China como reto

por Florentino Portero, 10 de marzo de 2009

(Publicado en ABC, 10 de marzo de 2009)
 
Cuando la Guerra Fría tocaba a su fin y la Unión Soviética se descomponía llegó el momento de establecer unas nuevas coordenadas estratégicas. La Alianza Atlántica concluyó que no se cernía sobre ella ninguna amenaza, aunque emergían nuevos retos. Estados Unidos estableció que su principal reto, la posible futura amenaza para su seguridad e intereses, era China. Su apertura a la modernización, tras los fracasos acumulados por emperadores y comunistas, liberaba por fin las extraordinarias energías de esta antiquísima cultura y la situaba en camino de convertirse en un polo de referencia global. Su ambición no disimulada por ejercer un papel hegemónico en la región y los pleitos fronterizos pendientes hacían de su potencial poderío un problema.
 
El área del Pacífico se ordena en función de China. Los vecinos temen sus objetivos y buscan el cobijo de Estados Unidos. Filipinas, Taiwán, Japón, Corea del Sur se suman a Australia en la red de democracias que tratan de implicar a la potencia norteamericana en beneficio propio. El despliegue de misiles y el desarrollo de una potente Armada de profundidad, diseñada para navegar en aguas abiertas, no ha hecho más que cohesionar este bloque.
 
La Armada norteamericana es el símbolo de esta estrategia de contención, del compromiso norteamericano con la seguridad de este grupo de democracias. Las maniobras realizadas por la Armada china, dificultando la navegación de buques norteamericanos por aguas internacionales reclamadas por China, son una declaración y un pulso. Un acto así, entre la visita de Clinton a Pekín y la de su homólogo chino a Washington, representa la afirmación de su soberanía sobre dichas aguas. Pero también es una maniobra de tanteo para averiguar cuál es el grado de firmeza de la nueva Administración en su compromiso con sus aliados en el Pacífico.