Cuando el cine deja de ser arte para convertirse en un panfleto político

por Ana Ortiz, 18 de febrero de 2009

Algunas noticias son imposibles de pasarlas por encima. Incluso, invitan a asomarse un poco más adentro del mero titular. Es lo que pasa con los últimos premios Goya, más concretamente, Jaume Roures y su película “Camino”, que ha arrasado en cuanto a premios obtenidos y contra todo pronóstico.
 
Sin entrar a juzgar el contenido de la película, a muy pocos deja indiferente su productor, Jaume Roures, el accionista mayoritario de del Grupo Mediapro, dueño del diario Público y de la cadena de televisión generalista La Sexta, que también ha sido noticia por el “video trampa” enviado desde los cuarteles de invierno del Gran Wyoming a Intereconomía. Vídeo que ha sido descalificado hasta por la Asociación de la Prensa de Madrid, y por compañeros de profesión como Luis del Olmo, Juan Ramón Lucas o Andreu Buenafuente. Eso sí, todos pidiendo perdón por decir que ellos no lo harían, pero que no es para tanto.
 
¿Qué es lo que está pasando?, ¿qué es lo que se traen entre manos? ¿Qué es lo que causa tanto miedo? ¿Será porque no es políticamente correcto señalar lo que sería correcto sin ser político?
 
El trasfondo de la cuestión tiene que ver con un remodelaje de los valores de la sociedad española. Desde asignaturas como Educación para la Ciudadanía, de cuya sentencia tiene noticias el Gobierno antes que los jueces, pasando por los programas de televisión, hasta llegar a los argumentos de una película, el caso es que quienes dirigen este país están firmemente decididos a dar un vuelco a los valores sobre los que se ha cimentado hasta ahora nuestra sociedad.
 
Las sociedades y las mentalidades deben evolucionar naturalmente hacia donde tengan que evolucionar. Pero no con calzador y embudo, con las orejeras puestas, con una única opción válida en detrimento de todas las demás y con la consabida demonización de todo aquello que no se ajusta a la idea oficial.
 
La libertad consiste en permitir que otros piensen de diferente manera. Pero ¡ay! contiene peligros para los que prefieren el pensamiento único. La homogeneidad se maneja mejor que la diversidad.
 
Para esta evolución forzada, el presidente Zapatero precisa de ayuda desde todos los frentes posibles: prensa, radio, televisión. También del cine. No se sabe de ningún país donde el cine esté tan politizado como en España. Donde los únicos elementos dignos de mención en una entrega de premios son las pancartas y los comentarios destructivos hacia los que no se alinean con el pensamiento único.
 
La labor política y de formación ideológica que se está haciendo desde buena parte del cine español se disimula cada vez menos. Así quedó demostrado durante la pasada campaña electoral. Quedó claro quién es quien en el Club de la Ceja, que se reunió de urgencia una semana antes de las elecciones con el matrimonio inquilino de la Moncloa para desarrollar una estrategia porque los populares les pisaban los talones. Un consorcio que va tejiendo su trama hasta culminar en la ceremonia de los Goya. Lógico, si nos atenemos al monto de las subvenciones que recibe el séptimo arte español.
 
Por ejemplo, en 2006, El País publicaba un completo dossier de los Presupuestos Generales del Estado para ese año, que decía textualmente en el apartado dedicado a Cultura- Fomento del Cine Español: “El próximo año, el cine español seguirá siendo uno de los grandes beneficiados del presupuesto destinado a Cultura. Estas ayudas, de 64,55 millones, se canalizarán a través del Fondo de Protección Cinematográfica. Mientras, los gastos destinados a los programas de Música, Danza, Teatro y Cine son de 214, 47 millones, un 21,4% del total de la inversión en política cultural”.
 
En dos años, el presupuesto ha aumentado todavía más: 65 millones de euros, bajo el argumento de que se pretende dar respuesta a la “demanda del público que ama una cinematografía que le es propia y en la que se ve reflejado” (¡¡¡!!!). Los temas tan demandados son los de siempre: la Memoria Histórica, la Guerra Civil, el sexo desde todos los colores, motivos, posturas y combinaciones posibles y la Iglesia Católica. Del lenguaje, para qué hablar: el diccionario de tacos, improperios y faltas de respeto se queda corto.
 
¡Qué aburrimiento! ¡Con la cantidad de buenos argumentos que hay en nuestra Historia como país, buenas obras de literatura y teatro, magníficos escritores! España es un país que tiene arte por los cuatro costados y el que menos aprecia su talento. Salvo honrosas excepciones, esto es lo que hay en nuestro cine.
 
