentalismo islámico y movimientos yihadistas. Es miembro decano de la Fundación de la Defensa de las Democracias y escribe en publicaciones especializadas como Global Affairs, Middle East Quarterly, and Journal of South Asian and Middle East Studies además de para diversos periódicos de renombre mundial y de opinar para medios como CNN, MSNBC, NBC, CBS, ABC, PBS y BBC.