Contaminantes del discurso público

por Jeff Jacoby, 22 de marzo de 2007

(Publicado en The Boston Globe, 7 de marzo de 2007)

Envolviendo su discurso ante la Conferencia Conservadora de Acción Política en Washington el viernes, la autora de éxito y venenosa derechista Ann Coulter asestó un golpe enfermizo al exsenador John Edwards:
 
'Iba a hacer unos cuantos comentarios acerca del otro candidato presidencial Demócrata, John Edwards', decía Coulter, 'pero resulta que tienes que entrar en rehabilitación si utilizas la palabra 'marica'. De modo que... en realidad no puedo hablar de Edwards'.
 
A juzgar por el video del acto colocado en Internet, la estúpida salida de tono de Coulter fue saludada con risas y algún aplauso. Pero la condena fue rápida.
 
La campaña de Edwards subió el vídeo a su página web, junto con una declaración acusando a Coulter de 'haber llevado el discurso político de odio a un nuevo fondo' -- y pidiendo a sus partidarios 'ayudar a recaudar 100.000 dólares en 'Coulter Cash' esta semana con el fin de mantener esta campaña a todo trapo'. El presidente del Partido Demócrata Howard Dean llamaba a los comentarios de Coulter 'llenos de odio y prejuicios', y animaba a los Republicanos a 'denunciar sus odiosas declaraciones'.
 
No necesitaban ánimos. La campaña de John McCain condenaba las declaraciones de Coulter como 'salvajemente inapropiadas'. El portavoz de Mitt Romney las llamaba 'ofensivas'. Rudy Giuliani decía 'no debería haber lugar en el debate político para tal adjetivación'.
 
Pero las condenas de los candidatos fueron tibias en comparación con la rabia salvajemente crítica de los conservadores del movimiento. 'Ya hay suficientes escupideras de escoria insensata, vulgaridad y odio' en la vida americana, lamentaba la influyente Michelle Malkin. 'No esperamos... esa basura en la reunión conservadora más destacada de la nación'. Los editores de RedState.com anunciaban rudamente que 'Ann Coulter no habla por nosotros', y decían que 'debe ser la última vez que un candidato a un cargo público acepta voluntariamente su aprobación o aparece en el mismo escenario que ella'. Dean Barnett , una notable voz de Boston en HughHewitt.com, era conciso en su valoración: 'Estúpida. Desagradable. Imbécil. Demente'.
 
En GOPUSA.com, Cliff Kincaid atacaba 'las barrocas salidas de tono y el comportamiento de Coulter' y animaba al semanario conservador Human Events a sacarla de su espacio. Rick Moran de Rightwing Nuthouse declaraba a Coulter 'una mujer despreciable' que 'utiliza deliberadamente un lenguaje de odio para humillar a la izquierda y hacer que el resto de nosotros hablemos de ella'. Un torrente de bloggers conservadores publicaba simultáneamente una carta abierta criticando la indirecta de Coulter como 'intolerable' y 'perversa', y animando a que en adelante sea desechada como oradora. '¿Cómo podemos enseñar a los jóvenes conservadores a luchar por sus principios con civismo y respeto', exigían saber, 'cuando se permite que Ann Coulter se dirija a la conferencia?'
 
No obstante, Coulter no fue el único crítico en decir algo decepcionante en la escena el pasado viernes.
 
En su programa de debate de la HBO 'Real Time', Bill Maher defendía a los progres que lamentaban que el ataque terrorista de la semana pasada en Afganistán no matase al vicepresidente Dick Cheney. 'Si esto no es China', preguntaba Maher, '¿no deberíamos poder decir esto?... Yo no tengo ninguna duda de que si Dick Cheney no estuviera en el poder, la gente no estaría muriendo mañana innecesariamente'. La audiencia aplaudió y se rió. Un momento más tarde Maher lo decía de nuevo, aún más enfáticamente: 'Simplemente estoy diciendo que si se muriera, otras personas -- más personas -- vivirían. Eso es un hecho'.
 
Considerando la reacción a la cruda diatriba de Coulter, no es sorprendente que la fantasía criminal completamente explícita de Maher provocase una avalancha de críticas. Excepto porque no lo hizo. No hubo ninguna declaración de Howard Dean, ninguna denuncia de las campañas presidenciales, ninguna tormenta de protesta de bloggers progresistas repelidos por las declaraciones de Maher.
 
Al igual que Coulter, Maher tiene un historial de declaraciones repugnantes. Después de que un accidente hípico dejase a Christopher Reeve inválido de por vida, por ejemplo, Maher elogiaba al caballo: 'Si usted intenta hacer que un caballo salte por encima de algo de lo que no quiere saltar, creo que realmente debería tirarle de su lomo'. En noviembre decía en la CNN que 'la gente que en realidad lleva las riendas del Partido Republicano es gay', nombrando específicamente al presidente del Partido Republicano Ken Mehlman. Pero mientras que el último insulto pueril de Coulter atrajo generosa atención mediática, las declaraciones mucho más ofensivas de Maher apenas provocaron una sacudida.
 
Una búsqueda en Nexis el lunes devolvía 91 noticias mencionando 'Ann Coulter y John Edwards' en los dos días y medio previos. Hubo cuatro que aludían a 'Bill Maher y Dick Cheney.' Google News enumeraba más de 900 página web tratando de Coulter/Edwards, pero solamente 15 concernientes a Maher/Cheney.
 
Si hay una cosa que necesita desesperadamente el polarizado discurso público de América, son menos ataques y exabruptos. Si hay otra, es el final de doble rasero que condena a bombo y platillo el discurso de odio cuando procede de la derecha al tiempo que apenas lo destaca cuando es vomitado por la izquierda. Coulter y Maher pueden sacar las risas nerviosas, pero algunos tipos de 'humor' son llamativamente serios. La pasión política tiene su lugar en el mercado de las ideas. El veneno no -- y tampoco alguien que no sepa distinguir las dos cosas.