Pero, a lo que vamos. Y vamos al dinero que no se recauda en taquilla y que no es opinable, ni tiene que ver el gusto de cada persona. En 2007 se recaudó en taquilla algo más de 77 millones de euros.  Con el cine americano se recauda más de 470 mil millones. Es lógico, puesto que el número de espectadores es menor cada año. 18’7 millones en 2006, 15’7 millones en 2007 y 13’6 millones en 2008 (según publica Libertad Digital). Este mismo periódico denuncia que las ayudas al sector crecen un 170% con el PSOE y que uno de cada dos euros del cine español procede de nuestro bolsillo.
 
Un titular del El País de 10 de febrero de 2009 no deja lugar a dudas: “La asistencia a las salas sigue en caída libre en España”.
 
Cabe preguntarse qué le parece esto a los más de 3 millones de parados que buscan trabajo y que no obtienen subvenciones de ningún tipo, sino que cobran el subsidio de desempleo que ellos mismos se han “subvencionado” a lo largo de su vida laboral.
 
Más datos. Según el Observatorio Audiovisual Europeo, en 2008, en España se han vendido 108 millones de entradas menos que en 2007, una cifra que solo supera el cine húngaro.
 
Desde el Ministerio de Cultura se alega que este descenso es general en todo el mundo debido a la situación económica. Sin embargo, el número de producciones y de dinero, crece todos los años en España. Algo no cuadra.
 
El protagonista
 
En esta última edición de los Premios Goya, el foco de atención se ha centrado en Jaume Roures y en la película “Camino”. Su intervención al recoger el galardón se centró en la política en detrimento de la obra, que no tiene desperdicio, a juzgar por quienes la han visto.
 
La afinidad y cercanía entre el dueño de Mediapro y el presidente del Gobierno está más que demostrada, aunque en Moncloa últimamente no están muy contentos con él porque se le considera cada vez más cercano a ERC, algo que a los socialistas catalanes no les hace ninguna gracia. No obstante, no hay que olvidar nunca que fue uno de los beneficiados en el reparto de licencias de televisión en abierto cuando había más de un codazo por conseguir una. Un reparto del que sabe mucho el marido de la actual ministra de Defensa, Carmen Chacón.
 
Jaume Roures resulta ser toda una institución en la profesión. Es el primero en el ranking que han hecho entre los mismos expertos en cine. Los valores que se tienen en cuenta para subir puestos en el ranking son estos:
 
·                     Capacidad personal de sacar adelante un proyecto por su impulso o presencia.
·                     Coherencia en su carrera: tipo de cine que hace, lleva o impulsa, ideas que desea transmitir, propósito de entretener, concienciar, hacer pensar.
·                     Éxito de sus propuestas entre el público español.
·                     Repercusión de su trabajo fuera de España.
·                     Capacidad de aunar fuerzas cinematográficas, en España y de otros países.
·                     Notoriedad del personaje en la opinión pública.
·                     Pasado, presente y futuro del personaje, aunque dando mayor peso al presente.
 
 (Copia literal de la web decine21.com)
 
Entre los diez primeros están también Pedro Almodóvar y Javier Bardem. José Luis Garci queda en el número 18. Un paréntesis: el director manchego no se puede quejar. Ha recibido subvenciones desde el principio de su carrera, en pesetas y en euros. Entre 1982 y 1996 recibió 1.332 millones de pesetas.
 
En los últimos años, la productora de Pedro Almodóvar recibió 3,1 millones de euros en el 2002; 212.206 euros en el 2003; 294.117 euros en el 2004. Los fondos de la productora en 2005 ascendían a 20 millones de euros. Datos publicados por el hispanista inglés, Paul Julian Smith en el diario The Guardian, nada sospechoso de ser afín a la derecha ideológica.
 
La película del director manchego, titulada “Los abrazos rotos”, esta entre las cofinanciadas por TVE, dentro capítulo de las que generan “ganancias, imagen, marca y presencia internacional”. Antes, TVE, ha participado en la financiación de otras como:“Volver” y La mala educación”, rodadas durante la primera legislatura del Gobierno Socialista.
 
Pero siguiendo los valores que puntúa el ranking antes mencionado hay algo que efectivamente va en la personalidad del empresario catalán, Jaume Roures, del que venimos hablando: es coherente con su manera de pensar y procura llevar su ideología- y la de otros- a todo lo que hace. Sin embargo, el resto de los valores son más que cuestionables. La capacidad personal para sacar un proyecto seguramente es facilitada por su habilidad  para hacer relaciones en las esferas políticas, tanto autonómicas como nacionales, así como en su pericia para conseguir subvenciones.  La película “Camino” ha recibido dinero del erario público, TVE y Televisión de Cataluña.
 
Más polémica suscitó en su día el apoyo que recibió Roures para respaldar la película de Woody Allen “Vicky, Cristina, Barcelona”. El Ayuntamiento de Barcelona, por medio de su empresa de capital riesgo BCN Emprén, invirtió un millón de euros, según denunció el Partido Popular del Ayuntamiento de la capital catalana.
 
