Con las víctimas, contra ETA

por Ignacio Cosidó, 7 de febrero de 2011

La movilización social ha sido desde siempre un componente esencial de toda política que busque la derrota de ETA. Sacar a las víctimas del terrorismo del rincón en la que habían sido olvidadas para situarlas en la vanguardia de la lucha contra el terror fue sin duda uno de los principales aciertos de la política antiterrorista de los gobierno de José María Aznar. El papel de las victimas al frente de esa movilización no solo refuerza la legitimidad moral de la sociedad para enfrentarse al terror, sino que es imprescindible para mantener la firmeza democrática necesaria para no ceder jamás al chantaje criminal de los terroristas.
 
Las manifestaciones masivas de la anterior legislatura fueron decisivas a su vez para impedir que Zapatero culminara la negociación política que sostenía con la banda terrorista ETA. Hay sabemos, a pesar de los esfuerzos del Gobierno por ocultarlo, que en aquella mesa de negociación estuvieron sobre la mesa cuestiones como la autodeterminación del País Vasco, la anexión de Navarra o la liberación de los presos. Tengo la convicción de que aquella valiente oposición política y la masiva movilización de muchos ciudadanos impidieron que aquella claudicación democrática llegara a buen puerto.
 
Esa movilización vuelva a ser hoy esencial para impedir que el brazo político de ETA vuelva a colarse en las urnas y pueda perpetuarse en las Instituciones democráticas, como pretenden desesperadamente. Pocas medidas han sido más eficaces en la lucha contra el terrorismo que esa Ley de Partidos, con el pleno respaldo del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, que excluye a los terroristas del juego democrático. Es evidente que los asesinos utilizan su presencia en las instituciones para financiar su actividad criminal, mantener la dictadura del terror en muchos pueblos e incluso obtener más fácilmente información sobre sus víctimas potenciales. Por eso es imposible alcanzar la derrota de los terroristas si dejamos que se cuelen en un nuevo Caballo de Troya electoral para tratar de destruir la ciudad desde dentro.
 
Por eso participé ayer como un ciudadano más en la manifestación convocada ayer por varios colectivos de victimas, acompañado de mi familia, para expresar que no creo en esta nueva tregua trampa de ETA, que resulta esencial impedir que Batasuna se cuele en las próximas elecciones y que siempre estaré donde una sola víctima del terrorismo reclame mi presencia, aunque solo sea por sentirme aliviado de la enorme deuda de gratitud que toda la sociedad tenemos contraída con ellas por su fortaleza, por su dignidad y por su dolorosa contribución a la democrática.