Club para dictadores

por Peter Brookes, 27 de junio de 2006

Algunos lo ven como un contrapeso a la OTAN. Otros lo llaman Club para dictadores - o por lo menos casi dictadores. Algunos lo consideran una tapadera para la hegemonía china y/o rusa con el potencial de convertirse en una “OPEP con misiles nucleares”.

Sea lo que sea: La Organización de Cooperación de Shangai (OSC) - una supuesta agrupación antiterrorista, antiseparatista, antiextremista que incluye a China, Rusia, Kazajstán, Kirguistán, Uzbekistán y Tayikistán que celebró su quinta reunión anual esta semana - definitivamente representa problemas para el tío Sam.

Comencemos con esto: La “antiterrorista” OSC le ha dado estatus de observador a Irán, el país patrocinador número uno de terrorismo en el mundo, incluyendo una comvención anual con prácticamente cada grupo terrorista del planeta.

Luego consideremos las más amplias consecuencias estratégicas. Pekín y Moscú están usando la OSC como arma para eliminar la influencia americana en el corazón de Eurasia: Hogar de la mitad de la población mundial, frente clave en la guerra contra el terrorismo y lugar donde están los suministros energéticos clave del mundo.

La OSC acordó formalmente en la cumbre del año pasado revertir la presencia militar americana post 11-S en Asia Central. Poco después, Uzbekistán cerró la base aérea de Karshi Khanabad a las fuerzas americanas. Ahora los mandamases de Extorsionistán - ejem… Kirguistán - están tratando de subir el precio del alquiler de una base aérea americana de 2 millones a 200 millones de dólares anuales.

Estados Unidos ha pedido participar de forma significativa en la OSC desde 2005, como observador de reuniones o en ejercicios militares y ha sido terminantemente rechazado.

La OSC le ha ofrecido estatus de observador a India y Pakistán al igual que a Irán y han hablado de que los 3 sean miembros. Irán y Pakistán están deseando ser parte y puede que les ofrezcan la posibilidad a finales de año.

Puede que el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad intentara ser miembro en esta sesión - le ayudaría a escabullirse de la presión americana y europea por los programas nucleares de Teherán. (Pero no es probable que se le dé aún luz verde - todavía no).

En muchos aspectos, Ahmadineyad encajaría perfectamente: No se oyen preguntas incómodas sobre democracia o derechos humanos en la OSC - ni pío sobre uigures, tibetanos o chechenos, ni tampoco sobre las enérgicas medidas tomadas en Andiyán, Uzbekistán.

Tal y como Pekín y Moscú lo ven, mantener en el poder a los autoritarios en Asia Central (y en otros lugares) no sólo asegura estabilidad a la periferia de las dos potencias, también ayuda a silenciar esos llamamientos fastidiosos a favor de más libertades políticas y sociales en casa.

Y luego está el ángulo de la seguridad. Un vistazo al mapa muestra que el Asia Central musulmana está en el patio trasero de China y Rusia. Algunos hasta podrían llamarlo su parte más débil, ésa que necesita ser especialmente protegida del extremismo islamista.

En Abril, la OSC anunciaba ejercicios “antiterroristas” el próximo año en Rusia. Según Guo Boxiong, vicepresidente de la Comisión Militar Central de China, esos ejercicios demostrarán el creciente papel de la OSC para mantener la seguridad regional.

La pregunta del millón es - por supuesto - ¿qué tanto más crecerá la seguridad regional de la OSC dominada por China?

Pero los intereses de seguridad se extienden también más allá del Asia Central. A Pekín le gustaría usar la cláusula “antiseparatista” de la OSC, especialmente con el apoyo de Rusia para disuadir a Taiwán de que no declare su independencia - y así prevenir una intervención americana.

Vladimir Putin de Rusia no está demasiado contento con Washington, las revoluciones democráticas o la expansión de la OTAN (especialmente la inclusión de Ucrania). Rusia puede estar buscando la creación de un “nuevo y mejorado” Pacto de Varsovia asiático, esgrimiendo grandes ejércitos, grandes economías, misiles nucleares así como cantidades de petróleo y gas.

No olvidemos la economía. Asia Central tiene reservas masivas de petróleo y gas natural - y con los consumidores nerviosos mirando más allá de un Oriente Medio tan volátil, está en los intereses de Rusia y China que los hidrocarburos del Asia Central fluyan o bien hacia China al este o al oeste a través de Rusia. Ya hay en funcionamiento un oleoducto de 1.000 kilómetros yendo desde Kazajstán hasta China; y están considerando un gaseoducto y empresas conjuntas. Turkmenistán, un no miembro de la OSC acaba de firmar un acuerdo similar para un oleoducto con China.

¿Y qué debe hacer el tío Sam? Primero, tratar de que que la OSC no se consolide por completo como una alianza. Recordarle a los polluelos que su historia incluye largos períodos de dominación rusa/china y que el abrazo del Oso o del Dragón puede representar años de “incomodidades”.

Luego, convertirse en “el tercer gran vecino” de la región, escogiendo a socios de la OSC con visitas de alto nivel, asistencia en materias de seguridad (por ejemplo con ejercicios conjuntos, entrenamientos) y cooperación energética (por ejemplo abrir rutas de tránsito en el Caspio).

Moscú y Pekín están usando la OSC para aumentar su influencia a través del corazón euroasiático y para crear “un nuevo orden internacional a nivel político y económico” que sea a su gusto - con poco espacio para mercados libres y menos aún para el pensamiento libre. Si Estados Unidos (y otras naciones libres - hola, hola India, Europa y Japón) no responden adecuadamente, no sólo la influencia americana quedará excluida sino que también le pasará lo mismo a la democracia y al acceso económico.


Peter Brookes  ha sido Vicesecretario Adjunto de la Secretaría de Defensa de Estados Unidos y actualmente es investigador decano de la Fundación Heritage, analista de la Fundación Heritage, columnista del New York Post y Director del Centro de Estudios Asiáticos. El nuevo libro de Peter Brookes se titula: “A Devil's Triangle: Terrorism, WMD and Rogue States”.