Antiterrorismo en Argelia

por GEES, 11 de julio de 2013

 Las Fuerzas Armadas argelinas continúan combatiendo al terrorismo yihadista, y nada mejor para ilustrarlo que las operaciones realizadas, con pocas horas de intervalo –una en el norte y la otra en el sur– en la frontera maliense. Ambas ilustran bien la amenaza que supone no sólo para Argelia, también para Europa y, particularmente, para España.

El pasado día 5 eran eliminados siete terroristas de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) en Chréa, cerca de Buira, en la Cabilia, en una operación en la que los militares se vieron obligados a utilizar cazas, dada la difícil orografía, que la cúpula de AQMI aprovecha tradicionalmente para guarecerse. A las pocas horas, fuerzas especiales ejecutaban otra operación de gran envergadura en Tinzaouatine, en la región de Tamanrasset, fronteriza con un Mali sumido en un proceso electoral cuya campaña comenzó el día 7 (las presidenciales se celebran el 28) pero donde la seguridad no está garantizada. Buena prueba de que la amenaza terrorista no ha sido derrotada en Mali es la referida operación militar argelina: fuerzas especiales del Ejército y de la Gendarmería Nacional, con el apoyo de helicópteros de combate, eliminaban a siete terroristas malienses de AQMI que pretendían introducir armas en Argelia, muchas de ellas procedentes de Libia.
 
Este esfuerzo antiterrorista es beneficioso para Argelia y para toda la región, que comprende no sólo el Magreb y el Sahel, sino también las costas mediterráneas. No olvidemos que al terrorismo activo en Túnez o en Libia se une la guerra en Siria, que atrae a muchos combatientes magrebíes y europeos (800 tunecinos, más de 200 marroquíes y unos 600 ciudadanos de la Unión Europea, entre ellos los nueve ceutíes que han trascendido), y la situación nada tranquilizadora que encontramos en el Sahel o en el norte de Nigeria. En este último país los terroristas yihadistas de Boko Haramse están cebando con los estudiantes: recuérdese la matanza de Kobe del pasado día 6, en la que murieron 27 jóvenes y su profesor.
 
Es por todo ello por lo que el mantenimiento de un frente antiterrorista activo y bien dinamizado como el argelino no sólo debe ser tranquilizador, sino que debe servir de estímulo para la dinamización de nuestras propias operaciones antiterroristas (la llevada a cabo por la Guardia Civil y el Cuerpo Nacional de Policía en junio en Ceuta es esclarecedora sobre los niveles de radicalización y organización de los terroristas) y para el reforzamiento de la cooperación entre los Estados que libramos la misma guerra.
 
El Ramadán es para los terroristas todo lo contrario que para los creyentes tranquilos: un gran momento para redoblar la violencia. El proceso egipcio y la guerra en Siria no harán sino agudizar la violencia, a la que hay que hacer frente.