Culpar a Israel permite a la ONU ignorar los horrores

por Anne Bayefsky, 7 de enero de 2005

En lo que a los derechos humanos se refiere, los estados de la ONU tienen un único patrón de comportamiento muy claro: desviación. Si el problema es dilapidar a mujeres por adulterio, o las amputaciones en Sudán, la respuesta es: centrarse en Israel. Si el problema son las continuas violaciones de los derechos humanos por parte de las fuerzas armadas rusas o los servicios de seguridad en Chechenia, la respuesta es: Israel. Si el problema es el asalto y las detenciones arbitrarias en un clima de la impunidad en Zimbawe, la respuesta es: Israel.
 
Así es como terminó la quinta semana de la sesión anual de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU del 2003: cinco resoluciones condenando a Israel; nada sobre Sudán, Rusia o Zimbawe. Los borradores de resolución acerca de Sudán o Rusia fueron derrotados directamente. Una “moción de no tomar acciones' en la materia tuvo éxito haciendo que la resolución sobre Zimbawe se cayera de la mesa antes de la votación.
 
Si usted es uno de los desgraciados que viven en Swazilandia, en donde (según el propio inspector de la ONU que informó a la comisión ese martes) el principal magistrado dimitió hace poco, y los fiscales evitan presentarse ante tribunales marioneta, olvídese. Es usted irrelevante en el orden del picoteo de la ONU en los derechos humanos.
 
Antes de la votación sobre Sudán, los miembros de la comisión tuvieron ante ellos el informe del Representante Especial de la ONU sobre Torturas. Él les habló de los artículos del código penal sudanés que prescriben “la amputación en cruz” -- la amputación del pie derecho y la mano izquierda, o viceversa -- en caso de robo con armas. Les habló de los distintos casos de mujeres apedreadas hasta morir en concepto de adulterio, tras juicios que les negaron la representación legal y que se celebraron en lenguas que ellas no hablaban, y los casos de “muerte por ahorcamiento con crucifixión”. La comisión tuvo también un informe del representante de derechos humanos en Sudán, un puesto creado en 1993. Él les informó de que “las mujeres no pueden desplazarse a menos que reciban un permiso escrito de 'sus guardianes'” y de que “en conjunto, la situación de los derechos humanos aún no ha cambiado significativamente”.
 
¿El resultado?. Pakistán, en representación de la Organización de la Conferencia Islámica, rasgándose vehementemente las vestiduras porque que el borrador de la resolución condene “el tratamiento cruel e inhumano y el tratamiento degradante o los castigos como la amputación en cruz” es “una ofensa para todos los países musulmanes”. Con la derrota de la resolución, la comisión disolvió el puesto de ponente en materia de derechos humanos en Sudán.
 
El juego de personajes en la lista, junto con su trayectoria, está cantado. Siria y China indicaron que la resolución sobre el comportamiento ruso en Chechenia era “una interferencia en los asuntos internos de ese país”. La India indicó que “cada estado tiene derecho a proteger a sus ciudadanos del terrorismo”. Cuando llegó el turno de Zimbawe, Sudáfrica se opuso al “nombramiento y vergüenza”. China indicó que “ejercer presión política no tiene nada que ver con la promoción de los derechos humanos”. Libia denunció que la resolución era “una tentativa de convertir la comisión en un foro para ajustar cuentas entre países. Preferimos el lenguaje de la cooperación y el diálogo”. El colofón general estaba contra “la selectividad”, contra “apuntar a países en vías de desarrollo”, contra los “dobles raseros” y contra “la politización”.
 
Este es el UN-speak del 2003.
 
Esa semana culminó con la adopción en la comisión de una resolución que afirma la legitimidad del terrorismo suicida -- o en términos de la ONU “por todos los medios disponibles” -- para resistir a “la ocupación extranjera y por la autodeterminación”. Por supuesto, el contexto de esta declaración era una resolución contra Israel. Los únicos estados que votaron en contra fueron Australia, Canadá, Alemania, Perú y Estados Unidos. Los delegados americanos y canadienses indicaron a la comisión que la adopción de la resolución “era contraria al mismo concepto de derechos humanos” y “profundamente repugnante para los valores centrales de la comisión”. Pero sentándose en segunda fila y absteniéndose, había países como el Reino Unido o Francia. Rusia votó con la mayoría, la resolución aprobada por un amplio margen.
 
En este mismo momento, la ONU, Gran Bretaña, junto con el resto de la Unión Europea y Rusia, presionan al Presidente Bush para que imponga a Israel la “hoja de ruta” de Oriente Medio. Haga algo ahora. Deje el follón para después. Por el desagüe se van las quejas de utilizar a la ONU como “foro para ajustar cuentas”, o la preferencia por “el diálogo” entre las partes.
 
Su análisis razonado es que los dobles raseros favorecen a Israel. Pero echar un vistazo al principal organismo de la ONU en materia de derechos humanos debería ser suficiente para darse cuenta de que el UN - speak nos hará reír a todos, durante todo el camino hasta la tumba.
 
* Anne Bayefsky, es Profesora en la Universidad de York, Toronto, Canadá. Ha recibido el premio de investigación del gobierno canadiense en derechos humanos, “the Bora Laskin National Fellowship in Human Rights Research”.