Debemos unirnos contra la barbarie

por William Kristol, 10 de septiembre de 2004

(Publicado en Financial Times, el 8 de septiembre del 2004)
 
'El inmencionable olor de la muerte
Ofende la noche de septiembre'
W.H. Auden, '1 de septiembre de 1939'
 
Y así, una vez más. Hace tres años, los terroristas atacaron símbolos de la fuerza de los Estados Unidos. La semana pasada, cargaron contra la escuela infantil  nº. 1 de Beslán. En el ínterin, las fuerzas de la barbarie, enarbolando la bandera de la jihad en alto, han asesinado a inocentes desde Bali a Estambul, desde Jerusalén a Madrid, Faluyah y más allá. ¿Se encontrarán las fuerzas de la civilización dispuestas en la lucha contra el terror?.
 
Quizá. A menudo se encontraron, después de todo, dispuestas durante el siglo pasado. El siglo XX forjó los gemelos del totalitarismo y el genocidio, y el mundo civilizado fue lento en responder. Nos enfrentamos a Hitler demasiado tarde y a Stalin no nos enfrentamos en absoluto. Tras 1945 dijimos 'nunca más'. Pero después vimos suceder de nuevo los asesinatos en masa, en Camboya, en Ruanda y, en el siglo XXI, en Darfur.
 
Afrontamos un nuevo desafío: el terror jihadista. Líderes de todo el mundo afirman estar unidos en el compromiso de negar victorias a los terroristas. Y así, inmediatamente después de la carnicería de Beslán, uno habría esperado editoriales en los principales diarios norteamericanos expresando simplemente pena, cólera y solidaridad, y un compromiso por ganar la guerra contra el terror. En lugar de eso, tendieron brevemente a denunciar a los terroristas - y después se centraron en la incompetencia de las fuerzas de seguridad rusas, y en hacer picadillo la triste historia de las relaciones ruso - chechenas. El New York Times, por ejemplo, concluyó su editorial animando a un 'avance arriesgado de compromiso ruso' con, no hace falta decirlo, 'matiz diplomático'. Llevó a Ralph Peters, un analista militar que escribe en el New York Post, a afirmar la verdad simple e impopular: 'El ataque de Beslán no estaba motivado por la brutal incompetencia de Rusia en Chechenia - tan contraproducente como la mano dura de Moscú pueda haber sido. Estaba motivada por el fanatismo religioso tan profundo que el creyente puede apuntar un arma a la cabeza de un niño, vaciar el cargador, y llamar al acto `justicia divina''.
 
Pero esto es demasiado simple para los liberales norteamericanos, o para el gobierno de Francia. Dos periodistas franceses fueron raptados en Iraq hace como una semana por el autodenominado Ejército Islámico de Iraq. El ministro de exteriores francés corrió a solicitar que traten a los ciudadanos franceses de modo distinto que a los ciudadanos de países de la coalición liderada por Estados Unidos. Le Figaro comentó que 'a la luz de su posición en la guerra de Iraq, Francia habría podido esperar estar protegida' de tales ataques. Entre los esfuerzos por encontrar esa protección, el esfuerzo diplomático francés ha sido, a su manera, 'impresionante', según declaró Guillaume Parmentier, analista político francés, al Washington Post, antes de añadir precipitadamente: 'es escandaloso sugerir que la actitud francesa se base en apaciguar terroristas'.
 
Escandaloso - y verdadero. ¿No implica la retórica de Francia que el periodista italiano Enzo Baldoni, asesinado por el mismo grupo terrorista, se merecía más, de alguna manera, ser asesinado a sangre fría?. ¿Y qué hay de los civiles de España, Corea del Sur, el Nepal, y de otros países, asesinados en Iraq por terroristas?. ¿No cuentan ellos realmente, al proceder de naciones que ayudaron a liberar Iraq?. ¿Y qué pasa con los miles de civiles iraquíes asesinados por terroristas?. Uno no escucha mucha preocupación francesa por su sufrimiento.
 
Mientras tanto, fue necesario el baño de sangre de Beslán para romper el ensordecedor silencio del mundo árabe. Abd Al-Raman Al-Rashid, ex editor del diario londinense Al-Sharq Al-Awsat, redactó una columna en ese diario titulada 'La dolorosa verdad es que todos los terroristas son musulmanes'. Reconocer esta verdad es el principio de la autoliberación del mundo árabe  - pero solamente el principio.
 
Es cierto que Estados Unidos podría hacer un mejor papel a la hora de persuadir a más árabes, musulmanes y europeos de unirse a la guerra contra el terror. Es cierto que Estados Unidos podría hacer un mejor papel a la hora de apoyar a aquellos que lo han hecho. Pero esta guerra no puede esperar a una diplomacia mejor. Los terroristas no esperan.
 
El sábado, conmemoraremos el tercer aniversario de los ataques terroristas contra Estados Unidos el 11 de Septiembre. Es natural que nosotros los norteamericanos pensemos primero en nuestros nacionales que murieron ese día, y en aquellos que han muerto desde entonces en la guerra contra el terror. Pero también nos detendremos en pensar en las víctimas del terror en todas partes, y en aquellos que luchan con nosotros en una causa común. Hace cuatro décadas, en la batalla contra una dictadura totalitaria, todos fuimos berlineses. En la guerra contra el terror jihadista hoy, todos somos beslaneses.
 
El escritor es editor del The Weekly Standard.