CNI: modelo agotado

por GEES, 8 de marzo de 2013

 En tres décadas de democracia sólo ha habido un intento mínimamente serio de reformar el CNI: el puesto en marcha por Aznar en 1996, que cristalizó en el nombramiento del primer director civil de su historia. Tras él, Zapatero volvió de la mano de Bono a las viejas prácticas.

El actual Gobierno optó por el continuismo, y las promesas reformistas no se extendieron al servicio de inteligencia, o se agotaron pronto. La adscripción del CNI a la Vicepresidencia del Gobierno debía redundar en un mayor control y dirección de los servicios de inteligencia –al sacarlo de un mundo tendente a la opacidad como es el del Ministerio de Defensa– y en una reforma que, por fin, los equipararse en funciones y organización a los del resto de países europeos. Nada de eso ha ocurrido, y ni siquiera se ha producido el sano relevo de su director general. Sigue siendo un militar, y un militar heredado de Bono y Chacón, para más señas.
 
El resultado de este continuismo es que el CNI vuelve a las portadas protagonizando escándalo tras escándalo, en lo que parece un regreso a las peores épocas del felipismo: escuchas ilegales y escándalos económicos que nada tienen que ver con la seguridad nacional ni con la lucha contra nuestros enemigos, sino con aspectos sórdidos de la vida nacional. Por contra, ni en la primavera árabe, ni en la guerra de Mali o la deriva de Marruecos ha sido capaz el CNI de procurar información relevante que proporcione ventajas a España. Y lo mismo puede decirse de la enfermedad de Chávez y la situación en Venezuela.
 
Por si fuera poco, también en todo lo relacionado con la Casa Real se está mostrando poco apto el CNI. No sabemos si para un servicio de inteligencia es peor aparecer como ignorante o cómplice en estas cosas, pero sí que ni siquiera parece ya poder cumplir con las responsabilidades en relación con el Rey. En la avalancha de escándalos relacionados con este tema, el CNI se muestra incapaz de hacerse cargo, entre otras cosas porque él mismo aparece involucrado.
 
Como ya advertimos en su día aquí, el CNI no sólo corre el peligro de no ser un instrumento útil para el Gobierno, sino que tiende a convertirse en una fuente más de quebraderos de cabeza para el Ejecutivo. Ni la excusa de la Casa Real sirve ya para sostener un modelo agotado: sólo le queda al Gobierno continuar con las reformas iniciadas por el PP en 1996.