Jaume Roures afirmó en julio de 2007 que, “Se han dicho demasiadas cosas, no sé si con mala fe, que no son verdad”, destacando que recibe las mismas subvenciones, “entendidas como una ayuda a fondo perdido para favorecer que se haga la película y están reguladas” del Ministerio de Cultura y la Conselleria de Cultura. “No hay excepciones”.
 
Visto el éxito, Mediapro producirá las tres próximas películas del director Woody Allen, la primera, 2009. Habrá que estar atentos si Mediapro asume estos proyectos a solas o en compañía de todos los españoles.
 
La cuestión es que este productor, como para  el resto de sus negocios, tiene un olfato extraordinario. Aunque el éxito de las películas producidas por él deja bastante que desear- salvo Los “Lunes al Sol” y “Princesas”- los temas van siempre al hilo de lo políticamente correcto. Por ejemplo, “Los Lunes al Sol”, se produjo en 2002, justo cuando la economía iba mejor y el Gobierno de José María Aznar alcanzaba cuotas de empleo como nunca, hasta llegar a los cinco millones de puestos de trabajo creados.
 
Era el momento de comenzar a desgastar al Gobierno del PP, mostrando una realidad de paro y desolación que está más acorde con la situación generada hoy por Rodríguez Zapatero.  El resto de la filmografía es del mismo estilo: ambientes sórdidos, familias rotas, prostitución, desencanto y falta de ilusión por el futuro.

El siguiente cuadro recoge la producción de Jaume Roures en los últimos años.

 
 
Año
Película
 
Nº Espectadores
2002
 
229.300
2004
 
229.300
2005
 
31.123
2005
 
1.187.918
2006
 
426.158
2006
 
471.199
2007
 
273.745
2007
 
22.863
 
 

Un último apunte: Jaume Roures asegura que el sector del cine necesita abandonar la crisis. Entre las medidas que propone está la creación de un Comisionado del Audiovisual que “debe ser el responsable de centralizar y desarrollar las políticas que hoy en día están compartidas y dispersas por diferentes ministerios y consejería, como por ejemplo, Industria, Cultura, Economía, Presidencia”.
 
¿Se imagina el lector qué perfil político tendría el comisionado de referencia, quién o quienes podrían ser los candidatos para ocupar el puesto y cómo se terminarían de repartir las subvenciones?
 
Descaro manifiesto
 
En un país donde en algunos programas de humor se emiten vejaciones a una becaria como algo muy divertido; un país en el que algunos jueces pasan jornadas cinegéticas con ministros de justicia; donde el Gobierno sabe antes de sentencias que afectan a la educación ideológica de los niños y las cuelga en Youtube dos días antes de que se “pronuncie” la justicia.
 
En definitiva, un país donde la mitad de la población campa a sus anchas mientras la otra media no se atreve a respirar, no vaya a ser que sea políticamente incorrecto o te llamen facha, no es de extrañar que la politización llegue a tal punto, que el Gobierno subvencione- y obligue por ley a que cadenas privadas subvencionen también- obras de poco éxito, cuando no de dudoso gusto, en aras de crear un pensamiento único solo digerible para afines.
 
España es un país que goza de talento a raudales. Sin embargo, muchos artistas no tienen oportunidades para promocionarse, por ejemplo, los escritores, que con suerte, comienzan sufragándose su obra con la esperanza de que algún cazatalentos la lea.
 
Queda demostrado, una vez más, que nuestra sociedad está dispuesta a comulgar con ruedas de molino, a dejarse teledirigir desde todos los ámbitos posibles. Hasta el domingo por la tarde, día por antonomasia para sacar un rato e ir al cine a “desconectar”.
 
Quizá sería más razonable que el cine se rigiera por las leyes del mercado, en el que una empresa apuesta por un producto. Apostamos por productoras libres que igualmente dirijan su empresa como cualquier otra, ya sea de coches, de tuercas, de ropa o de lácteos: por las leyes de la oferta y la demanda.
 
Es factible que el Estado ayude en la promoción de algunas películas que tengan que ver con algunos parámetros y estándares comunes. Por ejemplo, que el tema sea cultural o de interés general. Estas subvenciones, de existir, deberían ser casi simbólicas y siempre que se ayudase a cineastas noveles, para su primera película.
 
Subvenciones que se otorgaran como se otorgan otras en otros sectores en los que las administraciones ayudan a comenzar en otros negocios. Eso sí, que no fueran a fondo perdido, como las que obtiene nada menos que Woody Allen, que funcionaran como las ayudas que se facilitan a los emprendedores, que hay que devolver, o en todo caso, justificar si se ha invertido como se ha estipulado en el contrato.
 
Un cine así es más libre, prima el talento y además, no necesita de Comisionados Audiovisuales ni nada por el estilo.
 
Esto es soñar en alto, pero ¿acaso no es el cine el reflejo de un sueño?

 
 
Ana Ortiz es Analista Adjunta en el área de Medios de Comunicación.